lunes, 27 de octubre de 2014

Alejandro Magno

Por qué todo el mundo odia esta película

Universitarios, radicales iraníes, cristianos evangelistas y grupos gays han criticado con dureza el retrato de Oliver Stone. Un biógrafo de Alejandro Magno y asesor del filme escarba en los motivos

Por Robin Lane Fox, que fue asesor del filme de Oliver Stone y es autor del libro 'Alexander the Great' (Penguin)

Si alguien les dice que el pasado es cosa de otros países, no le crean. De Princeton a Atenas, de Oxford a Irán,en todas partes he visto cómo la corrección política trataba de influir en el objeto de estudio de toda mi vida: Alejandro Magno. La polémica viene servida por el estreno de la inmensa película de Oliver Stone en la que he participado como asesor.
Estuve en Princeton, donde los profesores de Historia Antigua habían organizado un seminario para discutir las resonancias contemporáneas de la película. Y allí expliqué su condición, bastante poco habitual, de drama épico basado en la Historia, para encontrarme con el escepticismo tras las gafas de muchos estudiantes. En seguida descubrí por qué. Después de sentarme, un profesor denunció que la película era una vergüenza para los estadounidenses de hoy, porque describía a Alejandro como un coloso, cuando lo que hizo fue invadir un antiguo imperio de Oriente Próximo y asesinar a miles de personas que se negaban a entregar sus ciudades.
¿Cómo se había atrevido Stone a llevar a la pantalla un tema así en el año 2004, cuando las muertes de Irak y Oriente Próximo deberían pesar en las mentes de todos? A continuación, algunos estudiantes, muy serios, me llevaron aparte y me contaron que este tipo de corrección política era un factor capital. Si quieres cambiar el mundo, me dijeron, primero tienes que cambiar la forma en que la gente habla de él.
Hay gente para la que este fragmento del pasado no es un territorio extraño del que nos separan 2.300 años. Lo contemplan como una prolongación de su patio de atrás. No me refiero a los críticos, a quienes puede gustar la película o no, y que suelen disfrutar arremetiendo contra todo, desde el corte de pelo de Colin Farrell hasta la dicción de Angelina Jolie. Lo que me sorprende es que a casi nadie le importa si el guión ensambla bien los acontecimientos, ni si Alejandro aparece matando rebeldes con dos años de antelación, ni si lo hace en la India y no en Irán. La rectitud moral la modula aquí una trinidad muy poco santa: el sexo, el nacionalismo y el imperio.
La honestidad de un filme. En realidad, estamos en un momento en el que un filme comercial no puede ser honesto en relación con ninguna de estas tres cosas. ¿Podríamos hacer ahora una película sobre Lord Mountbatten en la que se mostraran sus relaciones con hombres? Si rodáramos una sobre Pushkin, ¿tendríamos que complacer a algunos de sus seguidores pintándole de negro? ¿Podría alguien en Japón hacer otra sobre la realidad terrible de la dominación que ejerció este país sobre Corea, cuando los libros de texto japoneses han tratado de suprimirla de la memoria de la Historia? La corrección política en estos asuntos es aceptable si se presenta abierta a la discusión como una opinión vehemente edificada sobre criterios morales. Pero no lo es si simplemente corrige el resto de interpretaciones e intenta borrar las verdades embarazosas.
En los primeros días de 'Alejandro Magno' en la cartelera de Estados Unidos, un corifeo moralista trataba de dar a la gente razones por las cuales no deberían ver la película. Y sí, el filme puede hacer que los políticamente correctos se acuerden de George W. Bush, pero fundamentalmente porque, en este momento, en EEUU parecen incapaces de pensar en otra cosa.
Efectivamente, Alejandro invadió el viejo imperio persa, destruyó a los ejércitos que le hicieron frente y saqueó las ciudades que no quisieron rendirse. Eso es lo que hacían los generales de la Antigüedad. La conquista era una forma de obtener la gloria y Alejandro fue alabado en vida como un dios por algunos de sus contemporáneos. Mientras tanto, en el Medio Oeste norteamericano, el coro de la rectitud moral cantaba más alto. Los obispos dijeron a sus auditorios dominicales que incluso el deseo de ver la película era una señal de que Satán había entrado en sus corazones.
Los muslos de Hefestión
En mi biografía de Alejandro de 1973, señalé que del rey macedonio se decía que había sido derrotado una sola vez, por los muslos de Hefestión, el amor homosexual de toda su vida. El comentario se retrotrae a una carta ficticia en griego, atribuida a un filósofo cínico y escrita mucho después de la muerte de Alejandro. Siempre provocador, Stone la incluye muy pronto en la película. La mención de la frase de los muslos desató una ola de intolerancia bíblica por parte de los evangelistas.
Sin embargo, los historiadores admiten que Alejandro tuvo relaciones bisexuales. Lo mismo hicieron muchos otros entre los griegos antiguos, y no digamos entre los macedonios. Y, a pesar de ello, estos valores precristianos se perciben ahora como algo tan peligroso que un cristiano sólo se comportará como Dios manda si evita a toda costa sentarse en un cine donde se proyecte el filme.
Recientemente, en mi buzón de correo han aparecido amenazas de demandas judiciales o de agresiones físicas. Por lo visto, soy el único responsable de ocultar verdades sobre Alejandro y difundir mentiras. Un grupo homosexual de Canadá me escribió advirtiéndome de que me pegarían por disimular que Alejandro fue un gay puro que no tuvo nada que ver con mujeres. Después vinieron unos abogados griegos con el problema contrario: amenazaron con llevar a los tribunales a casi todos los profesionales que aparecían en los títulos de crédito por mostrar la bisexualidad de Alejandro. También unos iraníes indignados exigieron daños y perjuicios porque la mujer de Alejandro, Roxana, había sido encarnada por lo que a sus ojos era una actriz negra, la maravillosa Rosario Dawson, que se declara mestiza, y uno tendría que ser daltónico para considerar que su piel es negra.
En realidad, los historiadores no tienen ni idea de cómo era Roxana. Los extremistas iraníes la quieren rubia y de ojos azules para separar de África a sus antepasados. Y pretenden establecer una discontinuidad aún más pronunciada respecto a los árabes. En la mayor batalla de la película, aparecen camellos galopando a la derecha del rey persa. Por supuesto que había camellos en el campamento de Alejandro y que dentro del ejérctito multiétnico del rey también combatían contingentes árabes. Pero me acusan de ignorante porque piensan que he interpretado que los iraníes tienen antepasados beduinos.
La minoría moralista no sólo quiere corregir lo que aparece en la película, sino también decidir lo que hay que dejar fuera. El tutor de Alejandro fue el gran Aristóteles, que escribió que las mujeres eran incapaces de desarrollar completamente el pensamiento racional y que los bárbaros eran «esclavos por naturaleza». En una de las primeras versiones del guión, Christopher Plummer iba a hacer estos dos comentarios pero, por lo visto, Oliver Stone tuvo la intuición de advertirle que no alienara a la mitad femenina de la raza humana.
Sin embargo, la opinión sobre los bárbaros se conservó, para consternación de un profesor de Historia Antigua que me lo echó en cara. No importa que un gran filósofo del pasado escribiera una cosa como ésa. Parece que, por nuestro propio bien, el guión debería adaptarse a la sensibilidad moderna. Pero el problema sigue ahí: ¿qué hacemos con el imperio y con la conquista? Lo esencial no es que las opiniones apasionadas de la corrección moral sean equivocadas, por no decir degradantes. Es que el mundo cambia a nuestro alrededor y los cambios hacen que surjan nuevas cuestiones y nuevos puntos de vista que nos llevan a contemplar las antiguas evidencias con una perspectiva diferente.
Corrección política
Últimamente he estado revisando los intentos de Alejandro de justificar la guerra contra el imperio persa y la correspondencia que sobre este tema mantuvo con el rey persa. Hace dos años puse de examen a mis brillantes alumnos de Oxford una reflexión sobre si las guerras de Alejandro estuvieron justificadas. Todos dijeron que sí: ganó, así que el éxito las justificaba. Debí haber puesto a aquellos estudiantes en contacto con una idea más políticamente correcta, del otro lado del Atlántico. Allí, Alejandro es denostado porque conquistó a pueblos extranjeros y derribó un antiguo imperio. Y resulta digno de admiración que desde nuestros sillones rechacemos la agresión espontánea y deploremos cualquier asesinato.
Pero los historiadores debemos tener dos cabezas, como el dios romano Jano. Una que mire hacia nuestro propio tiempo y su futuro, con la ventaja de poder mirar en retrospectiva, y con la experiencia de muchos años de cambios en los valores morales. Con nuestra segunda cabeza, debemos mirar hacia atrás y suspender la ventaja de previsión que tenemos. Por mucho que las odiemos, tenemos que intentar ver a las figuras históricas en el marco de los valores y el contexto de su tiempo.
La gloria de la conquista
En el mundo de Alejandro se consideraba de forma unánime que la conquista militar conducía a la gloria y nadie quiso eliminar del montaje de la película los discursos en los que se proclama que se ha obtenido esa gloria. Después de Alejandro pueden encontrarse algunas voces contrarias, pero yo intento respetar el principio de que, si en su tiempo no hubo ninguna opinión opuesta, es un mal ejercicio histórico atacar a un personaje por algo que nos ofende ahora pero que no ofendía a la gente entonces. (Si su corrección se ve vulnerada por Alejandro el Conquistador, traten de obtener de Dios el beneplácito al genocidio que se realiza en algunos pasajes del Antiguo Testamento).
No es en absoluto vergonzoso que el viejo rey Ptolomeo hablara de Alejandro como un héroe y un coloso. Lo que no es correcto es suprimir un punto de vista generalizado en el pasado por el hecho de que no se corresponda con el que se percibe desde la ventana políticamente correcta de nuestro presente.
Tengo que decir que el peor de este tipo de ataques se lo debo a 'The Sunday Times'. En 2003, escribí, bromeando, en este periódico, que había llegado a creer que en una vida anterior había servido en la caballería de Alejandro y que deberían haber aconsejado a Stone para que me contratara como asesor y me introdujera en el reparto como jinete. Tal y como era previsible, lo hizo de muy buen humor, pero como consecuencia del artículo recibí la invitación de la Sociedad Internacional de Terapeutas de la Regresión para pronunciar el discurso inaugural en su reunión anual en Canadá.
Querían reconocer el hecho de que yo hubiera defendido su especialidad con honestidad académica y que hubiera llegado incluso más atrás en el tiempo que ellos, gracias a mis contactos con el siglo IV a. C. Cuando expliqué a aquellos severos regresionistas que todo fue una broma, juzgaron que mi comportamiento había sido enormemente incorrecto. Pero parece que éste es el papel de los historiadores hoy día, así que será mejor que me vaya acostumbrando a él.
*Traducción: Kiko Rosique

http://www.elmundo.es/metropoli/2004/12/31/cine/1104447606.html

Alejandro el Grande - Oliver Stone
Grita – Tears for Fears

Grita, grita, suéltalo todo
Esas son las cosas que puedo predecir
Vamos, te estoy hablando, vamos

Grita, grita, suéltalo todo…

En tiempos violentos
No deberías vender tu alma
En blanco y negro
Realmente tienen que saberlo
Aquellas mentes obtusas
Que te consideran un niño trabajador
Bésalos en el adiós
No tiene que saltar por diversión

Grita, grita, suéltalo todo…

Ellos te dieron la vida
Y a cambio les diste el infierno
Tan frío como el hielo
Espero que vivamos para contar la historia
Espero que vivamos para contar la historia

Grita, grita, suéltalo todo…

Grita, grita, suéltalo todo…

Grita, grita, suéltalo todo…

Y cuándo hayas bajado la guardia
Si pudiera cambiar tu pensamiento
Realmente me gustaría romper tu corazón
Realmente me gustaría romper tu corazón

Grita, grita, suéltalo todo…

Grita - Tears for Fears
Mariposa – Federico García Lorca


Mariposa del aire, 
qué hermosa eres, 
mariposa del aire 
dorada y verde. 

Mariposa del aire,
   ¡quédate ahí, ahí, ahí!... 

No te quieres parar, 
pararte no quieres. 
Mariposa del aire
dorada y verde. 

Luz de candil, 
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!... 

¡Quédate ahí! 
Mariposa, ¿estás ahí?







Sinfonía Número 2 de Jean Sibelius


La Segunda Sinfonía fue compuesta en Rapallo, Italia, en 1901. Fue estrenada en Helsinki, el 8 de marzo de 1902, en un concierto exclusivamente dedicado a la música de Sibelius, dirigido por el compositor.

Generalmente Sibelius está considerado como conservador entre los compositores de principios del siglo XX. Es fácil comprender por qué se hizo acreedor de este rótulo, si comparamos su Segunda Sinfonía con algunas de las obras musicales de sus contemporáneos más abiertamente revolucionarios. No encontramos experimentos en materia de disonancia, como los de Schoenberg, una comprensión extrema como la creada por Webern, los collages de asociaciones libres que se hallan en muchas obras de Ivés, o experimentos en ritmos desiguales como los de Stravinsky en La Consagración de la Primavera.

Pero si comparamos la Segunda Sinfonía de Sibelius, de 1901, con la música escrita aproximadamente en esa misma época por esos mismos compositores, surge un cuadro totalmente distinto. Los procedimientos formales audazmente nuevos de Sibelius no tienen igual en la Verklárte Nacht de Schoenberg, de 1899, en las obras tonales juveniles de Webern de principios de siglo, la Primera Sinfonía Schumannesca de 1898, ni en la tradicional y académica Sinfonía en Mi bemol de Stravinsky, de 1905-1907.

Fueron los caminos que tomaron más tarde estos compositores los que hacen que Sibelius parezca conservador, por comparación. La diferencia entre estos autodenominados radicales y Sibelius es la diferencia que existe entre la novedad y la originalidad. Las obras del compositor finlandés no son menos originales que las de los compositores que labraron el novedoso lenguaje musical del siglo XX. La música de Sibelius no abandona en ningún momento la tonalidad, pero constituye una sólida prueba de que seguía siendo posible decir cosas asombrosamente originales en el viejo idioma.

Resulta interesante comparar la Segunda Sinfonía con la música de otro "revolucionario" del siglo XX: Bartók, el único modernista cuya música Sibelius respetaba. Los sonidos superficiales de los dos compositores son muy distintos, no obstante lo cual existen paralelismos. Ambos compositores parecen poco dispuestos (¿o incapaces?) de escribir líneas melódicas extensas. Ofrecen al oyente fragmentos, posiblemente unidos entre sí, pero que siguen sonando como unidades individuales. Además, ambos eran nacionalistas. No hay que sorprenderse de que la música de Bartók suene húngara, puesto que el autor buscó un estilo nacional basado en las canciones folclóricas. Sibelius, por otra parte, raramente cita melodías folclóricas verdaderas, si es que llega a hacerlo, pero estaba tan profundamente preocupado por la identidad cultural de su música como lo estaba Bartók. Su música oscura, meditativa, suena distintivamente finlandesa. Se ha sugerido que los sonidos nacionalistas de cierta música provienen de los patrones de sonido y ritmo del idioma materno del compositor. Posiblemente no sea mera coincidencia que Bartók y Sibelius compartan un estilo fragmentado y que los idiomas húngaro y finlandés estén relacionados desde el punto de vista lingüístico.

En el estilo de Sibelius, la fragmentación es la fuente de sus procedimientos formales originales. Una vez escribió: "Es como si el Todopoderoso hubiera arrojado trozos de un mosaico del piso del Cielo y me hubiera pedido que los armara." El primer movimiento de la Segunda Sinfonía constituye un ejemplo excelente de ello. Aunque tonalmente sea una forma sonata, este movimiento tiene una lógica estructural adicional. Comienza no con la exposición normal de las melodías completas en sí mismas, sino más bien con una serie de fragmentos aparentemente no relacionados, jirones de melodía, meras insinuaciones de temas. En general estas unidades se basan en notas repetidas o en un único tono sostenido, y a menudo contienen una repetición interna. Este efecto unívoco es extraño, tal vez desestabilizador, pero resulta intrigante. Anticipamos y esperamos una eventual continuidad. A medida que avanza el movimiento, algunos de los fragmentos se manifiestan como más importantes, puesto que se los escucha con más frecuencia. Tradicionalmente una sección de desarrollo desmenuza los temas largos, reduciéndolos a sus componentes. Aquí los temas ya están fragmentados, de manera que Sibelius comienza a ampliar y unir las piezas. Finalmente se integran y se logra la continuidad. En cierto sentido, este proceso es el opuesto al desarrollo sinfónico tradicional.

El movimiento lento emplea también el proceso de fragmentación. Abre con una línea larga que no es una melodía, sino más bien un acompañamiento. Cuando finalmente entra la melodía verdadera, en el fagot, resulta ser una serie de fragmentos. El lirismo real empieza a afirmarse, pero los motivos individuales socavan sus intentos de lograr la continuidad.

El scherzo crece a partir de un fragmento de la mayor simplicidad; un Si bemol repetido, seguido por un giro alrededor de esa nota. Cuando llega la sección del trío, esta simplicidad es llevada al extremo. En vez de la rica exposición melódica que podríamos esperar en un tercer movimiento normal, oímos una nota -otra vez el Si bemol- repetida nueve veces (en el oboe). La obsesión de los fragmentos por la repetición o vuelta a la misma nota recuerda la unívoca singularidad del primer movimiento.

El scherzo se enlaza directamente con el final, no por transición ni por la eliminación de la pausa entre los movimientos, sino minando el retorno final del material del scherzo. La apertura solemne de! final entra imperceptiblemente, pero luego crece en su impulso, de manera que el material del trío ya no es capaz de soportar el movimiento que se avecina.

El tercer movimiento en realidad no termina en ningún momento, sino que es sustituido por el final.

El último movimiento contiene un enorme crescendo hasta llegar a un climax gigantesco. Este procedimiento requiere continuidad: por fin la sinfonía alcanza una línea melódica fluida. Pero incluso esta melodía está compuesta por una serie de fragmentos que se repiten, unidos entre sí. El lenguaje de la fragmentación está tan completamente integrado en la sinfonía que no se lo puede eliminar, incluso por esta continua acumulación de intensidad.

La Segunda Sinfonía marca el final del primer período romántico de Sibelius, durante el cual el compositor sintió la fuerte influencia de Chaikovski. Sus procedimientos formales, basados en la fragmentación y la recombinación, encuentran su primera manifestación madura en esta sinfonía. Sibelius siguió explorando el potencial expresivo de la fragmentación en obras posteriores, aun después de haber abandonado la estética romántica. Su elección del uso de la tonalidad en vez de la atonalidad, su preferencia por la métrica regular en vez de la métrica cambiante, su permanente exploración de la lógica en vez del collage -son innegables aspectos de su conservadurismo-. No obstante, durante el cuarto de siglo siguiente, antes de que misteriosamente dejara de componer, treinta años antes de su muerte, creó un cuerpo musical de singular originalidad. Es irónico que tanto la gran popularidad de que gozó durante la década de 1940, como el olvido que sufrió en la década del 60, hayan retrasado la cabal apreciación del genio singular de Sibelius. Ahora que sus composiciones están de vuelta en las salas de concierto con cierta frecuencia, podemos oír sin prejuicios sus cualidades especiales y únicas.

 

http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/sinfonia-numero-2-de-jean-sibelius/


 



S. Prokofiev, Concierto para violín y orquesta nº 1 en Re mayor op. 19

El Concierto para violín y orquesta en Re mayor del compositor ruso Sergei Prokofiev fue compuesto entre 1916 y 1917. Está estructurado en tres movimientos:
1. Andantino
2. Scherzo: Vivacissimo
3. Moderato - Andante

El año 1917, en el que estallara la revolución de octubre, fue prolífico para Prokofiev ya que compuso, entre otras obras, la Sinfonía clásica o la Tercera y Cuarta sonatas para piano. También inició la composición del Concierto para piano nº 3. Es opinión bastante generalizada que el efecto de la revolución aún no es apreciable en las obras compuestas por Prokofiev en este período.

El Concierto nº 1 no fue estrenado hasta el 18 de octubre de 1923 en la Ópera de París por Marcel Darrieux en la parte solista, acompañado por la orquesta de la Ópera de París y con Serge Koussevitzky en el podio. A pesar de que no le acompañó el éxito en el estreno, esta obra se ha convertido en uno de los conciertos más populares del compositor y del repertorio para violín. Igor Stravinski, al que no le agradaba especialmente la música de Prokofiev, admiraba sin embargo este concierto.

La obra se inicia con un pasaje etéreo, después gana fuerza,para luego volver a la calma; esta descripción es válida no sólo en cuanto al primer movimiento, sino también a la integridad de la obra. Sus tres movimientos comienzan en Re mayor, Mi menor y Sol menor, respectivamente. La obra termina de una forma similar a como empezó, con la impresión de haber alcanzado la paz tras la tormenta. La obra está diseñada para su interpretación por una orquesta de tamaño mediano con una discreta sección de percusión.


http://gloria.tv/media/m1R4AYZ8zyX


"Implacable"  *Juana de Ibarbourou*

Y te dí el olor
de todas mis dalias y nardos en flor.
Y te dí el tesoro
de las hondas minas de mis sueños de oro.
Y te dí la miel
del panal moreno que finge mi piel.
¡Y todo te dí!
Y como una fuente generosa y viva para tu alma fuí.
Y tú, dios de piedra
entre cuyas manos ni la yerba medra;
Y tú, dios de hierro,
ante cuyas plantas velé como un perro,
desdeñaste el oro, la miel y el olor.

¡Y ahora retornas, mendigo de amor,
a buscar las dalias, a implorar el oro,
a pedir de nuevo todo aquel tesoro!
Oye, pordiosero:
ahora que tú quieres es que yo no quiero.
Si el rosal florece,
es ya para otros, que en capullos crece.
Vete, dios de piedra,
sin fuentes, sin dalias, sin mieles, sin yedra,
igual que una estatua
a quien Dios bajara del plinto, por fatua.
¡Vete, dios de hierro,
que junto a otras plantas se ha tendido el perro!


Canciones con historia: BOB SEGER & THE SILVER BULLET BAND: "Old time Rock & Roll" (1978)

Si hablamos de este tema tan emblemático es inevitable asociarlo con el enorme, inconmensurable y gran titán del rock americano como es Mr. Bob Seger. Si descontamos “Turn the page”, posiblemente “Old time rock’n’roll” sea el gran clásico, en la nómina del rockero de Detroit, que no puede faltar bajo ningún concepto en sus demoledores y antológicos set-lists. Un rock’n’roll de pura cepa, perfecto para mover tus caderas e ideal para cantarla de memoria con esas letras tan genuinas.

No sé la de veces que habré escuchado esta maravilla, muchas, una infinidad, pero tiene la virtud de ser tremendamente adictiva y de no cansarme nunca. Gracias desde aquí al bueno de Jackson por aportar su granito de arena a este mega-clásico y un placer volver a escucharla en manos de mi querido Bob Seger.

Just take those old records off the shelf
I'll sit and listen to 'em by m'self
Today's music ain't got the same soul
I like that old time rock and roll

Don't try to take me to a Disco
You'll never even get me out on the floor
In 10 minutes I'll be late for the door
I like that old time rock and roll

Still like that old time rock and roll
The kinda music just soothes the soul
I reminisce about the days of old
With that old time rock and roll

Won't go to hear 'em play a Tango
I'd rather hear some blues or funky old soul
There's only one sure way to get me to go
Start playin' old time rock and roll

Call me a relic call me what'cha will
Say I'm old fashioned say I'm over the hill
Today's music ain't got the same soul
I like that old time rock and roll.


Esta canción fue el cuarto single de su décimo álbum de estudio, Stranger in town, del año 1978, y alcanzó un éxito considerable. Además, fue publicada con posterioridad en el año 1983, incluida en la banda sonora de la película "Risky business", con lo cual recibió un nuevo empujón. Un video contiene escenas de la peli, protagonizada por Tom Cruise.

Simplemente rock’n’roll, así de claro.

http://rockland70.blogspot.com.ar/2013/04/bob-seger-silver-bullet-band-old-time.html



Old time Rock and roll - Bob Seger - Película