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lunes, 27 de octubre de 2014

Sinfonía Número 2 de Jean Sibelius


La Segunda Sinfonía fue compuesta en Rapallo, Italia, en 1901. Fue estrenada en Helsinki, el 8 de marzo de 1902, en un concierto exclusivamente dedicado a la música de Sibelius, dirigido por el compositor.

Generalmente Sibelius está considerado como conservador entre los compositores de principios del siglo XX. Es fácil comprender por qué se hizo acreedor de este rótulo, si comparamos su Segunda Sinfonía con algunas de las obras musicales de sus contemporáneos más abiertamente revolucionarios. No encontramos experimentos en materia de disonancia, como los de Schoenberg, una comprensión extrema como la creada por Webern, los collages de asociaciones libres que se hallan en muchas obras de Ivés, o experimentos en ritmos desiguales como los de Stravinsky en La Consagración de la Primavera.

Pero si comparamos la Segunda Sinfonía de Sibelius, de 1901, con la música escrita aproximadamente en esa misma época por esos mismos compositores, surge un cuadro totalmente distinto. Los procedimientos formales audazmente nuevos de Sibelius no tienen igual en la Verklárte Nacht de Schoenberg, de 1899, en las obras tonales juveniles de Webern de principios de siglo, la Primera Sinfonía Schumannesca de 1898, ni en la tradicional y académica Sinfonía en Mi bemol de Stravinsky, de 1905-1907.

Fueron los caminos que tomaron más tarde estos compositores los que hacen que Sibelius parezca conservador, por comparación. La diferencia entre estos autodenominados radicales y Sibelius es la diferencia que existe entre la novedad y la originalidad. Las obras del compositor finlandés no son menos originales que las de los compositores que labraron el novedoso lenguaje musical del siglo XX. La música de Sibelius no abandona en ningún momento la tonalidad, pero constituye una sólida prueba de que seguía siendo posible decir cosas asombrosamente originales en el viejo idioma.

Resulta interesante comparar la Segunda Sinfonía con la música de otro "revolucionario" del siglo XX: Bartók, el único modernista cuya música Sibelius respetaba. Los sonidos superficiales de los dos compositores son muy distintos, no obstante lo cual existen paralelismos. Ambos compositores parecen poco dispuestos (¿o incapaces?) de escribir líneas melódicas extensas. Ofrecen al oyente fragmentos, posiblemente unidos entre sí, pero que siguen sonando como unidades individuales. Además, ambos eran nacionalistas. No hay que sorprenderse de que la música de Bartók suene húngara, puesto que el autor buscó un estilo nacional basado en las canciones folclóricas. Sibelius, por otra parte, raramente cita melodías folclóricas verdaderas, si es que llega a hacerlo, pero estaba tan profundamente preocupado por la identidad cultural de su música como lo estaba Bartók. Su música oscura, meditativa, suena distintivamente finlandesa. Se ha sugerido que los sonidos nacionalistas de cierta música provienen de los patrones de sonido y ritmo del idioma materno del compositor. Posiblemente no sea mera coincidencia que Bartók y Sibelius compartan un estilo fragmentado y que los idiomas húngaro y finlandés estén relacionados desde el punto de vista lingüístico.

En el estilo de Sibelius, la fragmentación es la fuente de sus procedimientos formales originales. Una vez escribió: "Es como si el Todopoderoso hubiera arrojado trozos de un mosaico del piso del Cielo y me hubiera pedido que los armara." El primer movimiento de la Segunda Sinfonía constituye un ejemplo excelente de ello. Aunque tonalmente sea una forma sonata, este movimiento tiene una lógica estructural adicional. Comienza no con la exposición normal de las melodías completas en sí mismas, sino más bien con una serie de fragmentos aparentemente no relacionados, jirones de melodía, meras insinuaciones de temas. En general estas unidades se basan en notas repetidas o en un único tono sostenido, y a menudo contienen una repetición interna. Este efecto unívoco es extraño, tal vez desestabilizador, pero resulta intrigante. Anticipamos y esperamos una eventual continuidad. A medida que avanza el movimiento, algunos de los fragmentos se manifiestan como más importantes, puesto que se los escucha con más frecuencia. Tradicionalmente una sección de desarrollo desmenuza los temas largos, reduciéndolos a sus componentes. Aquí los temas ya están fragmentados, de manera que Sibelius comienza a ampliar y unir las piezas. Finalmente se integran y se logra la continuidad. En cierto sentido, este proceso es el opuesto al desarrollo sinfónico tradicional.

El movimiento lento emplea también el proceso de fragmentación. Abre con una línea larga que no es una melodía, sino más bien un acompañamiento. Cuando finalmente entra la melodía verdadera, en el fagot, resulta ser una serie de fragmentos. El lirismo real empieza a afirmarse, pero los motivos individuales socavan sus intentos de lograr la continuidad.

El scherzo crece a partir de un fragmento de la mayor simplicidad; un Si bemol repetido, seguido por un giro alrededor de esa nota. Cuando llega la sección del trío, esta simplicidad es llevada al extremo. En vez de la rica exposición melódica que podríamos esperar en un tercer movimiento normal, oímos una nota -otra vez el Si bemol- repetida nueve veces (en el oboe). La obsesión de los fragmentos por la repetición o vuelta a la misma nota recuerda la unívoca singularidad del primer movimiento.

El scherzo se enlaza directamente con el final, no por transición ni por la eliminación de la pausa entre los movimientos, sino minando el retorno final del material del scherzo. La apertura solemne de! final entra imperceptiblemente, pero luego crece en su impulso, de manera que el material del trío ya no es capaz de soportar el movimiento que se avecina.

El tercer movimiento en realidad no termina en ningún momento, sino que es sustituido por el final.

El último movimiento contiene un enorme crescendo hasta llegar a un climax gigantesco. Este procedimiento requiere continuidad: por fin la sinfonía alcanza una línea melódica fluida. Pero incluso esta melodía está compuesta por una serie de fragmentos que se repiten, unidos entre sí. El lenguaje de la fragmentación está tan completamente integrado en la sinfonía que no se lo puede eliminar, incluso por esta continua acumulación de intensidad.

La Segunda Sinfonía marca el final del primer período romántico de Sibelius, durante el cual el compositor sintió la fuerte influencia de Chaikovski. Sus procedimientos formales, basados en la fragmentación y la recombinación, encuentran su primera manifestación madura en esta sinfonía. Sibelius siguió explorando el potencial expresivo de la fragmentación en obras posteriores, aun después de haber abandonado la estética romántica. Su elección del uso de la tonalidad en vez de la atonalidad, su preferencia por la métrica regular en vez de la métrica cambiante, su permanente exploración de la lógica en vez del collage -son innegables aspectos de su conservadurismo-. No obstante, durante el cuarto de siglo siguiente, antes de que misteriosamente dejara de componer, treinta años antes de su muerte, creó un cuerpo musical de singular originalidad. Es irónico que tanto la gran popularidad de que gozó durante la década de 1940, como el olvido que sufrió en la década del 60, hayan retrasado la cabal apreciación del genio singular de Sibelius. Ahora que sus composiciones están de vuelta en las salas de concierto con cierta frecuencia, podemos oír sin prejuicios sus cualidades especiales y únicas.

 

http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/sinfonia-numero-2-de-jean-sibelius/


 



domingo, 28 de septiembre de 2014

Concierto para violín (Sibelius)

El concierto para violín en re menor, op. 47, es una obra compuesta por Jean Sibelius en 1903. Fue el único concierto para instrumento solo que escribió el compositor (aunque sí compuso otras piezas de menor entidad, como sus seis humorescas para violín y orquesta).

Historia

Originalmente Sibelius dedicó el concierto al notable violinista Willy Burmester, quien prometió interpretarlo en Berlín. Sin embargo, por razones financieras, Sibelius decidió estrenarlo en Helsinki, y dado que Burmester no tenía disponibilidad para viajar a Finlandia, Sibelius asignó la responsabilidad a Victor Novacek, profesor de violín del conservatorio de la ciudad. El estreno tuvo lugar en 1903 bajo la dirección de Sibelius. Novacek tocó pobremente y el estreno fue un desastre.
Sibelius no permitió la publicación de esta versión y realizó varias revisiones. Borró bastante material que sentía que no funcionaba. El estreno de la nueva versión corrió a cargo de Richard Strauss y la Berliner Philharmoniker. Sibelius no estuvo presente. La parte solista fue ofrecida nuevamente a Willy Burmester, quien de nuevo no estaba disponible. Esta vez Karel Halir, líder de la orquesta, interpretó su parte. Burmester se ofendió tanto que decidió nunca interpretar el concierto, y el compositor lo re-dedicó al niño prodigio húngaro Ferenc von Vecsey de apenas doce años para la época. Vecsey aprendió el concierto y lo interpretó a los 13 años, aunque no pudo hacer frente a los extraordinariamente complejos requerimientos técnicos de la pieza.
La primera versión fue desempolvada por primera vez en 1990 cuando los herederos de Sibelius permitieron un concierto y una grabación de la pieza por la compañía BIS; en ambas ocasiones el solista fue Leonidas Kavakos.

Orquestación y estructura

El concierto fue orquestado para 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, tímbal y cuerdas.
Como otros conciertos, la pieza se divide en tres movimientos:
1.     Allegro moderato en re menor
2.     Adagio di molto en sí bemol menor
3.     Allegro, ma non tanto en re menor
El primer movimiento está organizado en forma sonata. El primer tema es expuesto por el solista y luego repetido por los clarinetes.

La primera aparición notable de las cuerdas es para anunciar el segundo tema. Algo notable en este movimiento es que la cadenza se usa como parte del desarrollo.
El tercer movimiento es conocido entre los violinistas por su difícil técnica. Fue descrito por Donald Francis Tovey como una "polonesa para osos polares". Precedido por una introducción rítmica asignada a la percusión y las cuerdas bajas, el solista introduce el primer tema. El segundo tema es presentado por la orquesta y tiene una marcada apariencia de vals.

Wikipedia


domingo, 21 de septiembre de 2014

 Cabalgata Nocturna y Amanecer, Op. 55 – Johan Sibelius


La idea para Cabalgata Nocturna y Amanecer, Op. 55, viene a Sibelius (así se lo escribió a su biógrafo Ekman), en 1901 durante un viaje a Roma.


 La idea tardó tiempo en madurar y adquirir forma, la obra data de 1909. Como uno puede imaginarse por el título, la obra se divide en dos partes, la primera real y la segunda evocativa. 


La furia del prólogo, la tenaz y jadeante persistencia de un ritmo galopante que se sucede per algunos cientos de compases antes de pararse completamente, representan La Cabalgata Nocturna, no solo con realismo (que es de poca importancia), con gran vigor y convicción. 


La parte del Amanecer es necesariamente una cuestión de carácter confeccionada a través de una yuxtaposición de instrumental, dinámicos planos y claves relacionadas. 


En estas obras Sibelius tiene la sensibilidad y destreza del verdadero romántico.



http://www.refinandonuestrossentidos.com/johan-julius-christian-sibelius/



La historia de "Finlandia" de Sibelius

Finlandia de Jean Sibelius (1865 - 1957) es una de las obras clásicas que podemos encuadrar dentro de la categoría de popular. Obra que aparece en todas las antologías de música nórdica. Pero... ¿conocen los aficionados el origen de esta obra?

Todos sabemos que es un poema sinfónico que ensalza el nacionalismo finlandés. Pero esta Finlandia, no describe los paisajes, los mitos o las gentes del país de los mil lagos. Es una obra de reivindicación política, en este caso contra el Imperio Ruso, y ahí se suele acabar el conocimiento que tenemos de la misma.

Podemos distinguir varias secciones en el poema sinfónico. Un inicio grave, amenazador muestra a una Finlandia oprimida por el Imperio Ruso. Tras ese inicio de tono severo, Finlandia se levanta y comienza la lucha por su libertad (2:50), los metales despiertan con su fanfarría, y poco a poco se imponen al primer tema, desembocando en una música más viva, casi festiva (3:28), Finalndia ha alcanzado su libertad. Ahora es el momento de cantar las glorias del país en una sección cantabile, como si de un himno se tratase (4:34), sigue la música victoriosa para volver a repetir el himno majestuosamente (7:14), antes de la gloriosa conclusión.

Muchos años más tarde, en plena Segunda Guerra Mundial, en 1941 y, tras el ataque de la Unión Soviética (más imperialista, aún si cabe, que en la época zarista), el poeta Veikko Antero Koskenniemi iba a escribir un poema para unir aún más al pueblo en la lucha por la libertad.

Recordemos que Finlandia se encontró prácticamente sola en el mayor conflicto bélico de la historia. Tuvo que soportar tres guerras. Contra la Unión Soviética (1939 - 1940), en la llamada Guerra de Invierno. Nuevamente contra los soviéticos en la llamada Guerra de Continuación (1941 - 1944), en la que Finlandia tuvo un aliado poco recomendable, al haber sido abandonada por las potencias occidentales, la Alemania nazi. Y, como con determinados amigos no te hacen falta enemigos, el conflicto acabó en la Guerra de Laponia (1944 - 1945), en la que Finlandia expulsó definitivamente a los alemanes.

Himno Finlandia

       Oh Finlandia contempla el brillante amanecer
  que ha vencido a la noche y la tristeza.
Oigo a la alondra gozosamente cantar,
como la vergüenza y la servidumbre se han desvanecido.
Un nuevo día traerá nueva libertad
¡Vuelves a ser libre Patria mía!

Oh Finlandia en la hora de tu libertad,
tu pueblo ha luchado con fuerte brazo.
En todo el mundo suene la orgullosa noticia,
Libres son ahora bosque y lagos, libres tus playas,
Cayó el tirano que una vez te hirió,

Patria mía ¡vive en libertad!

 Veikko Antero Koskenniemi

Aclarar que el utilizado como Himno Nacional Finlandés, no es Finlandia, sino Maamme (Nuestra tierra) con música de Fredrik Pacius y letra de Johan Ludvig Runeberg. Desde 1990 Estonia, independiente de lo que fue la Unión Soviética, utiliza la misma composición de Pacius como himno nacional, lo que ha hecho que en Finlandia se hayan planteado en alguna ocasión utilizar el final de la obra de Sibelius.


http://alamusica.blogspot.de/2013/09/la-historia-de-finlandia-de-sibelius.html


lunes, 18 de agosto de 2014




Sarah Chang

Reconocida como una de las grandes violinistas del mundo, Sarah Chang nació en Filadelfia, Estados Unidos, y se formó en la Juilliard School con Dorothy DeLay. Desde su debut con la Filarmónica de Nueva York, a los 8 años, ha tocado con las mejores orquestas, directores y acompañantes en una carrera que abarca más de dos décadas. Este año cumple 20 años de grabaciones en exclusividad para el sello EMI Classics.


Realiza numerosas giras durante todo el año. Se destacan en 2012 sus conciertos en Canadá y Estados Unidos con las orquestas Sinfónica de Toronto, Sinfónica de Pittsburgh, Filarmónica Nacional, Filarmónica de Boulder y Filarmónica de Calgary. En 2011 se presentó junto a la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica Nacional (Washington), la Filarmónica Real y la Sinfónica de Pittsburgh. También tocó en Noruega, Rumania, Austria, Canadá, Polonia y Dinamarca. Con frecuencia actúa en el Extremo Oriente; en 2010 regresó a Seúl para realizar conciertos con la Filarmónica de Londres y para actuar con la Sinfónica de Guangzhou, en el marco del Festival de Apertura de los Juegos Asiáticos.

Viaja con regularidad por el mundo ofreciendo recitales; en la gira de su última temporada visitó Londres, Zurich, Dublín, San Francisco, Los Ángeles, Moscú y San Petersburgo. Ha realizado música de cámara con artistas como Pinchas Zukerman, Wolfgang Sawallisch, Yefim Bronfman, Leif Ove Andsnes, Yo-Yo Ma, Isaac Stern y miembros de la Orquesta Filarmónica de Berlín. 

Su última grabación, el vigésimo disco para EMI Classics, que incluye los conciertos de Brahms y Bruch -con Kurt Masur y la Filarmónica de Dresde-, fue recibida con excelentes críticas. También lo fue su disco de 2007 con las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Además grabó en vivo el Concierto Nº 1 para violín de Prokofiev y el Concierto Nº 1 para violín de Shostakovich, con la Filarmónica de Berlín bajo la batuta de Sir Simon Rattle; “Fire and Ice”, un disco con Plácido Domingo dirigiendo la Filarmónica de Berlín; el Concierto de Dvorák con la Orquesta Filarmónica de Londres y Sir Colin Davis; así como música de cámara y sonatas con artistas como los pianistas Leif Ove Andsnes y Lars Vogt.

En 2006 fue distinguida como una de las 20 mujeres más influyentes del mundo por la revista Newsweek y en 2008 fue elegida como Líder Mundial Juvenil por el Foro Económico Mundial (WEF) por sus logros profesionales, compromiso con la sociedad y potencial para influir en el futuro del mundo.

En 2005 la Universidad de Yale nombró una butaca en el Sprague Hall con su nombre. En junio de 2004 tuvo el honor de correr con la antorcha olímpica en Nueva York y ese mismo mes se convirtió en la persona más joven en formar parte del Salón de la Fama del Hollywood Bowl. También en 2004 fue premiada por la Academia Musical Chigiana en Siena, Italia. Ha recibido el premio Avery Fisher; el premio Gramophone “Artista joven del año"; el premio ECHO alemán por el éxito de ventas discográficas; “Artista revelación del año” en los International Classical Music Awards de Londres y el premio coreano “Nanpa”. En 2011 fue nombrada Embajadora Artística de los Estados Unidos. 

http://www.hagaselamusica.com.ar/interpretes/solistas/sarah-chang/