Leer, leer, leer, vivir la vida que otros soñaron. Leer, leer, leer, el alma olvida las cosas que pasaron. Se quedan las que quedan, las ficciones, las flores de la pluma, las solas, las humanas creaciones, el poso de la espuma. Leer, leer, leer; ¿seré lectura mañana también yo? ¿Seré mi creador, mi criatura, seré lo que pasó?
Lalo, Édouard
Romanticismo -Francia [1823-1892]
Compositor de tradición militar, renunció a ella para dedicarse a la música. Viajó a estudiar al Conservatorio de París, pero la pobreza y la desilusión por el formalismo del sistema de enseñanza, lograron que prefiriera los profesores particulares y su propio análisis de las obras maestras. En los años cuarenta del siglo XIX compuso obras como su Fantasía original para violín y piano. Durante ocho años abandonó la composición para dedicarse a enseñar y tocar la viola en el cuarteto Armingaud que fundó. Sus primeras obras datan de esta época, como un trío y dos piezas para violoncello, a los que seguió la primera versión de su Cuarteto, op. 19. Su mujer ló estimuló para componer una ópera, Fiesco, de triste destino. Luego abandonó el género operístico para componer música instrumental y orquestal.
Cronología
•1823 Nació el 27 de enero en Lille.
•1839 Se trasladó a París para estudiar en el Conservatorio.
•1847 Se presentó al Prix de Rome, pero sólo obtuvo la segunda plaza.
•1850 Fue miembro de la Sociedad Filarmónica bajo la dirección de Berlioz.
•1855 Fundó el Cuarteto Armingaud.
•1865 Se casó con Bernier de Maligny, alumna suya.
•1871 Junto a Saint-Sáens y Alexis de Castillon fundó la Sociedad Nacional de Música.
•1874 Sarasate estrenó su Concierto para violín y orquesta en fa mayor, Op. 20.
•1882 Su ballet Namouna se estrenó entre los aplausos de los músicos y los abucheos del público.
•1888 El rey de Ys se representó en la Ópera Comique.
•1892 Murió el 22 de abril en París.
Principales Obras
•1858 Sonata para violoncello.
•1866 Fiesco (ópera).
•1873 Sinfonía española.
•1875 El rey de Ys (ópera).
•1878 Fantasía noruega.
•1879 Rapsodia noruega.
•1881 Concierto ruso.
•1882 Namouna (ballet).
•1883 Concierto para violín y orquesta.
•1889 Concierto para piano.
•1891 Nerón (pantomima).
Obertura de Sueño de una Noche de Verano - Félix Mendelssohn
Félix Mendelssohn compuso esta obra entre el 8 de julio y el 6 de agosto de 1826. Se estrenó en Stettin, el 20 de febrero de 1827. La habilidad artística, la originalidad y la madurez que Mendelssohn exhibe en esta pieza temprana son sorprendentes. En ciertos sentidos, jamás sobrepasó lo logrado en su adolescencia. Sus últimas obras son a veces más cultas, sin embargo, su habilidad artística estaba completamente desarrollada a la edad de 17 años.
De manera que cuando se le encargó proporcionar música incidental adicional para varias escenas de Sueño de una Noche de Verano, pudo, sin ningún esfuerzo, volver a entrar en el equivalente musical del país de las hadas de Shakespeare que había creado 17 años antes.
Aunque las obras de Shakespeare se conocían desde hacía mucho tiempo en los países de habla alemana, el dramaturgo inglés no empezó a ser leído ampliamente en Alemania hasta que, en 1801, apareció una nueva serie de traducciones definitivas. Las nuevas versiones estaban teñidas de romanticismo y así lograron el difundido atractivo que tuvieron entre los artistas e intelectuales del siglo XIX. Ludwig Tieck, uno de los traductores, llamó a Sueño de una Noche de Verano "una obra maestra romántica". Y así también le parecía a Mendelssohn, que leyó el drama una y otra vez en su jardín. Tenía apenas 17 años cuando le escribía a su hermana Fanny: "Me he acostumbrado a componer en nuestro jardín... Hoy o mañana voy a soñar allí el Sueño de una Noche de Verano. ¡Soy muy caradura!"
Es sorprendente que un muchacho joven pudiera componer una obra tan pulida y original como la Obertura de Sueño de una Noche de Verano. Lo que es aun más sorprendente es que la música capta perfectamente el espíritu inglés de la comedia de Shakespeare. Mendelssohn todavía no había visitado Inglaterra ni había viajado más allá de su tierra natal. Sus composiciones narrativas de viajes, tales como Las Hébridas de 1830 o la Sinfonía Italiana de 1833, o la Sinfonía Escocesa de 1842, quedaban todavía para un futuro lejano.
Un compositor adolescente, incluso uno de genio tan precoz como Mendelssohn, quiere mostrar su última obra en proceso a su profesor. Así que el compositor llevó un esbozo de la introducción y exposición de la obertura a Adolph Bernhard Marx.
Marx, que se convirtió en amigo de Mendelssohn en 1824, era un brillante y claro teórico e historiador musical, así como algo de compositor. Estaba trabajando en su tratado Sobre la Pintura en la Música en el momento en el que era profesor de Mendelssohn, así que se mostró muy interesado en la obertura programática de su alumno. Más tarde, Marx recordaba que "los acordes introductorios y la danza de los elfos eran tal como las conocemos. Luego, ¡qué pena!, seguía la obertura propiamente dicha, pero yo no pude relacionarla con Sueño de una Noche de Verano. Como amigo fiel me sentí moralmente obligado a decirle al compositor francamente lo que pensaba. Se sintió preocupado, irritado e incluso herido, y escapó sin decir adiós."
Unos días más tarde el compositor envió una nota de disculpas y pidió consejo a Marx para ajustar la obertura de modo que estuviera más de acuerdo con la obra teatral. "No le fallé", escribió Marx. "Corrí en su auxilio y señalé que una obertura tal debe reflejar fielmente y por completo el drama del cual debía ser prólogo. Con entusiasmo y devoción absoluta él emprendió el trabajo nuevamente. De la versión original, sólo podía salvarse la alusión al vagabundeo del amante en el primer motivo; todo lo demás debía escribirse nuevamente... Insistí en que guardara un lugar para los bufones e incluso para el rebuzno ardiente de Bottom. Siguió mi consejo y la obertura tomó la forma que conocemos actualmente."
Cuando se estrenó la obertura, Marx publicó una crítica muy favorable. Mendelssohn apreciaba el apoyo y la ayuda de su amigo, aunque el padre del compositor tenía dudas respecto del maestro. Abraham Mendelssohn decía: "La gente que habla con tanta aptitud, pero que no produce nada apto, ejerce una mala influencia sobre los talentos productivos." El compositor y su maestro finalmente se distanciaron cuando Mendelssohn se negó a interpretar un oratorio trivial de Marx, en Leipzig.
Podemos muy bien preguntarnos cómo era la versión original de la obertura. Los esbozos que Marx criticó no han sido conservados. Pero el resultado final, debido en pequeña o gran parte al consejo de Marx, es una de las obras maestras de la música orquestal romántica. Es maravillosamente evocativa del mundo élfico de la obra de Shakespeare, especialmente en los acordes de los vientos de madera de la apertura y en el siguiente scherzando de las cuerdas. Un momento delicioso se produce cuando Bottom, el patán, es representado por el corno y el oficleido (un instrumento obsoleto que se parecía al saxofón pero con una boquilla metálica redonda; actualmente esta parte, por lo general, se interpreta con la tuba) entrometiéndose de forma grosera en un pasaje delicado de vientos de madera y cuerdas. Es especialmente hermosa la concluyente transformación del dogmático tema principal en una melodía graciosamente lírica de los violines.
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia. Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña. La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada. No puede haber nada tan fuerte como una voz cuando esa voz es la del alma. En el sonido con que suena siento el sonido de una música lejana. Y en la energía remota que la mueve siento el calor de una remota llamarada. Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa. Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa. Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra. El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura. Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer las ilumina. Porque este nombre las arranca de las tinieblas en que estaban sumergidas. Una por una recuperan su resplandor espiritual y resucitan. Una por una se levantan con el candor y la belleza que teman. La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso se disipa. Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin palabras tiene vida. Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las noches y los días. El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta melodía. Mi vida entera permanece porque este nombre que recuerdo no me olvida. Porque este nombre me sostiene con emoción desde su tierna lejanía. Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda que el silencio. Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible como el viento. Se conocía que vivía por la canción que lo tenía prisionero. Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo estaba muerto. Le pesadumbre de las horas era mas íntima que nunca en aquel tiempo. Porque las noches eran largas; porque los días de las noches eran lentos. La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas en el cielo. El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón estaba seco. ¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto ? ¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos? Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la mano. Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora vive atado. Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy cantando. Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido ni lejano. La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el corazón del ser amado ? La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se quema sin descanso ? Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos. Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio. Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando. El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto.
Un siglo con ‘Platero y
yo’
Las editoriales lanzan nuevas ediciones de
'Platero y yo' de Juan Ramón Jiménez, el poeta que hace 100 años dio a conocer
el mundo de Moguer
“Platero
es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos. Come de todo y los del pueblo dicen que tiene acero...”.
Estas palabras publicadas hace un siglo en Platero
y yo, deJuan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva,
1881-San Juan, Puerto Rico, 1958), son historia de la literatura
universal. Es uno de los libros más traducidos en los últimos cien años,
después de La BibliayEl Quijote.La Fundación
Juan Ramón Jiménezha
preparado para 2014 un centenar de actividades entre las que se incluye la
publicación de una nueva edición dePlatero y yo. El ejemplar no saldrá a la
venta, se repartirá gratuitamente entre todos aquellos ciudadanos que acudan a
lo largo del año a Moguer, el lugar de nacimiento del poeta y donde se
encuentra la Fundación Zenobia, dedicada al estudio y la investigación en todo
lo relativo al escritor. Será una edición especial, según los responsables, en
la que se seguirán los criterios estéticos y tipográficos que marcó el autor.
También se podrá escuchar una reproducción sonora del capítuloLa
púa, leído por Zenobia Camprubí, esposa del poeta.
Influenciado porRubén Daríoy los simbolistas franceses, Juan
Ramón Jiménez contó en ese libro centenario la amistad entre un burro y un
poeta. El autor hace una exaltación de la naturaleza, y presenta al
hombre en contacto y armonía con su entorno, a través de un lenguaje repleto de
símbolos y metáforas. Platero y yo
pertenece a la primera de las tres etapas en las que los expertos en la obra
del poeta estructuran su trabajo. En ese libro destacan las precisas
descripciones del paisaje, los sentimientos vagos, la melancolía, la
música, el color, los recuerdos y ensueños amorosos y la muerte.
La profesora de
Filología y adaptadora de clásicos para ediciones infantil y juvenil Rosa
Navarro Durán es una ardua defensora de la lectura de los clásicos en todas las
edades para poder adquirir una cultura sobre la que asentarse en la edad
adulta. ¿Por qué hace estas adaptaciones? "En un intento de que no
desaparezcan. Los clásicos son un patrimonio que poseemos. Si dejan de leerse
las nuevas generaciones terminarán olvidándose de ellos. Hay libros que con 13
o 14 años todavía no se pueden leer porque los jóvenes no los entenderían, pero
sí deben conocer su existencia". Navarro puntualiza que está descubriendo
en la Universidad e incluso jóvenes que ya han acabado la carrera que
desconocen la existencia de libros que deberían haber formado parte de su
cultura. "Es impensable que los franceses o los británicos desconozcan a
sus clásicos".
En el libro adaptado para la editorial Edebé con
ilustraciones del artista Francesc Rovira, la filóloga se ha salido del texto
para no usurpar la voz del poeta.Juan Ramón Jiménez y su Platero es
"una adaptación fiel al texto. No añado nada de mi cosecha. He
seleccionado una serie de capítulos para que el lector disfrute y goce de la
naturaleza. El poeta muestra un friso pictórico de la naturaleza con
descripciones maravillosas del paso de las estaciones".
Michael P. Predmore,
especialista en la obra de Juan Ramón, ofrece en el volumen de Cátedra un texto
cuidado de la edición alargada (1917), cuatro apéndices y un estudio de esta
obra clave de la literatura del siglo XX. En Anaya Juvenil, han publicado una
edición con motivo del centenario con ilustraciones de Thomas Docherty. Platero y los niños (Bruño)es
un trabajo de adaptación de Mercedes Figuerola e ilustrado por Juan Ramón
Alonso.Sus autores explican que "se trata de un álbum, basado en el libro
dePlatero y yo,en
el que un narrador imaginario cuenta su infancia en Moguer, cuando paseaba con
Platero por el pueblo. Con un lenguaje muy poético y cercano a los niños, se
recrean los episodios más significativos de la obra de Juan Ramón
Jiménez". Además en este año se publica una edición dePlatero
y yo(Editorial 33)
con ilustraciones de los humoristas gráficos Patxi e Idígoras.
La primera
edición
La primera publicación de Platero y yola realizó en 1914 la editorial La
Lectura. En aquella ocasión se publicaron 63 de los 138 capítulos de los que
consta la obra. Tal y como recoge la Fundación Juan Ramón Jiménez, el Nobel
tardó siete años es escribirlo. Esa primera edición se publicó en 1914 con el
título Elegía Andaluzay la completó en 1917. La primera
estaba destinada a formar parte de la colección Biblioteca de la Juventud. Al
autor no le gustó la edición porque “estaba descuidada y no le gustaron las
ilustraciones”. Tampoco le entusiasmaba el título y planteó otros alternativos
como Platero residente, Platero,
Primer Platero, Otra vida de Platero, Último Platero. Y asegura en
algunos escritos que las páginas de esa obra, escritas a los 24 años, no le
llevaron más de 10 minutos.
La obra del poeta, según el director de la
Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez Antonio Ramírez Almansa,
"supone el comienzo de la luz y el color en la literatura. Con ella se
pone fin a los negros de Goya, a los grises de Zuloaga y comienza una nueva
configuración que va a inspirar luego a las Generaciones del 14 y del 27 y, en
definitiva, a la poesía absolutamente intemporal que ofrece la prosa lírica de
Juan Ramón Jiménez”.
Canciones con historia: THE SOUNDS OF SILENCE / SIMON & GARFUNKEL
The Sounds of Silence es una canción que popularizó en la década de los 60 el dúo estadounidense Simon & Garfunkel.
Fue escrita el 19 de febrero de 1964 por Paul Simon, tras el asesinato del Presidente John F. Kennedy, que ocurrió el 22 de noviembre del anterior año.
Simon estaba seguro de que la canción sería una forma de recoger el sentimiento emocional popular tras el desafortunado suceso.
La canción, interpretada por ambos miembros del grupo y acompañada por la guitarra deSimon, fue originalmente grabada como una pieza acústica de su primer álbum, Wednesday Morning, 3 A.M., pero posteriormente fue retocada con instrumentos eléctricos, y reeditada como single en septiembre de 1965, el cual llegaría a alcanzar el número uno de las listas americanas el día de Año Nuevo de 1966. Esta versión se incluyó en el álbum Sounds of Silence.
Si bien en el primer álbum aparecía con el nombre The Sounds of Silence, éste sería cambiado por The Sound of Silence (le quitan una "s") a partir de su aparición en el álbum Sound of Silence. Ambas formas, aparecen a lo largo de la letra de la canción.
El tema ocupa el puesto centésimo quincuagésimo sexto de la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos, según la revista Rolling Stone.
PD: En algunas misas católicas he escuchado este tema...