domingo, 5 de octubre de 2014

EL JUEGO EN QUE ANDAMOS – Juan Gelman
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,

que me juego la muerte.


 El Jugador


En una calurosa tarde de verano, en un tren con destino a ninguna parte
Me reuní con el jugador. Los dos estábamos muy cansados para dormir.
Así que nos turnamos para mirar por la ventana a la oscuridad.
El aburrimiento nos alcanzó y él comenzó a hablar.


Dijo: "Hijo, he hecho una vida fuera de leyendo las caras de la gente.
Conozco que cartas son por la manera en que ellos tienen sus ojos.
Así que si no te importa que lo diga, puedo ver que estás sin ases,
Por un sorbo de tu whisky, te daré un consejo. "

Así que le entregué mi botella y se bebió el último trago.
Luego gorroneó un cigarrillo y me pidió lumbre.
Y la noche adquirió un silencio mortal, y su cara perdió toda expresión.
Él dijo, "Si vas a jugar el juego, muchacho, tienes que aprender a jugarlo bien.

Tienes que saber cuándo mantenerlas, saber cuándo doblarlas
Saber cuándo irse, saber cuándo correr.
Nunca cuentes tu dinero cuando estés sentado en la mesa.
Ya habrá tiempo suficiente para contar cuando el trato esté hecho.

Cada jugador sabe que el secreto para sobrevivir
Es saber qué tirar y saber qué conservar.
Porque cada mano es un ganador y cada mano es un perdedor
Y lo mejor que se puede esperar es morir en su sueño. "

Y cuando terminó de hablar, se volvió hacia la ventana,
Apagó el cigarrillo, se perdió en el sueño.
Y en algún lugar en la oscuridad, el jugador salió sin ganar ni perder.
Y en sus últimas palabras, encontré un as que me podía guardar.

Tienes que saber cuándo mantenerlas, saber cuándo doblarlas
Saber cuándo irse, saber cuándo correr.
Nunca cuentes tu dinero cuando estés sentado en la mesa.
Ya habrá tiempo suficiente para contar cuando el trato esté hecho.

Tienes que saber cuándo mantenerlas, saber cuándo doblarlas
Saber cuándo irse, saber cuándo correr.
Nunca cuentes tu dinero cuando estés sentado en la mesa.
Ya habrá tiempo suficiente para contar cuando el trato esté hecho.

Tienes que saber cuándo mantenerlas, saber cuándo doblarlas
Saber cuándo irse, saber cuándo correr.
Nunca cuentes tu dinero cuando estés sentado en la mesa.
Ya habrá tiempo suficiente para contar cuando el trato esté hecho.


 A UN OLMO SECO – ANTONIO MACHADO

  Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

  No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.




La Traviata, historia de una pasión  - Giuseppe Verdi



ACTO I
Fiesta en un lujoso salón en casa de la cortesana Violetta Valery.

Entre los invitados se encuentran su amiga y confidente Flora Bervoix, el barón Douphol, su amante y protector, y el vizconde Gastone de Létorières, a quien acompaña el joven Alfredo Germont que es presentado a los asistentes. Durante la cena, Alfredo, enamorado de Violetta, ofrece un apasionado brindis a la anfitriona (“Libiamo, libiamo ne lieti calici”) y mientras los invitados se trasladan al salón del baile aprovechando que ella queda atrás presa de un ataque de tos, le declara su amor. Alfredo le propone abandonar la vida en París y huir juntos al campo donde podrá recobrar su salud, pero ella rechaza ese amor, demasiado puro, aunque le da una camelia aceptando que la visite al día siguiente, cuando esta marchite.
Cuando todos los invitados han abandonado la fiesta, Violetta reflexiona sobre su vida frívola y despreocupada y la soledad que siente, y sueña con aquello que Alfredo le propone, aunque con su voz trata de cubrir el eco de esas palabras que suenan en su interior (“Sempre libera”).

ACTO II
Escena primera. Una casa de campo en las cercanías de París.

Tres meses han pasado y Violetta y Alfredo viven felices juntos. Alfredo, avergonzado y alarmado, marcha a París al enterarse por Annina, la doncella, de la precaria situación económica que obliga a Violetta a vender sus propiedades para sufragar los gastos de la casa. Por su parte Violetta, al tiempo que lee una invitación a un gran baile en casa de su amiga Flora, recibe la visita de Giorgio Germont, padre de Alfredo, que le responsabiliza de causar la ruina moral y económica de su hijo. Aunque pronto se disculpa al descubrir la pureza de los sentimientos de Violetta, le ruega que sacrifique su amor y abandone a Alfredo, evitando así el descrédito de su familia . Violetta se resiste, pero finalmente, accede a plegarse a los deseos del anciano. 

A su regreso, Alfredo encuentra una nota de despedida y, sobre la mesa, la invitación de Flora. Lleno de celos y desesperado, y sin alcanzar consuelo en brazos de su padre, se dirige a la fiesta en busca de venganza.

Escena segunda. Fiesta de disfraces en la casa de Flora en París.
Entre mesas de juego, los invitados comentan la separación de Violetta y Alfredo, cuando este hace acto de presencia y toma asiento en una de las mesas. Violetta entra en el salón del brazo del barón Douphol, quien ante las insolencias que Alfredo dirige a su acompañante, le desafía en el juego. La tensión entre ambos crece y el barón retará en duelo a Alfredo cuando con desprecio le arroja a Violetta una bolsa llena del dinero ganado en el juego. Violetta se desmaya conmocionada, momento en el que entra Giorgio Germont reprobando la actitud de su hijo.

ACTO III
Dormitorio en casa de Violetta.

Violetta que vive sola con su fiel Annina; está gravemente enferma y apenas tiene dinero para sobrevivir. Se encuentra en cama cuando recibe la visita del médico que tranquiliza a la enferma, pero confiesa a Annina que le quedan muy pocas horas de vida. Se marcha Annina y Violetta vuelve a leer la carta que ha recibido del padre de Alfredo en la que le dice que ha revelado a su hijo el sacrificio de su amada y que Alfredo se ha puesto en camino para pedirle perdón. Ella lamenta su enfermedad y recuerda los bellos momentos del pasado ("Addio, del pasato ...”).Por la ventana entra el bullicio del Carnaval que se celebra en la calle y que contrasta con la tristeza que invade la habitación. Aparece Alfredo, a quien acompaña su padre, y los enamorados se funden en un abrazo en el que todas las pasadas amarguras se han olvidado. Alfredo dice a Violeta que la llevará fuera de París ("Parigi, o cara..") y sueñan con una vida juntos.

Violetta desfallece, aunque consigue levantarse llena de esperanza. Súbitamente cesa la agitación de la enferma, y reviviendo los momentos felices de su amor, Violeta muere.
LOS PERSONAJES

VIOLETTA VALERY (Soprano)
Bella cortesana parisiense entregada a la riqueza y al placer a pesar de la grave enfermedad que le aqueja. No conoce el verdadero amor hasta que se enamora de Alfredo Germont y, por él, abandona su antigua vida.

ALFREDO GERMONT (Tenor)
Joven perteneciente a la alta burguesía y económicamente depende de su padre. Enamorado apasionadamente de Violetta, logra que esta abandone su vida licenciosa por su amor.

GIORGIO GERMONT (Barítono)
Padre de Alfredo. No aprueba la relación entre su hijo y Violetta, y le pide a esta que abandone a su hijo para no poner en riesgo la posición familiar, desencadenando el drama.

FLORA BERVOIX (Soprano)
Cortesana, amiga de Violetta. Disfruta de amores y vida disipada. Celebra la gran fiesta de disfraces en la que Violetta y Alfredo se reencuentran tras su separación.

ANNINA (Mezzosoprano)
Fiel doncella de Violetta. Le acompañará hasta su muerte.

GASTONE, VIZCONDE DE LETORIÉRES (Tenor)
Miembro de la nobleza parisina y amigo de Alfredo. Es Gastone quien le presenta a Violetta.

BARONE DOUPHOL (Barítono)
Rico aristócrata, amante y protector de Violetta antes de que esta conozca a Alfredo. Tras la separación de los jóvenes enamorados, de nuevo acompaña a Violetta a la fiesta de disfraces en casa de Flora. Allí retará en duelo a Alfredo.

DOCTOR GRENVIL (Bajo)
El médico de Violeta. Él sabe la gravedad de la enfermedad de Violeta y confiesa a la ayudante de cámara de la protagonista que su patrona morirá de forma inminente.




El Capricho italiano, de Tchaikovsky

El Capricho italiano es una obra para orquesta, del compositor ruso Pyotr Ilych Tchaikovsky. Fue compuesta entre enero y mayo de 1880 y estrenada en Moscú en diciembre de ese mismo año. Existe también una adaptación para piano en cuatro manos que hizo posteriormente el mismo Tchaikovsky. La obra está dedicada a Karl Davydov.

Como el nombre lo indica, la obra emula las melodías y sonidos propios del folklor italiano, que Tchaikovsky conoció durante un viaje realizado a Roma en enero de 1880. Aunque inicialmente el compositor pretendió que su obra fuese una fantasía, al final optó por componer un capricho. Si bien ambos géneros se caracterizan por su forma libre, la principal diferencia estriba en el carácter improvisatorio de la fantasía. El capricho, por su parte, se caracteriza por ser además una composición predominantemente instrumental, de carácter rápido e intenso.

La obra de Tchaikovsky presenta exquisitas melodías, un crescendo que recuerda los de Rossini. Es, en fin una colección de temas y danzas muy italianas y bellas. Como escribiera el mismo compositor: “He trabajado exitosamente durante los últimos días, y ya he preparado en bruto mi Fantasía Italiana sobre temas folklóricos, la cual, me parece, está destinada a tener un buen futuro. Será efectiva, gracias a sus deliciosos tonos, algunos de los cuales fueron escogidos de colecciones, y algunos de los cuales escuché por mí mismo en las calles”.

Definitivamente tuvo éxito en su obra, la cual muestra aún hoy ese encanto que tuvo siempre en la mente del músico y en el público. Esto muestra también la impresión positiva que por lo general se han llevado los músicos que visitan Italia –Mendelssohn escribió también una obra alusiva a la Península: la Sinfonía Italiana–, cuna del renacimiento y símbolo del progreso, la belleza, el virtuosismo y el gusto exquisito.

Para mí, el Capriccio Italien es la obra más bella de Tchaikovsky, –al menos en lo que respecta a sus obras cortas– y recomiendo al lector, si le gusta la música clásica y no ha tenido aún el placer de escuchar esta obra, que la escuche. Son quince minutos de belleza…

 http://michelle07.wordpress.com/2009/06/23/el-capricho-italiano-de-tchaikovsky/  


sábado, 4 de octubre de 2014

Límites - Jorge Luis Borges

De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano*.

Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.

No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino*.

Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son lo que me ha querido y olvidado;
espacio, tiempo y Borges ya me dejan.


Notas:
* Cuadrifonte Jano: En la antigua mitología romana, Jano es el dios de los comienzos, las transiciones, las puertas y el tiempo. Usualmente se representa con dos caras, una mirando al futuro y la otra al pasado. En este caso, Borges usa el término "cuadrifronte" (cuatro frentes) para describirnos un Jano con cuatro caras.
* Latino: Se refiere a los romanos en la toma y destrucción del imperio cartaginés.





Canciones con historia: Carly Simon - You're So Vain




...y su secreto
 
Carly Simon es recordada como una de las cantantes/compositoras más populares de principios de los '70. Hija menor de una familia de clase alta de Nueva York (su padre, Richard Simon, cofundó la casa editorial Simonand Schuster), empezó su carrera en la música formando dúo con su hermana Lucy autora, más tarde, de la música de The Secret Garden,  un show deBroadway.
Las hermanas lograron instalarse en las listas de ventas con el singleWinkin' Blinkin'and Nod. Corría el año de 1964. Simon debutó como solista en 1971 con un álbum  que tituló con su nombre y que incluyó su primer éxito,That's The Way I've Always Heard It Should Be, una canción militante contra el matrimonio. Su segundo disco, Anticipation (1971), incluyó un tema, con el mismo título del álbum, con el que la cantante gana el Grammy al Mejor Artista Nuevo, de ese mismo año. Su tercer álbum, que llegó al puesto número uno, fue No Secrets (1972), que incluía la canción You're so Vain, que despertó especulaciones en torno a la persona que describía Carly en la misma y cuya imagen quedaba, la verdad, francamente mal parada. Entre los nombres que se barajaron estaban  Mick Jagger, el incombustible cantante de los Rolling Stones, (quien cantó los coros en la grabación del tema); Warren Beatty, el progresista actor guaperas; Cat Stevens, quintaesencia del hippismo sentimental y, en fin, su propio marido James Taylor, cantante también de abultada fama con el cual se casó en noviembre de 1972, lo cual hace que dudemos razonablemente sobre la posibilidad de que fuera él.
Las especulaciones sobre el pretencioso personaje que inspiró la canción de la Simon no pasaron entonces de meros chismorreos, que engordaron la prensa rosa musical de la época. Sin embargo, después de treinta y un años, cosas de la historia, aquellos chismes se han convertido en noticia y en un jugoso ingreso para una sociedad benéfica de Massachussets. Carly puso en subasta, recientemente, su secreto, en un gesto que traspasa con mucho el mundo de la música y que debería ser motivo de un sesudo análisis sociológico, cuando menos. En la subasta, un tal Ebersol, ejecutivo de la cadena de televisión NBC, puso encima de la mesa 50.000 $ por saber él solito el secreto de la cantante, en un gesto que demuestra hasta qué punto los mitos del pasado tienen un gran valor en el futuro. El directivo dijo después: «Es por una buena causa y yo quise asegurarme de que Carly no tuviese que confesar el secreto a un extraño», lo cual demuestra que una subasta forja grandes amistades...
A pesar de la confianza, Carly ha obligado al directivo a firmar un contrato draconiano por el cual Ebersol se compromete a no revelar jamás el nombre que la cantautora le susurrará al oído, suponemos, una noche cualquiera. ¿Es Carly una tránsfuga de la globalización? ¿Es Ebersol un cotilla enfermo por conocer secretos importantes? ¿Qué pinta en esta historia un secreto que, al parecer, ya importaba poco...?
Es posible que estas preguntas (y otras que no se nos han ocurrido...) tengan respuesta en el cambio social y cultural de los últimos años, en la llamada globalización, que —visto lo visto— no es otra cosa que un negocio a lo bestia. Un secreto celosamente guardado durante tres décadas se destapa ahora a cambio de una gran cantidad de dinero... pero sólo lo conocerá una persona que, presuponemos, podrá dejarlo en testamento a alguien que a su vez lo transmitirá a otro, y éste a su vez a otro..., en una cadena que subyuga tan sólo con pensar en ella. Y que dará pingües beneficios, sin duda. Carly, el origen de todo, ha quedado como dios en todo este asunto: se gana la fama nuevamente, un bien intemporal, y el dinero lo regala a una entidad benéfica. Lo que pase después es cosa de las lagunas jurídicas del contrato que ha firmado Ebersol...
Resumiendo: «hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar (...) hace correr al cojo, al mudo le hace hablar...» (como decía el Arcipreste de Hita) y es seguro que la fama, que como apuntábamos tiene valor de cambio también, no le vendrá nada mal a este mito de la canción norteamericana y la subasta de su secreto, de paso, pone de relieve los avances culturales de este siglo de luces y sombras en donde la música parece condenada, cada vez más, a ser un objeto de usar y tirar. ¿Cuántos secretos podrán vender en un futuro los cantantes de Operación Triunfo, por poner un ejemplo? Y la pregunta queda dicha en un tono positivo para Carly Simon: sin su obra (inscrita en una apasionante época) y el mito que engendró entre miles de personas habría sido imposible que apareciera Dick Ebersol para poner la pasta encima de la mesa.
Carly Simon, la cantante que subastó su secreto, frisa los sesenta en la actualidad. Cuando escuchamos su voz transparente es inevitable pensar que con ella, una noche cualquiera, le susurró un nombre a un ejecutivo de la NBC que tendrá todos sus discos cuidadosamente ordenados junto al estéreo...