ES SÓLO TU FORMA DE HABLAR,
ME ESTÁS DICIENDO MENTIRAS.
ES TU FORMA DE HABLAR,
LLEVAS UN DISFRAZ.
TU FORMA DE HABLAR,
TAN MALINTERPRETADA,
TU FORMA DE HABLAR,
EN REALIDAD NO ERES BUENA.
NENA, NUNCA SABRÁS
LO QUE SIGNIFICAS PARA MÍ.
CHIQUILLA MÍA, TIENES TANTO,
QUE TE VAS A LLEVAR CONTIGO
TODA MI ENERGÍA.
CON TODA TU FORMA DE HABLAR,
ME DICES MENTIRAS,
Y EL BIEN AMARTE
AUN SIGUE EN MIS OJOS.
NADIE CREE LO QUE DICES,
ES SÓLO TU FORMA DE HABLAR,
QUE SE CRUZA EN EL CAMINO.
AMOR MÍO, ERES TAN BUENA,
Y ME TRATAS TAN MAL;
AHÍ VAS DE NUEVO
CON TUS MENTIRAS SOFISTICADAS,
DEJANDO QUE ME VEAN COMO SI FUERA UN TONTO,
CON TODA TU FORMA DE HABLAR.
HABLAR DE AMOR ESTÁ BIEN,
Y ESA FORMA DE HABLAR NO ES UN CRIMEN.
PERO SI ALGÚN DÍA ENCUENTRAS
A ALGUIEN A QUIEN AMES
HASTA EL DÍA EN QUE MUERAS,
ENTONCES ÉL TE ECHARÁ EN CARA
TODA ESA FORMA DE HABLAR.
ES SÓLO TU FORMA DE HABLAR,
ME ESTÁS DICIENDO MENTIRAS.
ES TU FORMA DE HABLAR,
LLEVAS UN DISFRAZ.
TU FORMA DE HABLAR,
TAN MALINTERPRETADA,
TU FORMA DE HABLAR,
EN REALIDAD TÚ NO ERES BUENA.
Las mujeres inteligentes saben que...
Si siempre vuelves con el hombre equivocado, tal vez no tengas la oportunidad de conocer al hombre correcto.
Las mujeres inteligentes saben que...
Las palabras "Te quiero" no salen con facilidad o rapidez de la boca de un hombre sincero.
Las mujeres inteligentes saben que...
Aunque ella sea la mujer adecuada, el hombre equivocado siempre será el hombre equivocado.
Las mujeres inteligentes saben que...
Todo hombre que no sabe "lo que quiere" no merece lo que tiene.
Las mujeres inteligentes saben que...
Si los hombres equivocados siempre te encuentran es porque das las señales equivocadas.
Las mujeres inteligentes saben que...
A menos que tengas conexiones con la INTERPOL, debes pensarlo dos veces antes de salir con un hombre mujeriego.
Las mujeres inteligentes saben que...
Esperar que un hombre cambie es como esperar que uno gane la lotería.
Las mujeres inteligentes saben que...
Algunos hombres cambian, pero cuando lo hacen también cambian de mujer.
Las mujeres inteligentes saben que...
No es inteligente aferrarse al dolor.
¡¡MUJER!! ¡¡Recuerda siempre!!... luce bonita, no importa si vas solo a tu trabajo...no se sabe si camino a éste encontrarás alguien que se fije en tu caminar.
¡Proyecta siempre que te sientes bonita!
¡Una mujer no solo es bonita cuando usa ropas caras o trae un buen maquillaje... una mujer refleja en la cara lo bonita que se siente si se muestra segura de si misma al caminar!
Los años que Bartók pasó en Estados Unidos (1940-1945) no fueron felices. Se
vio continuamente asediado por problemas de salud y de dinero. Forzado por la
guerra a abandonar su Hungría natal, Bartók y su esposa Ditta arribaron a Nueva
York en el mes de octubre de 1940. Tuvieron que buscar un lugar donde vivir y
medios para sustentarse. El primero de estos problemas era especialmente
difícil de resolver, porque necesitaban un apartamento lo suficientemente
amplio como para colocar los dos pianos, y lo suficientemente silencioso como
para que Bartók pudiera componer en paz. ¡Requisitos bastante difíciles de
encontrar en un apartamento barato en Nueva York!
Para los Bartók fue difícil adaptarse al estilo de vida tan diferente de Nueva
York. Una vez pasaron tres horas viajando en los subterráneos, "viajando
de aquí para allá en el seno de la tierra; finalmente, ya sin tiempo y sin
haber llevado a cabo nuestra misión, regresamos a casa avergonzados, por
supuesto, totalmente por debajo de la tierra". Además, sufrieron una
pesadilla típica de los viajeros: su equipaje llegó a Nueva York dos meses
después que ellos.
El compositor había esperado ganar dinero dando conciertos a dos pianos con
Ditta. Algunos amigos habían arreglado presentaciones en público, pero los
comentarios generalmente eran desfavorables, puesto que los críticos tenían
dificultades con la atípica música de Bartók. Como resultado de ello, en la
temporada siguiente tuvieron muy pocos compromisos: solamente una presentación
en concierto, tres recitales para dos pianos y cuatro conferencias que incluían
recitales.
Poco después de su llegada a Nueva York, Bartók fue investido doctor honoris
causa por la Universidad de Columbia. A su vez, esto condujo a que se le
contratara en esa Universidad para un trabajo de investigación con una
colección de grabaciones de música folclórica serbo-croata. El compositor
apreciaba enormemente este puesto, ya que significaba un ingreso regular, si
bien reducido, y porque además había sido un activo folclorista en Hungría. Su
remuneración era de 3.000 dólares al año. No obstante, estaba preocupado porque
no había ninguna garantía de continuidad del sueldo, ya que, de hecho, el
contrato debía ser renovado cada seis meses. Finalmente, la Universidad se
quedó sin dinero, pero algunos de los amigos de Bartók secretamente reunieron
fondos entre ellos para que continuara cobrando su salario. Como Bartók era
ferozmente orgulloso, y seguramente hubiera rehusado el dinero si hubiera sabido
de dónde provenía, sus amigos guardaron celosamente el secreto de este acto
caritativo. Un breve período como profesor invitado en Harvard contribuyó a
aumentar sus ingresos.
La salud de Bartók comenzó a decaer. Estaba débil y con frecuencia febril. Se
quejaba de dolores en los hombros y en las piernas, y perdió peso hasta llegar
a apenas 40 kilos. Sufrió un colapso mientras daba una conferencia en Harvard.
El diagnóstico era sombrío: tenía leucemia. La ASCAP (Sociedad Norteamericana
de Compositores, Autores y Editores), sociedad que se encarga de los derechos
de autor, asumió todos los gastos de su atención médica. El compositor estaba
muy deprimido. Sufría de una enfermedad debilitante, estaba a un océano de
distancia de su tierra natal y de la forma de vida que conocía, sentía la
guerra como un gran peso, no estaba en condiciones de tocar el piano, sus
ingresos eran escasos y no podía componer. Aunque ya hacía tres años que estaba
en Estados Unidos, no había escrito nada.
Nuevamente, sus amigos le prestaron secretamente su ayuda. Sus compatriotas,
Joseph Szigeti, el violinista, y Fritz Reiner, el director, acudieron a Serge
Koussevitzky, director musical de la Orquesta Sinfónica de Boston. Entre todos
elaboraron un plan para que se le encargara, a través de la Fundación
Koussevitzky, una composición musical. Koussevitzky visitó a Bartók en el
hospital y le ofreció un cheque de 500 dólares como adelanto del cincuenta por
ciento por una obra para orquesta. El compositor se mostró remiso a aceptar.
Sentía que sus días como compositor habían quedado atrás y que jamás
recuperaría fuerzas suficientes como para cumplir con el cometido. Pero le
entusiasmó la idea de escribir para una excelente orquesta y aceptó intentarlo.
El estímulo de este encargo hizo que mejorara su salud, y pudo terminar el
Concierto para Orquesta el verano siguiente. Los síntomas de su enfermedad iban
y venían. Consiguió que su médico, a regañadientes, le diera permiso para
viajar a Boston para los ensayos y la interpretación del concierto. A Bartók la
interpretación le pareció excelente y Koussevitzky pensaba que ese concierto
era la mejor obra que se hubiera escrito en el último cuarto de siglo. Por una
vez, los críticos se mostraron entusiastas y el público aclamó la obra. Como
resultado de este éxito, la suerte de Bartók comenzó a mejorar.
Aunque hasta ese momento prácticamente había sido ignorado como compositor en
ese país, de pronto se encontró asediado por encargos de composiciones. Se le
pidió que escribiera un séptimo cuarteto para cuerdas, un concierto para dos
pianos y un concierto para viola. Su música empezó a ser incluida cada vez más
en los programas y empezó a recibir ingresos por regalías. El Concierto para
Orquesta rápidamente pasó a formar parte del repertorio estándar; apenas cuatro
años después de su estreno, en todo el país se tocaba más la música orquestal
de Bartók que la de Berlioz, Liszt, Dvorák, Mahler o Schubert. Pero Bartók no
vivió para presenciar este éxito. Murió diez meses después del estreno del
concierto. No había logrado cumplir con muchos de sus últimos encargos, pero
con la confianza ganada por el éxito del Concierto para Orquesta, sí llegó a
componer el Tercer Concierto para Piano y la mayor parte del Concierto para
Viola.
Para Bartók resultó gratificante lograr reconocimiento y respeto, por más que
fueran tardíos. Resulta trágico que no compusiera muchas de las piezas que
había planeado. Cuando murió, fue llorado por todo el mundo musical. Pero es un
hecho estremecedor que uno de los escasos compositores modernos
indiscutiblemente grandes falleciera casi en la pobreza y estuviera próximo a
morir ignorado en medio de uno de los centros culturales más grandes del
"iluminado" siglo XX
"La aportación de Bartok a la escena húngara consiste en un tríptico: “El Castillo de Barba Azul”, “El príncipe de madera” y “El mandarín maravilloso”. Esto es: una ópera o, más exactamente, un drama lírico en un acto (“Barba Azul”), un poema coreográfico (“El príncipe) y una pantomima-ballet (“El mandarín). Las dos primeras se basan en textos y argumentos de Béla Balázs y la tercera parte de un libreto de Menyhért Lengyel. En cuanto a las fechas debemos considerar que “Barba Azul” data de 1911; “El príncipe de madera, de 1914-1916, y el “Mandarín de 1918-1919.
Menyhért Lengyel, nacido un año antes que Bartok, fue un escritor teatral húngaro que conoció un éxito de onda mundial: “Tifone” y que, más tarde, sintió una insistente predilección por los temas exóticos. En el caso de “Mandarín”, el exotismo del extraño personaje se encuadra en un tema y un ambiente fuertemente expresionistas que debieron satisfacer al Bartok del momento, superador de lo “folklórico” por vías de una violencia rítmica y una lujuria orquestal estremecedoras. Queda un tanto lejos la poética misteriosa del “Castillo de Barba Azul” o la magia de “El príncipe de madera”, si bien uno y otro elemento están presentes, transfigurados en “otra cosa”, en “El Mandarín”. Lo cierto es que la audacia del tema, con su “juego demoníaco del Amor y la Muerte”, impidió el estreno de la obra en Hungría y sólo fue llevada a la escena de Colonia, en forma de pantomima, el año 1925, bajo la dirección de Strobach.
La acogida fue desfavorable, pero para demostrar que no se trataba solamente del “argumento”, bastará constatar que cuando la “suite sinfónica” se dio en París, el año 1933, el recibimiento no resultó más positivo por parte de los melómanos cosmopolitas de la capital de Francia. En su forma de “ballet” fue presentado “El Mandarín maravilloso” en Buenos Aires, Teatro Colón, en 1936, según coreografía de Ciaplinski, y merece la pena recordar, por la exacta acomodación a la raíz expresionista de la obra bartokiana, la versión de A.M.Miloss en la Scala de Milán, en el año 1942. En Budapest la obra no llegó, en su forma representada, hasta 1945, poco después de la muerte de Bartok.
He aquí la síntesis argumental de la obra: “Nos encontramos en la periferia sórdida de una gran ciudad, ante la miserable vivienda de tres vagabundos y una muchacha. Los vagabundos piden a la muchacha que, con sus encantos, atraiga a los ricos transeúntes que, inmediatamente, serán robados. Después de la primera víctima, un viejo y gentil comerciante, aparece la segunda, un joven tímido y sin dinero, que es arrojado violentamente. El tercer transeúnte es un extraño personaje que llama la atención de todos. Se trata, en efecto, del “mandarín maravilloso”. Danza con la prostituta en un crescendo de extraña magia y erotismo. La persigue y cuando intenta lanzarse sobre ella para poseerla, los vagabundos atacan al mandarín, se apoderan de cuanto lleva e intentan ahogarlo. Cuando ya le suponen muerto, los vagabundos y su compañera, le ven alzarse de nuevo y fijar su mirada en la joven hasta paralizarla. Continúa la persecución y ahora los tres miserables hieren repetidas veces al temible personaje con una vieja espada. Mas el deseo pasional es más fuerte que todo y el excitado mandarín “vuelve a la carga”, esta vez con ojos suplicantes. La muchacha, entre aterrorizada y compasiva, hace salir de la estancia a sus compinches, dispuesta a entregarse al hombre que de tal manera la desea. Apenas satisfecha su pasión, el mandarín se desangra y muere”
La partitura sirve con genial propiedad esta suma de “lo macabro, lo grotesco y lo perverso”, como diría Haraszti, y nos demuestra hasta dónde se puede llegar sin renunciar v a una serie de principios sutilmente clavados en lo popular. Mucho más amarga y “brutal” que la “Salomé” de Strauss, este lírico reflejo de insatisfacciones, tardó en imponerse. Recordemos que cuando Jean Martinon dirige “El mandarín” a la Orquesta Nacional, en marzo de 1953, no faltaron fuertes protestas de una parte del público. Y eso que la “suite” queda, por fuerza, suavizada, no sólo porque falte la escena, sino por la estructura que Bartok le diera en tres secciones que responden a patrones habituales: allegro, vals y final. Por otra parte, el compositor no traslada material de toda la partitura al concierto, sino únicamente los pentagramas que llegan al primer ataque del mandarín por los vagabundos".
Desmayarse, atreverse estar furioso - Lope de Vega
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Canciones con historia: Love Is In The Air - John Paul Young
Love Is In The Air fue uno de los grandes temas, por difusión y éxito, de 1978. Su impacto trascendió de forma extraordinaria a Australia, país de adopción del escocés John Paul Young y, de hecho, llegó incluso a los oídos de un chaval de cuatro años de la otra punta del mundo -quien escribe, por si alguien requiere de más señas-. Difícil hubiera sido lo contrario, cuando ponían esto a todas horas en la radio. A todas.
Debo decir que durante mucho tiempo, esta canción fue una de mis preferidas -no podía ser perfecto- hasta que, en cierto momento de la veintena, de repente, cayó en la más total desgracia. Ni idea del porqué, pero la terminé aborreciendo. A veces pasa cuando se escucha una canción durante 24.879 veces, audición arriba o abajo, pero tampoco lo tengo tan claro. Con otros temas he pasado ampliamente esta plusmarca, y ahí siguen en la brecha.
La verdad es que sólo muy recientemente la he rehabilitado de forma parcial, y ahora puede sonar en la radio -porque se sigue pinchando 32 años después- sin miedo a que compulsivamente cambie el dial. Por cierto, que sepáis que estáis ante la canción australiana más difundida de la historia. Lo cual, visto lo anterior, me lo creo profundamente. Y una curiosidad: fue compuesta por los grandes productores de los... ¡AC/DC! ¿Os imagináis al bueno de Angus Young cantando Love Is In The Air? Pues nada menos que su hermano (antiguo miembro de los célebres Easybeats) fue uno de los dos compositores. El lado oscuro de la Fuerza, supongo.