Cuando alabé al Golden Retriever que paseaba en bicicleta y publiqué la noticia, mis hijas insistieron en que conociera a Carrie, la perra bailarina. Creí que exageraban en sus elogios, pero la equivocada era yo...¡¡¡es increíble!!! Sigue los pasos como si de una mujer se tratara, y disfruta compartiendo con su dueño: se nota la compenetración entre ambos.
¡Felicitaciones, Andrea por haber elegido una raza de perro tan especial!
Carrie, la perra bailarina
sábado, 28 de junio de 2014
viernes, 27 de junio de 2014
Oraciones Panteístas - José Pedroni
Hermano viento
Trepado en el pino derecho y obscuro
que tiene mi tiempo
_lo plantó en la puerta cuando vine al mundo
mi abuelo ya muerto_,
tu vieja palabra, jamás entendida,
me silbas, oh viento!
Parado el molino, sin agua en la acequia,
con el río lejos,
siete largos días con sus siete noches
te esperé en silencio
_de día, rondando mi casa empolvada;
de noche, despierto_;
y llegas del este con las alas frescas
cuando todo el campo se ponía viejo.
¡Oh hermano errabundo, oh hermano que siempre
me llegas a tiempo!
Así como el ave que por las migajas
de mi pan moreno,
baja un día y otro de ese mismo pino
sin ningún recelo,
bájate, mi amigo, rasguña mi puerta,
ábrela sin miedo
_que en puerta de pobre siempre está caída
la llave en el suelo_,
y aventando toda mi papelería,
quédate jugando con mi libro abierto.
Viento, fuerte amigo, que no viendo nada
_siempre fuiste ciego_,
mueves sin cansarte mi molino torpe
y el de mi vecino, que es liviano y nuevo;
viento, fuerte amigo, que en un día pasas
polvoroso y recio;
y en un día vuelves por la misma calle
con olor de riego;
viento, fuerte amigo que nos das el agua
y que, al mismo tiempo,
silbas en las redes, gruñes en las puertas,
zumbas en los huecos,
juegas con el humo sobre los tejados,
soplas en los fuegos,
y las nubes llevas y las nubes traes
para que encantado las contemple el pueblo.
Viento, fuerte amigo, que en un día balas
como oveja madre que perdió el cordero,
y en un día aúllas a través del campo
lo mismo que un perro.
Viento: pocos piensan _¡y por qué pensarlo,
si has de ser eterno!_,
cómo quedaría la nube en el aire,
y esa nube blanca del agua: el velero,
y en el pueblo pobre la plaza de pinos
agudos y negros,
y en la tierra llana tanta legua sola,
y en el mar inmenso,
si de nuestro mundo, para siempre, un día
te perdieras lejos. . .
Viento: pocos piensan, mientras otros dudan
de tu valimiento.
Dudan, te avizoran, se precaven, ruegan,
cuando siempre fuiste como un hombre bueno.
Sin embargo, un día, después que en las calles
lo mismo que un niño te vieran corriendo,
sin que te esperasen, tumultuosamente,
llegaste del norte bajo un cielo negro:
y asolaste viñas, y embestiste trojes, (*)
y volaste techos,
antes que en las casas las mujeres solas
cerraran las puertas a tu descontento.
Y al volver confiado, sin ver en la noche
la luz de los fuegos,
hallaron los hombres por todo el camino
las cercas caídas, los rebaños sueltos,
las mujeres tristes llorando en las puertas,
los hijos despiertos,
y a ti por la arena, lo mismo que un niño,
corriendo, corriendo,
sin ver a la gente, sin oír las voces,
cual si no supieras lo que habías hecho.
Por eso los hombres te cierran sus casas;
por eso los hombres no te quieren, viento.
Sepan, sin embargo, los que te condenan,
que también hay perros
que han mordido al amo; que también hay amos
que han herido al perro;
que también hay almas que han seguido fieles
la palabra pura de los hombres buenos,
y después la odiaron, tan injustamente,
que de cara al cielo,
mudos de fracaso, llorando, llorando,
los dulces varones desaparecieron.
Sepan que no sabes detener tus alas;
piensen en la angustia de tu vuelo ciego.
Oh viento, algún día, de tanto escucharte,
sabré tu secreto
_el que desde niño me vienes contando
y que yo no entiendo_;
oh hermano, algún día sabré la palabra,
y entonces, sin cuerpo,
rondando villajes, moviendo molinos,
cruzando desiertos,
con el nombre humilde que quieran ponerme
seré un viento fresco.
Hermano viento
Trepado en el pino derecho y obscuro
que tiene mi tiempo
_lo plantó en la puerta cuando vine al mundo
mi abuelo ya muerto_,
tu vieja palabra, jamás entendida,
me silbas, oh viento!
Parado el molino, sin agua en la acequia,
con el río lejos,
siete largos días con sus siete noches
te esperé en silencio
_de día, rondando mi casa empolvada;
de noche, despierto_;
y llegas del este con las alas frescas
cuando todo el campo se ponía viejo.
¡Oh hermano errabundo, oh hermano que siempre
me llegas a tiempo!
Así como el ave que por las migajas
de mi pan moreno,
baja un día y otro de ese mismo pino
sin ningún recelo,
bájate, mi amigo, rasguña mi puerta,
ábrela sin miedo
_que en puerta de pobre siempre está caída
la llave en el suelo_,
y aventando toda mi papelería,
quédate jugando con mi libro abierto.
Viento, fuerte amigo, que no viendo nada
_siempre fuiste ciego_,
mueves sin cansarte mi molino torpe
y el de mi vecino, que es liviano y nuevo;
viento, fuerte amigo, que en un día pasas
polvoroso y recio;
y en un día vuelves por la misma calle
con olor de riego;
viento, fuerte amigo que nos das el agua
y que, al mismo tiempo,
silbas en las redes, gruñes en las puertas,
zumbas en los huecos,
juegas con el humo sobre los tejados,
soplas en los fuegos,
y las nubes llevas y las nubes traes
para que encantado las contemple el pueblo.
Viento, fuerte amigo, que en un día balas
como oveja madre que perdió el cordero,
y en un día aúllas a través del campo
lo mismo que un perro.
Viento: pocos piensan _¡y por qué pensarlo,
si has de ser eterno!_,
cómo quedaría la nube en el aire,
y esa nube blanca del agua: el velero,
y en el pueblo pobre la plaza de pinos
agudos y negros,
y en la tierra llana tanta legua sola,
y en el mar inmenso,
si de nuestro mundo, para siempre, un día
te perdieras lejos. . .
Viento: pocos piensan, mientras otros dudan
de tu valimiento.
Dudan, te avizoran, se precaven, ruegan,
cuando siempre fuiste como un hombre bueno.
Sin embargo, un día, después que en las calles
lo mismo que un niño te vieran corriendo,
sin que te esperasen, tumultuosamente,
llegaste del norte bajo un cielo negro:
y asolaste viñas, y embestiste trojes, (*)
y volaste techos,
antes que en las casas las mujeres solas
cerraran las puertas a tu descontento.
Y al volver confiado, sin ver en la noche
la luz de los fuegos,
hallaron los hombres por todo el camino
las cercas caídas, los rebaños sueltos,
las mujeres tristes llorando en las puertas,
los hijos despiertos,
y a ti por la arena, lo mismo que un niño,
corriendo, corriendo,
sin ver a la gente, sin oír las voces,
cual si no supieras lo que habías hecho.
Por eso los hombres te cierran sus casas;
por eso los hombres no te quieren, viento.
Sepan, sin embargo, los que te condenan,
que también hay perros
que han mordido al amo; que también hay amos
que han herido al perro;
que también hay almas que han seguido fieles
la palabra pura de los hombres buenos,
y después la odiaron, tan injustamente,
que de cara al cielo,
mudos de fracaso, llorando, llorando,
los dulces varones desaparecieron.
Sepan que no sabes detener tus alas;
piensen en la angustia de tu vuelo ciego.
Oh viento, algún día, de tanto escucharte,
sabré tu secreto
_el que desde niño me vienes contando
y que yo no entiendo_;
oh hermano, algún día sabré la palabra,
y entonces, sin cuerpo,
rondando villajes, moviendo molinos,
cruzando desiertos,
con el nombre humilde que quieran ponerme
seré un viento fresco.
¡Conmueve su amor por nuestro país y sus bellos y diversos paisajes!!
Ejemplo de artista y de vida...
Qué extraños resultan los caminos de las personas. Fui empresario hasta los 49 años, y una situación extrema por la que atravesé, cambió el rumbo de mi vida.
Hasta esa edad, me levantaba a la mañana me vestía de patrón y salía cada día con alegría a trabajar. Sin embargo desde hace unos cuantos años, uso pantalones viejos y camisas manchadas y siento sinceramente que esta es la ropa que siempre debí usar, la de pintor. Para eso nací, para pintar.
Entre los años 93 y fines del 97 viví casi tres años en Nueva York. Mi hijo enfermo de cáncer se sometía allí a un tratamiento durísimo.
Ambos, él y yo mirando un programa de TV recibimos las primeras nociones de pintura. Puedo decir que quedé impactado por la pintura de tal forma, que hoy, sigo tan apasionado como entonces.
Mi hijo murió en Nueva York, la tarde de Nochebuena de 1997. Volvimos con mi familia a Bs As. El legado de Leo, tal el nombre de mi hijo que partió, se fue fortaleciendo día a día.
Nunca fui a estudiar, pero pintaba diariamente, desde aquellos días, hasta hoy. Cuando percibí que mi obra podía interesar a la gente, comencé a probar distintas estrategias para encontrar compradores. La mayoría de esos intentos tempranos me conducían al fracaso a la hora de querer vender. No desmayaba. Seguía probando nuevas formas de venta, pero nunca dejaba de pintar.
Recuerdo cuando visité a un galerista muy conocido, que luego de observar mi obra, me recomendó que pintara quinientos cuadros mas y, entonces volviera a verlo. Esa fue, tal vez, la crítica mas dura que escuché en toda mi carrera de pintor; sin embargo esas palabras, lejos de derrumbarme, resultaron de incentivo para seguir creciendo.
Nunca me desalenté.
Muy lentamente, con alegrías y sinsabores, mi obra se fue instalando en el difícil mundo de la plástica argentina. Hoy puedo expresar con alegría que la pintura es mi medio de vida desde hace unos cuantos años.
La temática de mi obra está centrada en el paisaje, nuestro paisaje. Jamás pensé en pintar otro motivo que no sea lo nuestro, lo argentino. Pienso que los años de mi niñez que pasé en un orfanato en Mercedes Bs As, fueron los años donde el contacto con el campo nuestro se instaló en mi retina para siempre. Además, creo que Dios fue generoso al regalarnos una diversidad paisajística como la nuestra: todos los climas, todos los suelos, los follajes, las llanuras, los desiertos, los ríos, los arroyos, los cielos, la montaña; todo eso y mucho mas. Digamos que en nuestra patria sobran motivos para inspirar a cualquier pintor.
Al pintar, tengo dos objetivos bien definidos.
1º)Dar gloria a Dios, dado que mi fuerte fe cristiana me lleva a reconocer que si tengo algún talento, es solo porque Dios me lo regaló. De modo que si hay algo de valor en mi trabajo, reconozco que la gloria es para El y no para mi. Por eso debajo de mi firma en cada cuadro, coloco las tres letras pgD, que literalmente significan: para la gloria de Dios.
2º)Llevar alegría al observador de mi obra; De modo que si alguien siente algo agradable en su interior cuando mira un cuadro mío, digo que entonces mis dos objetivos están plenamente cumplidos.
Mi compromiso con esta actividad es total. Vivo como un pintor, siento como pintor, y como pintor miro los colores que existen, pero también imagino los que no existen para enriquecer mi paleta, buscando que el resultado de mi labor sea algo agradable para el observador. Esto es una desafío permanente que acepto cada mañana.
Mi taller, es el dormitorio de mi hijo que ya no está conmigo. Es pequeño, pero luminoso. A veces (muy esporádicamente) salgo al paisaje con mi caballete.
La alegría que experimenta el que pinta, solo la conoce el pintor. Es por eso que no desaprovecho ninguna oportunidad para recomendar a las personas a incursionar en esto que es apasionante, esto es: Crear algo que pueda llevar alegría a las personas.
Hasta esa edad, me levantaba a la mañana me vestía de patrón y salía cada día con alegría a trabajar. Sin embargo desde hace unos cuantos años, uso pantalones viejos y camisas manchadas y siento sinceramente que esta es la ropa que siempre debí usar, la de pintor. Para eso nací, para pintar.
Entre los años 93 y fines del 97 viví casi tres años en Nueva York. Mi hijo enfermo de cáncer se sometía allí a un tratamiento durísimo.
Ambos, él y yo mirando un programa de TV recibimos las primeras nociones de pintura. Puedo decir que quedé impactado por la pintura de tal forma, que hoy, sigo tan apasionado como entonces.
Mi hijo murió en Nueva York, la tarde de Nochebuena de 1997. Volvimos con mi familia a Bs As. El legado de Leo, tal el nombre de mi hijo que partió, se fue fortaleciendo día a día.
Nunca fui a estudiar, pero pintaba diariamente, desde aquellos días, hasta hoy. Cuando percibí que mi obra podía interesar a la gente, comencé a probar distintas estrategias para encontrar compradores. La mayoría de esos intentos tempranos me conducían al fracaso a la hora de querer vender. No desmayaba. Seguía probando nuevas formas de venta, pero nunca dejaba de pintar.
Recuerdo cuando visité a un galerista muy conocido, que luego de observar mi obra, me recomendó que pintara quinientos cuadros mas y, entonces volviera a verlo. Esa fue, tal vez, la crítica mas dura que escuché en toda mi carrera de pintor; sin embargo esas palabras, lejos de derrumbarme, resultaron de incentivo para seguir creciendo.
Nunca me desalenté.
Muy lentamente, con alegrías y sinsabores, mi obra se fue instalando en el difícil mundo de la plástica argentina. Hoy puedo expresar con alegría que la pintura es mi medio de vida desde hace unos cuantos años.
La temática de mi obra está centrada en el paisaje, nuestro paisaje. Jamás pensé en pintar otro motivo que no sea lo nuestro, lo argentino. Pienso que los años de mi niñez que pasé en un orfanato en Mercedes Bs As, fueron los años donde el contacto con el campo nuestro se instaló en mi retina para siempre. Además, creo que Dios fue generoso al regalarnos una diversidad paisajística como la nuestra: todos los climas, todos los suelos, los follajes, las llanuras, los desiertos, los ríos, los arroyos, los cielos, la montaña; todo eso y mucho mas. Digamos que en nuestra patria sobran motivos para inspirar a cualquier pintor.
Al pintar, tengo dos objetivos bien definidos.
1º)Dar gloria a Dios, dado que mi fuerte fe cristiana me lleva a reconocer que si tengo algún talento, es solo porque Dios me lo regaló. De modo que si hay algo de valor en mi trabajo, reconozco que la gloria es para El y no para mi. Por eso debajo de mi firma en cada cuadro, coloco las tres letras pgD, que literalmente significan: para la gloria de Dios.
2º)Llevar alegría al observador de mi obra; De modo que si alguien siente algo agradable en su interior cuando mira un cuadro mío, digo que entonces mis dos objetivos están plenamente cumplidos.
Mi compromiso con esta actividad es total. Vivo como un pintor, siento como pintor, y como pintor miro los colores que existen, pero también imagino los que no existen para enriquecer mi paleta, buscando que el resultado de mi labor sea algo agradable para el observador. Esto es una desafío permanente que acepto cada mañana.
Mi taller, es el dormitorio de mi hijo que ya no está conmigo. Es pequeño, pero luminoso. A veces (muy esporádicamente) salgo al paisaje con mi caballete.
La alegría que experimenta el que pinta, solo la conoce el pintor. Es por eso que no desaprovecho ninguna oportunidad para recomendar a las personas a incursionar en esto que es apasionante, esto es: Crear algo que pueda llevar alegría a las personas.
¿Alguna vez mencioné mi pasión por la Arqueología, en particular por la Egiptología?
Conocí una excelente página para los que amamos dichas disciplinas, y de ella extraje una de las mejores imágenes que he visto sobre las pirámides y la Esfinge de Gizeh...(y eso que tengo muchos libros de gran calidad sobre Egipto)
Conocí una excelente página para los que amamos dichas disciplinas, y de ella extraje una de las mejores imágenes que he visto sobre las pirámides y la Esfinge de Gizeh...(y eso que tengo muchos libros de gran calidad sobre Egipto)
www.facebook.com/ArqueologiaOculta?ref=profile
¡Se las recomiendo!
¡Muy cierto!
Nos ha pasado alguna vez a todos, pero es más frecuente en los médicos, que suelen olvidar con demasiada frecuencia el juramento hipocrático que identifica una vocación que algunos han minimizado...
O puede darse el caso contrario, y a la prueba Favaloro me remito: alguien cuya vocación era tan acendrada que desesperado por la incomprensión e indiferencia de quienes debían apoyar su maravillosa labor en peligro de extinción, sacrificó su vida para lograr por medio de la vergüenza pública de los gobernantes lo que no había logrado con su ejemplar y talentoso trabajo.
LEELO!! CON MUCHA "ATENCIÓN"...
En la Clínica de un famoso cirujano cardiólogo, entra la secretaria al consultorio de éste y le anuncia que un viejecito, muy pobre, deseaba consultarle, recomendado por un medico del hospital público.
El médico le dice que hablará con él una vez que haya atendido a todos los clientes con cita médica.
Después de dos horas de espera, el médico recibe al anciano y éste le explica la razón de su visita:
- 'El médico del hospital público me ha enviado a usted porque únicamente un medico de su prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación'.
El médico ve los estudios y coincide con el colega del hospital. Le pregunta al viejito con qué Compañía de Seguros se haría operar. Este le contesta.... 'Ahí está el problema Dr. Yo no tengo seguro social y tampoco dinero. Como verá, soy muy pobre y para peor, sin familia... Lo que pido, sé que es mucho, pero tal vez entre sus colegas y usted puedan ayudarme...'.
El médico no lo dejó terminar la frase. Estaba indignado con su colega del hospital. Lo envió de regreso con una nota explicándole que su 'Clínica era Privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a su pedido'. El había estudiado y trabajado duramente estos años para abrir su clínica y ganar el prestigio y los bienes que tenía.
Cuando el anciano se retiró. El médico se percató de que éste había olvidado un carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó mucho la atención. La frase decía: 'El órgano que mejor habla es el corazón' y firmaba Hermógenes Fauvert. Esta frase le gustó mucho al médico, pero lo que más le gustó fue el nombre del autor de la frase, Hermógenes Fauvert.
Le hacía recordar su juventud, pues, en primaria, la maestra les leía sus hermosos cuentos infantiles. En la secundaria, la profesora de Literatura les enseñaba bellísimas poesías y fue con una de ellas que, al dedicarle a una de sus compañeras, se enamoró y esta fue su primera novia. 'Cómo olvidar todo eso si fue parte de lo mejor de su infancia'.
A la semana siguiente, al finalizar la jornada, la secretaria entró al consultorio con el periódico vespertino y compungida le dijo al médico, '¿Se ha enterado, doctor? Hoy han encontrado muerto a 'Hermógenes Fauvert' en un banco de la Plaza del Ayuntamiento, tenía 88 años el pobre'. El médico suspiró de pena y contestó:.'Hombres como él no deberían morir nunca. Que Dios lo tenga en Paz, me hubiera gustado conocerlo.... '
Pero, ¡cómo!..... ¿no lo recuerda?', le dice la secretaria y mostrándole la fotografía del periódico le dice: 'Era el pobre viejecito que vino la semana pasada a consultarle. Era un conocido escritor, solitario y bohemio. No tenía parientes y...'. El médico no la dejó terminar. Le pidió que se retirase y sentándose con los brazos cruzados en el escritorio, lloró.
Lloró como nunca lo había hecho, como el niño que llevaba escondido en su alma. Largo tiempo estuvo en el silencio de su consultorio. Luego, mientras secaba las lágrimas de su escritorio, sacó delicadamente la imagen de Cristo que estaba debajo del cristal y, después de besarla, la guardó en un cajón mientras decía 'Perdón Señor, no soy digno de Ti, no soy digno de que Me mires. Todo lo que tengo, Te lo debo. Me enviaste a un pobre y me habló con la voz del corazón. Yo lo escuché con el oído del egoísmo.... mi vergüenza es grande.... Perdóname Señor'.
Con el correr de los años, la 'Clínica Hermógenes Fauvert', como se denomina desde entonces, se hizo muy famosa. El médico habilitó un sector para la atención de los pacientes sin seguro médico y él personalmente practica las operaciones.
¡Cuántas veces nos habrá pasado lo mismo a nosotros! Nos han hablado con la voz del corazón y no hemos oído.... hemos sido egoístas con nuestros hermanos....
En la Clínica de un famoso cirujano cardiólogo, entra la secretaria al consultorio de éste y le anuncia que un viejecito, muy pobre, deseaba consultarle, recomendado por un medico del hospital público.
El médico le dice que hablará con él una vez que haya atendido a todos los clientes con cita médica.
Después de dos horas de espera, el médico recibe al anciano y éste le explica la razón de su visita:
- 'El médico del hospital público me ha enviado a usted porque únicamente un medico de su prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación'.
El médico ve los estudios y coincide con el colega del hospital. Le pregunta al viejito con qué Compañía de Seguros se haría operar. Este le contesta.... 'Ahí está el problema Dr. Yo no tengo seguro social y tampoco dinero. Como verá, soy muy pobre y para peor, sin familia... Lo que pido, sé que es mucho, pero tal vez entre sus colegas y usted puedan ayudarme...'.
El médico no lo dejó terminar la frase. Estaba indignado con su colega del hospital. Lo envió de regreso con una nota explicándole que su 'Clínica era Privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a su pedido'. El había estudiado y trabajado duramente estos años para abrir su clínica y ganar el prestigio y los bienes que tenía.
Cuando el anciano se retiró. El médico se percató de que éste había olvidado un carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó mucho la atención. La frase decía: 'El órgano que mejor habla es el corazón' y firmaba Hermógenes Fauvert. Esta frase le gustó mucho al médico, pero lo que más le gustó fue el nombre del autor de la frase, Hermógenes Fauvert.
Le hacía recordar su juventud, pues, en primaria, la maestra les leía sus hermosos cuentos infantiles. En la secundaria, la profesora de Literatura les enseñaba bellísimas poesías y fue con una de ellas que, al dedicarle a una de sus compañeras, se enamoró y esta fue su primera novia. 'Cómo olvidar todo eso si fue parte de lo mejor de su infancia'.
A la semana siguiente, al finalizar la jornada, la secretaria entró al consultorio con el periódico vespertino y compungida le dijo al médico, '¿Se ha enterado, doctor? Hoy han encontrado muerto a 'Hermógenes Fauvert' en un banco de la Plaza del Ayuntamiento, tenía 88 años el pobre'. El médico suspiró de pena y contestó:.'Hombres como él no deberían morir nunca. Que Dios lo tenga en Paz, me hubiera gustado conocerlo.... '
Pero, ¡cómo!..... ¿no lo recuerda?', le dice la secretaria y mostrándole la fotografía del periódico le dice: 'Era el pobre viejecito que vino la semana pasada a consultarle. Era un conocido escritor, solitario y bohemio. No tenía parientes y...'. El médico no la dejó terminar. Le pidió que se retirase y sentándose con los brazos cruzados en el escritorio, lloró.
Lloró como nunca lo había hecho, como el niño que llevaba escondido en su alma. Largo tiempo estuvo en el silencio de su consultorio. Luego, mientras secaba las lágrimas de su escritorio, sacó delicadamente la imagen de Cristo que estaba debajo del cristal y, después de besarla, la guardó en un cajón mientras decía 'Perdón Señor, no soy digno de Ti, no soy digno de que Me mires. Todo lo que tengo, Te lo debo. Me enviaste a un pobre y me habló con la voz del corazón. Yo lo escuché con el oído del egoísmo.... mi vergüenza es grande.... Perdóname Señor'.
Con el correr de los años, la 'Clínica Hermógenes Fauvert', como se denomina desde entonces, se hizo muy famosa. El médico habilitó un sector para la atención de los pacientes sin seguro médico y él personalmente practica las operaciones.
¡Cuántas veces nos habrá pasado lo mismo a nosotros! Nos han hablado con la voz del corazón y no hemos oído.... hemos sido egoístas con nuestros hermanos....
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