¡Conmueve su amor por nuestro país y sus bellos y diversos paisajes!!
Ejemplo de artista y de vida...
Qué extraños resultan los caminos de las personas. Fui empresario hasta los 49 años, y una situación extrema por la que atravesé, cambió el rumbo de mi vida.
Hasta esa edad, me levantaba a la mañana me vestía de patrón y salía cada día con alegría a trabajar. Sin embargo desde hace unos cuantos años, uso pantalones viejos y camisas manchadas y siento sinceramente que esta es la ropa que siempre debí usar, la de pintor. Para eso nací, para pintar.
Entre los años 93 y fines del 97 viví casi tres años en Nueva York. Mi hijo enfermo de cáncer se sometía allí a un tratamiento durísimo.
Ambos, él y yo mirando un programa de TV recibimos las primeras nociones de pintura. Puedo decir que quedé impactado por la pintura de tal forma, que hoy, sigo tan apasionado como entonces.
Mi hijo murió en Nueva York, la tarde de Nochebuena de 1997. Volvimos con mi familia a Bs As. El legado de Leo, tal el nombre de mi hijo que partió, se fue fortaleciendo día a día.
Nunca fui a estudiar, pero pintaba diariamente, desde aquellos días, hasta hoy. Cuando percibí que mi obra podía interesar a la gente, comencé a probar distintas estrategias para encontrar compradores. La mayoría de esos intentos tempranos me conducían al fracaso a la hora de querer vender. No desmayaba. Seguía probando nuevas formas de venta, pero nunca dejaba de pintar.
Recuerdo cuando visité a un galerista muy conocido, que luego de observar mi obra, me recomendó que pintara quinientos cuadros mas y, entonces volviera a verlo. Esa fue, tal vez, la crítica mas dura que escuché en toda mi carrera de pintor; sin embargo esas palabras, lejos de derrumbarme, resultaron de incentivo para seguir creciendo.
Nunca me desalenté.
Muy lentamente, con alegrías y sinsabores, mi obra se fue instalando en el difícil mundo de la plástica argentina. Hoy puedo expresar con alegría que la pintura es mi medio de vida desde hace unos cuantos años.
La temática de mi obra está centrada en el paisaje, nuestro paisaje. Jamás pensé en pintar otro motivo que no sea lo nuestro, lo argentino. Pienso que los años de mi niñez que pasé en un orfanato en Mercedes Bs As, fueron los años donde el contacto con el campo nuestro se instaló en mi retina para siempre. Además, creo que Dios fue generoso al regalarnos una diversidad paisajística como la nuestra: todos los climas, todos los suelos, los follajes, las llanuras, los desiertos, los ríos, los arroyos, los cielos, la montaña; todo eso y mucho mas. Digamos que en nuestra patria sobran motivos para inspirar a cualquier pintor.
Al pintar, tengo dos objetivos bien definidos.
1º)Dar gloria a Dios, dado que mi fuerte fe cristiana me lleva a reconocer que si tengo algún talento, es solo porque Dios me lo regaló. De modo que si hay algo de valor en mi trabajo, reconozco que la gloria es para El y no para mi. Por eso debajo de mi firma en cada cuadro, coloco las tres letras pgD, que literalmente significan: para la gloria de Dios.
2º)Llevar alegría al observador de mi obra; De modo que si alguien siente algo agradable en su interior cuando mira un cuadro mío, digo que entonces mis dos objetivos están plenamente cumplidos.
Mi compromiso con esta actividad es total. Vivo como un pintor, siento como pintor, y como pintor miro los colores que existen, pero también imagino los que no existen para enriquecer mi paleta, buscando que el resultado de mi labor sea algo agradable para el observador. Esto es una desafío permanente que acepto cada mañana.
Mi taller, es el dormitorio de mi hijo que ya no está conmigo. Es pequeño, pero luminoso. A veces (muy esporádicamente) salgo al paisaje con mi caballete.
La alegría que experimenta el que pinta, solo la conoce el pintor. Es por eso que no desaprovecho ninguna oportunidad para recomendar a las personas a incursionar en esto que es apasionante, esto es: Crear algo que pueda llevar alegría a las personas.
Hasta esa edad, me levantaba a la mañana me vestía de patrón y salía cada día con alegría a trabajar. Sin embargo desde hace unos cuantos años, uso pantalones viejos y camisas manchadas y siento sinceramente que esta es la ropa que siempre debí usar, la de pintor. Para eso nací, para pintar.
Entre los años 93 y fines del 97 viví casi tres años en Nueva York. Mi hijo enfermo de cáncer se sometía allí a un tratamiento durísimo.
Ambos, él y yo mirando un programa de TV recibimos las primeras nociones de pintura. Puedo decir que quedé impactado por la pintura de tal forma, que hoy, sigo tan apasionado como entonces.
Mi hijo murió en Nueva York, la tarde de Nochebuena de 1997. Volvimos con mi familia a Bs As. El legado de Leo, tal el nombre de mi hijo que partió, se fue fortaleciendo día a día.
Nunca fui a estudiar, pero pintaba diariamente, desde aquellos días, hasta hoy. Cuando percibí que mi obra podía interesar a la gente, comencé a probar distintas estrategias para encontrar compradores. La mayoría de esos intentos tempranos me conducían al fracaso a la hora de querer vender. No desmayaba. Seguía probando nuevas formas de venta, pero nunca dejaba de pintar.
Recuerdo cuando visité a un galerista muy conocido, que luego de observar mi obra, me recomendó que pintara quinientos cuadros mas y, entonces volviera a verlo. Esa fue, tal vez, la crítica mas dura que escuché en toda mi carrera de pintor; sin embargo esas palabras, lejos de derrumbarme, resultaron de incentivo para seguir creciendo.
Nunca me desalenté.
Muy lentamente, con alegrías y sinsabores, mi obra se fue instalando en el difícil mundo de la plástica argentina. Hoy puedo expresar con alegría que la pintura es mi medio de vida desde hace unos cuantos años.
La temática de mi obra está centrada en el paisaje, nuestro paisaje. Jamás pensé en pintar otro motivo que no sea lo nuestro, lo argentino. Pienso que los años de mi niñez que pasé en un orfanato en Mercedes Bs As, fueron los años donde el contacto con el campo nuestro se instaló en mi retina para siempre. Además, creo que Dios fue generoso al regalarnos una diversidad paisajística como la nuestra: todos los climas, todos los suelos, los follajes, las llanuras, los desiertos, los ríos, los arroyos, los cielos, la montaña; todo eso y mucho mas. Digamos que en nuestra patria sobran motivos para inspirar a cualquier pintor.
Al pintar, tengo dos objetivos bien definidos.
1º)Dar gloria a Dios, dado que mi fuerte fe cristiana me lleva a reconocer que si tengo algún talento, es solo porque Dios me lo regaló. De modo que si hay algo de valor en mi trabajo, reconozco que la gloria es para El y no para mi. Por eso debajo de mi firma en cada cuadro, coloco las tres letras pgD, que literalmente significan: para la gloria de Dios.
2º)Llevar alegría al observador de mi obra; De modo que si alguien siente algo agradable en su interior cuando mira un cuadro mío, digo que entonces mis dos objetivos están plenamente cumplidos.
Mi compromiso con esta actividad es total. Vivo como un pintor, siento como pintor, y como pintor miro los colores que existen, pero también imagino los que no existen para enriquecer mi paleta, buscando que el resultado de mi labor sea algo agradable para el observador. Esto es una desafío permanente que acepto cada mañana.
Mi taller, es el dormitorio de mi hijo que ya no está conmigo. Es pequeño, pero luminoso. A veces (muy esporádicamente) salgo al paisaje con mi caballete.
La alegría que experimenta el que pinta, solo la conoce el pintor. Es por eso que no desaprovecho ninguna oportunidad para recomendar a las personas a incursionar en esto que es apasionante, esto es: Crear algo que pueda llevar alegría a las personas.
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