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viernes, 21 de noviembre de 2014

HECTOR BERLIOZ.- Romeo y Julieta Op 17

Romeo y Julieta (Roméo et Juliette en francés es el título original) es una sinfonía dramática, una sinfonía coral a gran escala, para solistas, coro y orquesta del compositor francés Hector Berlioz, basada en la obra homónima de William Shakespeare. El libreto fue escrito por Émile Deschamps y corresponde al Op. 17 y H. 79. Fue estrenada en el conservatorio de Paris el 24 de noviembre de 1839.

Composición

Romeo y Julieta es el último trabajo que Berlioz completó en la década de 1830, la más fecunda de su carrera. La Sinfonía fantástica y el Prix de Rome, ambos de 1830, consolidaron su reputación en Paris, y los años siguientes vieron una sucesión de trabajos originales y maduros, como Haroldo en Italia (1834), el Requiem (1837) y Benvenuto Cellini (1834-1838), culminando en esta nueva composición sinfónica.
Pero la idea de un trabajo dramático sobre la obra de Shakespeare se remonta al año 1827, en el que Berlioz asiste a las funciones de la compañía inglesa de William Abbott en el teatro Odeon de Paris, representando Hamlet y Romeo y Julieta, esta última protagonizada por la célebre actriz irlandesa Harriet Smithson. En sus memorias, Berlioz describe el impacto causado por la obra de Shakespeare y la interpretación de Harrieth Smithson, su musa inspiradora en la Sinfonía fantástica, y con quién contraería matrimonio en 1833. Según palabras de Émile Deschamps, el libretista de la obra, él y Berlioz trabajaron en un plan para la sinfonía poco tiempo después de la función del Odeón de 1827, pero la obra fue interrumpida por otros trabajos, y por su partida a Italia luego de ganar el Prix de Rome.
La composición de Romeo y Julieta fue posible gracias a la entrega de la generosa suma de 20.000 francos por Niccolò Paganini. Luego de escuchar una performance de Haroldo en Italia, el gran virtuoso lo saludó públicamente como el heredero de Beethoven. Berlioz canceló deudas con parte del dinero, y utilizó el resto para concentrarse en el trabajo de "una obra realmente importante", sin necesidad de ocupar su tiempo con otras obligaciones como crítico. Berlioz concluyó la obra el 8 de septiembre de 1839.
El libreto es una adaptación de la obra original que contiene cambios significativos. Entre estos cambios, podemos citar la desaparición del personaje de la nodriza, y la expansión de la breve mención de Shakespeare de la reconciliación de las dos familias, en un importante finale vocal.
La obra fue estrenada en tres conciertos conducidos por Berlioz en el conservatorio de Paris el 24 de noviembre, 1 y 15 de diciembre de 1839, ante una audiencia integrada por muchos de los intelectuales parisinos, entre los que se encontraba Richard Wagner. Si bien la reacción inicial ante esta obra fue dispar, como podría esperarse de una obra tan innovadora, estas tres funciones fueron luego reconocidas como un verdadero triunfo de Berlioz.
Posteriormente, el compositor realizó varias revisiones siguiendo recomendaciones recibidas por asesores y amigos, y la partitura completa fue publicada en 1847.
Berlioz tuvo una predilección especial por esta obra, haciendo referencia a ella en sus memorias como "el drama supremo de mi vida". Un movimiento en particular fue su favorito: "Si ahora (1858) me preguntan cuál es mi pieza favorita, mi respuesta será que comparto la visión de muchos artistas: yo prefiero el Adagio (Scène d'amour) de Romeo y Julieta".

Wikipedia

Estructura

Parte I
1. Introducción: Combate - Tumulto
Intervención del príncipe
Prólogo -- Estrofas - Scherzetto
Parte II
2. Romeo solo - Tristeza
Sonidos distantes del concierto y del baile
Gran fiesta en lo de los capuletos
3. Escena de amor - Noche serena
El jardín de los Capuletos en silencio y desierto
Los jóvenes Capuletos saliendo del banquete y cantando canciones del baile
4. Scherzo:Scherzo de la reina Mab
Parte III
5. Cortejo fúnebre de Julieta: "Jetez des fleurs pour la vierge expirée"
6.Romeo en la tumba de los Capuletos
Despertar de Julieta - Alegría delirante, desesperación
Agonía y muerte de los amantes
7. Finale
La multitud corre hacia el cementerio
Pelea entre los Capuletos y los Montescos
Récitatif et Air du Père Lenfants que je pleure"
Juramento de reconciliación


martes, 28 de octubre de 2014

Obertura del Carnaval Romano - Berlioz


La Obertura del Carnaval Romano fue compuesta a finales de 1843 y estrenada bajo la dirección del compositor en febrero de 1844, en París.

A principios de 1844, Berlioz publicó una de sus obras más influyentes. No se trataba de una composición sino de un libro de texto. El Tratado sobre Instrumentación y Orquestación Modernas fue el primer manual de orquestación escrito por un compositor de primera línea. Varias generaciones de músicos aprendieron el arte orquestal a partir de este libro. De hecho, todavía hoy se lo consulta. El hecho de que un libro de texto siga resultando útil durante más de un siglo y medio es algo tan impresionante como poco habitual.

Berlioz fue un maestro de la orquestación. Escribir música para instrumentos era para él un arte, no una técnica. Fue el primero en diferenciar entre la "ciencia" de la instrumentación (el estudio de lo que los diferentes instrumentos pueden y no pueden hacer bien) y el arte de la orquestación (la combinación creativa de los colores instrumentales). Creía que el ropaje instrumental de una idea musical era una parte intrínseca tanto de su afecto como de su efecto. 

En 1844 esta idea era radicalmente nueva. Los compositores anteriores habían concebido su música separada de su color orquestal: testimonio de ello es la disposición con la que Bach o Schubert transferían obras compuestas para un medio a otro diferente. No así Berlioz, por lo menos en la mayoría de los casos. Una obra como la Symphonie Fantastique o la obertura del Carnaval Romano sólo puede existir como música orquestal.

El biógrafo de Berlioz, Jacques Barzun, señala que el Tratado sobre Orquestación pudo haber enriquecido a Berlioz (y a sus herederos) si la protección de los derechos de autor hubiera sido tan estricta como lo es hoy. El libro pronto fue traducido al alemán, italiano, español e inglés. Más tarde, orquestadores consumados como Félix Weingartner y Richard Strauss consideraron al tratado de Berlioz lo suficientemente bueno como para limitarse a modernizarlo en vez de emprender la tarea de escribir textos propios. Entre otros compositores que reconocieron su deuda con el libro se encuentran Mahler, Delius, Elgar, Mussorgsky, Busoni, D'Indy, Debussy, Bruckner y Saint-Saéns.

Resulta instructivo comparar las lecciones de orquestación ofrecidas por Berlioz en el libro con la música orquestal que él componía al mismo tiempo. La obertura del Carnaval Romano fue escrita justamente en el momento en que el Tratado entraba en prensa. El libro reclama que se rescate del olvido a ciertos instrumentos, tales como las violas. En la obertura, hay un suntuoso pasaje para las violas. Después de una melodía lírica expresada en el corno inglés, dicho pasaje se repite con una orquestación más completa. Nótese la especial cualidad de las violas a medida que ellas cantan esta tonada, con el acompañamiento de violines, violonchelos, cornos, clarinetes, flautas y fagotes, instrumentos a los que las violas por lo general suelen acompañar. El texto de Berlioz también requiere claridad orquestal, incluso en los pasajes densos. El siguiente pasaje de la obertura para la orquesta completa es un modelo de transparencia: todos están tocando, sin embargo no tenemos problema para seguir simultáneamente los ritmos repetidos de tipo italiano (en los instrumentos de viento, los de percusión, los clarinetes y una flauta), el tema lírico en imitación (los fagotes, las violas y los violonchelos a los que responden los violines, el oboe, el corno inglés y la otra flauta) y la nota sostenida en las cuerdas bajas.

La obertura del Carnaval Romano no nació con el objeto de demostrar los principios desarrollados en el Tratado. Sin embargo, la obertura demuestra que la mente y el oído del compositor y la del pedagogo trabajaban en equipo. 

La obertura es maravillosamente viva y sonora, debido a su orquestación. A pesar de que a mediados del siglo XIX prevalecía el piano como instrumento predilecto, una transcripción para piano del Carnaval Romano seguramente sonaría pálida (aunque una ejecución por parte de cuatro pianistas, incluyendo a Franz Liszt, una vez despertó un estruendoso aplauso). La música debe ser orquestal porque su expresividad realmente reside en sus sonoridades y no es simplemente transmitida por ellas.

Las dos melodías principales de la obertura provienen de la ópera de Berlioz “Benvenuto Cellini”, terminada pocos años antes. Estos temas están tomados del gran coro "Venid Todos, Pueblo de Roma" y la escena del carnaval "Ah, Tocad las Trompetas, Tocad las Gaitas, Tocad las Alegres Panderetas". Sin embargo, lo más probable es que el Carnaval Romano no estuviera destinado a ejecutarse con la ópera, aunque hay algunas conjeturas con respecto a que Berlioz deseaba que precediera el segundo acto. La situación es similar a la de las oberturas Leonora de Beethoven, que pertenecían de modo fundamental a la ópera Fidelio pero que no están destinadas a ser ejecutadas con esta.

Tal vez Berlioz haya estado pensando en “Benvenuto Cellini” debido a que parte de la música de esa ópera había sido interpretada recientemente en su concierto realizado en el Conservatorio de París. Este concierto, a diferencia de la mayoría de los que había dado, tuvo un éxito aplastante. "Pobre del que de ahora en adelante se atreva a denostar el genio de M. Berlioz", escribió un crítico. Algunos miembros del "establishment" musical de París se sintieron amenazados por el inesperado éxito de Berlioz. Se desquitaron disponiendo que a Berlioz le fuera negado el uso de la sala de conciertos, de allí en adelante. Más aun, el director de la Opera de París intervino para obligar a que se cancelara un concierto de la Asociación de Artistas Musicales, recientemente fundada por Berlioz.

El Carnaval Romano alcanzó enorme popularidad, a pesar de estas intrigas políticas en contra de la música de Berlioz. La ejecución de la obertura debió repetirse el día de su estreno y al poco tiempo ya se la estaba tocando de manera general. Sin embargo, a pesar de esta aceptación por parte del público, los enemigos de Berlioz no reconocieron el mérito artístico de su música. Uno de sus oponentes, el director F. Seghers, escuchó por casualidad un ensayo de la obertura. Verdaderamente le gustó, hasta que descubrió quién era el compositor. "¿Cuál es esa obertura fascinante que están tocando?", preguntó Seghers al director del ensayo. "Es el Carnaval Romano de Berlioz", fue la respuesta. Seghers tartamudeó "¡Bueno! ¡Qué descaro!" Uno de los amigos del compositor lo interrumpió: "Estoy de acuerdo con usted. Berlioz debería avergonzarse por oponerse de esta manera a los prejuicios de un hombre honesto."

La deliciosa obertura comienza con un impulso precipitado, dos veces interrumpida por silencios. La música parece vacilar, como si se hubiera dado cuenta de que ha olvidado su lenta introducción (Berlioz usó una estrategia similar en la obertura El Corsario). El tiempo luego cambia a andante para el tema lírico del corno inglés. Esta melodía se desarrolla extensamente antes de volver al allegro y, finalmente, al primer tema, ahora introducido adecuadamente.

En unos pocos lugares el allegro tipo danza en compás de 6/8 se interrumpe por un desplazamiento súbito al 24. La última vez que esto sucede, un poco antes del final, la música se acerca peligrosamente al caos, pero sólo por un breve instante. Berlioz presenta en rápida sucesión once de las doce notas de la escala cromática, sin ninguna duplicación. Este procedimiento, que con el tiempo se convirtió en una técnica principal de los compositores dodecafónicos, un siglo más tarde, es deliberadamente discrepante en la obertura Carnaval Romano. El pasaje no es tanto profético como especial en sí mismo; sin lugar a dudas Berlioz se hubiera sentido tan sorprendido como cualquiera por la música dodecafónica. Pero estos tres breves compases suenan maravillosamente imaginativos, si bien un poco singulares o incluso extravagantes, en una pieza compuesta en 1843. Pero la obertura Carnaval Romano no es una composición típica de mediados del siglo XIX. Más bien es una pieza verdaderamente original, cuya maestría orquestal e imaginación melódica son diferentes de las del resto de los compositores.


http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/obertura-del-carnaval-romano/


domingo, 26 de octubre de 2014

Sinfonía Fantástica Op. 14 - Berlioz



La Sinfonía Fantástica es una de las obras de juventud, dentro de éste género, más brillantes jamás compuestas; una obra escrita cuando Berlioz contaba sólo con 27 años e inspirada en el amor y la desilusión. Enmarcada en su época, era una obra muy vanguardista que desafió muchos de los convencionalismos musicales de la Francia del siglo XIX: Melodías antisimétricas e indefinidas, armonías poco usuales, uso de la forma cíclica a partir de un leitmotiv y empleo una orquesta más propia de una ópera que de una sinfonía. Todo ello reunido en una Sinfonía bajo los siguientes cinco movimientos:
-Sueños - Pasiones
-Un baile
-Escena en el campo
-Marcha al cadalso
-Sueño de una noche de aquelarre

Ficha Técnica:

Nombre: Sinfonía Fantástica: Episodio de la vida de un artista en cinco partes, Op. 14
Autor: Héctor Berlioz
Género: Sinfonía programática
Fecha de composición: 1830
Fecha de estreno: 5 de Diciembre de 1830

En 1827, un joven Héctor Berlioz se coló en una representación teatral del “Hamlet” de Shakespeare dada por una compañía irlandesa en el Teatro Odeón. En el papel de Ofelia se encontraba una joven y hermosa actriz, Harriet Smithson, y aunque Berlioz apenas podía entender los diálogos en inglés que salía de su boca, sus gestos, maneras y sobre todo, su belleza sobre el escenario lo encandilaron hasta el punto de quedar perdidamente enamorado de ella. Fueron numerosas las cartas de amor que Berlioz envió a la bella actriz, cartas que quedaron sin respuesta si tenemos en cuenta las numerosas misivas que recibía la joven Harriet de sus admiradores parisinos ya que su interpretación de Ofelia, había trascendido a toda la ciudad.
Berlioz había sido un estudiante de medicina que abandonó la profesión para dedicarse a la música. No era un compositor destacado, de hecho, no había estrenado nada aún, pero ideó un plan para atraer la atención de Harriet sobre su persona. Componer una gran obra y alcanzar la fama suficiente para convertirse en un hombre destacado. Consiguió así estrenar en el Conservatorio de París; bajo su bolsillo ya que las obras se interpretaron en domingo y Berlioz tuvo que pagar a los tramoyistas;  dos obras que no tuvieron apenas repercusión. Mientras tanto Berlioz siguió acosando a la actriz con sus cartas hasta el punto que Harriet pidió a su criada que desechara todas las correspondencias que tuvieran al compositor como remitente.
Este rechazo por parte de su amada llevó a Berlioz por una etapa de cambios repentinos de humor. Vagabundeaba y fantaseaba por las calles de París con la joven Harriet en sus pensamientos. Su última oportunidad de conquistarla llegó en un teatro Parisino donde actuaba Harriet. Antes de su representación Berlioz consiguió que tocaran una obertura suya pero la chica fue ajena a todo esto. Luego, durante la representación teatral, Berlioz desde las gradas comenzó a vociferar y gritar a la actriz que se asustó y pidió que alejaran a aquel "loco" de ella.

En 1830 decide volcar todos sus sentimientos en una obra musical, sus pasiones y desilusiones vividas en una sinfonía prácticamente autobiográfica. Y aunque esa obra se gestara con “remiendos” de obras anteriores, Berlioz consiguió darle una unidad a toda la obra mediante un programa y una “ideé fixe”, es decir un leitmotiv que se mantiene constante durante todos los movimientos, una idea que refleja su amor por Harriet (Tema de la Amada). Diez días antes del estreno, Berlioz publicó en la prensa un folleto explicando una trama asociada a la sinfonía a la que calificó de “Drama Instrumental”. El propio Berlioz avisó que esas líneas de texto que debían introducir cada movimiento no pretendían describir el movimiento en sí, si no completar con texto, lo que la música, por sus limitaciones, no era capaz de retratar: "El programa que sigue debe ser entendido como el texto hablado de una ópera, destinado a introducir ciertas piezas de música, cuyo carácter y expresión originan”. No obstante, esta práctica fue muy criticada ya que se consideró a Berlioz incapaz de plasmar musicalmente todas sus pretensiones y tener que recurrir a la palabra escrita como  apoyo.

La obra se estrenó el 5 de Diciembre en el Conservatorio de París y fue todo un éxito. Entre el público se encontraban personajes ilustres y entre ellos, un Liszt de 19 años que trascribió la Sinfonía a piano. Fue esta transcripción la que le pasó a Schumann para que conociera y criticara la obra de Berlioz. Críticas que fueron muy positivas aunque también consideró el texto como un añadido del que podría prescindirse. La suerte de Berlioz cambió, comenzó a adquirir fama y ganó el Premio de Roma que lo llevó de estudios a Roma. En Italia revisó la Sinfonía Fantástica y la amplió con un nuevo programa y un monólogo inicial. El conjunto pasó a llamarse entonces "Lélio, o el retorno a la vida". Esta nueva versión se reestrenó en París en 1832 y en esa ocasión, la desaparecida Harriet Smithson se encontraba en la sala.

Una de las frases de Lélio, el personaje cuyo monólogo servía de preludio a la nueva versión de la Sinfonía era: “…esta Julieta, esta Ofelia, a las que busca siempre mi corazón". Entonces Harriet comprendió que aquel compositor era el hombre que la colmaba de cartas de amor y que la mujer que había inspirado y torturado al artista protagonista (y al propio Berlioz) no era ni más ni menos que ella. Tras el concierto, Berlioz y Harriet se conocieron por fin y para sorpresas de todos, en poco tiempo contrajeron matrimonio, un matrimonio que se prolongó hasta 1840 pero lleno de penalidades; pero eso ya, es otra historia. 

Berlioz finalmente publicó las dos versiones de su Sinfonía, la primera versión sin monólogo inicial y de cinco movimientos, que será la que analicemos a continuación y la segunda versión, a partir de la que escribió en 1832 con la narración de Lélio como epílogo de la obra y seis movimientos en total. 

Programa escrito por Berlioz: “El autor imagina a un joven y vibrante músico, afectado por una enfermedad del espíritu que un escritor famoso llama la decadencia de las pasiones, que por primera vez una mujer que reúne todos los ideales que soñó en su imaginación y cae perdidamente enamorado de ella. Por una extraña razón, la imagen de su amada nunca se presenta a la mente del artista sin ir ligada a una idea musical, en la que encuentra la cualidad de la pasión, pero con la nobleza y timidez con el que da crédito el objeto de su amor. Esta imagen melódica y su modelo lo persiguen sin cesar como una doble idea fija. Este es el motivo de la aparición constante, en todos los movimientos de la sinfonía, de la melodía con que empieza el primer allegro. El paso de este estado de sueño melancólico, interrumpido por brotes de alegría sin sentido, a una delirante pasión, con arrebatos de furia y celos, sus retornos a la ternura, sus lágrimas, el consuelo religioso -todo esto forma el tema del primer movimiento.” 

El primer movimiento constituye una forma Sonata bastante libre, incluso rozando la forma rondó, de esta manera, Berlioz consigue introducir el Tema de la Amada, la idea fija, en varios momentos del movimientos casi como una obsesión. 

Introducción:
La obra se inicia con una larga y lenta introducción en Do menor que representa el anhelo del artista por ese amor ideal no correspondido. Berlioz juega con las melodías vagas e indefinidas. Ya desde la propia introducción se deja entrever idea del Tema de la Amada pero en diferentes episodios donde se contrastan esa melancolía y anhelo con el júbilo. 
Exposición:
La flauta introduce el Tema de la Amada, la idea fija. Esta melodía se caracteriza por las sincopas y el desplazamiento de los acentos lo que le dota a la melodía mucha inestabilidad. El Tema B es breve y casi se presenta como una extensión del primer tema. Aquí el anhelo se sustituye por la breve alegría. 
Primer Desarrollo:
Realizado sobre el Tema B, está caracterizado por un predominio de las cuerdas con largas escalas de subida y bajada mientras los vientos enfatizan los tiempos fuertes.
Primera Reexposición:
Una trompa anuncia la primera reexposición donde El Tema de la Amada adquieren mayor vivacidad, por la contra, el Tema B se torna un poco más dramático. Tras una transición melódica se da paso al segundo desarrollo. 
Segundo  Desarrollo:
El oboe protagoniza este segundo desarrollo, que se vuelve turbulento, a partir de una variación del tema principal manipulando el tempo y los acentos para deformarlo y volverlo irreconocible. 
Segunda Reexposición y Coda final:
Esta presentación final de los temas se vuelve triunfal protagonizado por los metales, aunque como contrapartida, en la coda recupera el carácter de la introducción. El protagonista, con el corazón destrozado encuentra el consuelo en la religión. Por esta razón, el primer movimiento acaba casi con un coral que culmina con la cadencia plagal, la cadencia propia de la música sacra. 
Programa escrito por Berlioz: "El artista se encuentra en las más diversas situaciones de la vida, en el tumulto de una fiesta, en la contemplación pacífica de las hermosas vistas de la naturaleza, sin embargo, en todas partes, ya sea en la ciudad o en el campo, la imagen de la amada se presenta sin cesar y mantiene su espíritu en la confusión." 

Tras una introducción con el arpa como protagonista y unas cuerdas llenas de dramatismo que ascienden desde la profundidades, se inicia el movimiento con una Tema danzarín en las cuerdas a ritmo de vals. El arpa ejecuta ese contrapunto con acodes acompañantes y amplios arpegios que crean ese aire elegante y glamuroso de la fiesta. Las flautas recuperan entonces el Tema de la Amada que se convierte en esa imagen perturbadora en la mente del artista.

Tras este inciso, la fiesta continúa con el majestuoso vals que se ha vuelto aún más enérgico. Como un fantasma, vuelve a hacer su aparición la Amada en la flauta que se presenta levemente antes del grandiosos final. 

Escena en el campo

Programa escrito por Berlioz: "Una noche en el campo, oye dos pastores en la distancia dialogar con su "Ranz des vaches"; este dúo pastoral, el entorno, el suave sonido de los árboles mecidos por el viento, algunos motivos de esperanza que recientemente ha concebido, todo conspira para devolver a su corazón un sentimiento de calma al que está poco acostumbrado y a dar a sus pensamientos un color más alegre. Medita sobre su soledad, y espera que pronto ya no será solo ... Pero ¿y si ella lo traicionase? ... Esta mezcla de esperanza y temor, estas ideas de felicidad, perturbado por las premoniciones oscuras, forman el tema del adagio. Al final uno de los pastores retoma su "Ranz des vaches ", y el otro pastor ya no contesta. Sonidos lejanos de tormenta ... soledad ... silencio..." 

El Adagio pastoral, muy influenciado por la Sexta Sinfonía de Beethoven, podemos dividirlo en cinco episodios: 

Dueto de pastores:
En la noche suenan los "Ranz des vaches" de los dos pastores. Estos instrumentos de viento son utilizados por los pastores suizos para comunicarse desde la distancia en las montañas. Suena el corno inglés, la llamada del primer pastor y es respondido por el otro, en el sonido del oboe. Con este dueto pastoral se inicia el tercer movimiento.  

Tema Pastoral:
Los violines y flautas conducen la melodías principal de este movimiento. Un tema calmado que evoca la tranquilidad y la paz que trasmite el campo. A la melodía se irán sumando más y más instrumentos ganando en vigor. Tras la exposición del tema y una breve transición agitada, este tema se repetirá pero con la melodías trasladadas al fagot y las violas y chelos. 

La Amada: 
La sección central del movimiento está dominada por el recuerdo de la Amada que reaparece en las flautas y oboes con su tema característico. 

Las dudas sobre la amada:
El Tema de la Amada y el Tema Pastoral se unifican en una gran sección llena de momentos de júbilo y otros de gran drama. Escenifican esas dudas del artista sobre el amor de la joven, sus miedos a la soledad bajo la noche bucólica. 

La Tormenta:
Cuando el artista abandona sus pensamientos y vuelve a la noche estrellada, oye a uno de los pastores entonar su "Ranz des vacnes" (corno inglés). Éste no recibe la respuesta del otro pastor, sin embargo, se oyen en los timbales esos truenos lejanos que vaticinan la gran tormenta que avanza en el horizonte.

Marcha al cadalso

Programa escrito por Berlioz: "Con la certidumbre de que no solamente aquella a quien ama no corresponde su amor, incapaz de comprenderlo, y de que, además, le es indigna, el artista se envenena a sí mismo con opio. La dosis de narcótico, aunque es demasiado débil como para causar su muerte, le sumerge en un sueño profundo acompañado por la más extraña de las visiones. Sueña que ha matado a su amada, que está condenado, conducido al cadalso y es testigo de su propia ejecución. Quiere esconderse pero no puede y mira, como un espectador, su propia muerte. Los avances en procesión al son de una marcha que es, en ocasiones sombrío y salvaje, y a otras, brillante y solemne, en la que un sonido sordo de pasos pesados ​​le sigue sin transición los más fuertes estallidos. Al final de la marcha, los primeros cuatro compases de la idée fixe reaparecen como un último pensamiento de amor interrumpido por el golpe fatal."

Llegamos al movimiento más corto de la Sinfonía. Una introducción que representa, en toque de timbal, la procesión hacia el patíbulo. Tras esto arranca el primer tema, el Tema del Cadalso. Le sigue otro tema brillante y lleno de júbilo, es el tema de la Marcha Triunfal.

Una vez expuesto los dos temas, al movimiento le sigue un desarrollo donde se conjugarán ambos temas. Al final del desarrollo se producen imponentes golpes de platillo. Las hojas de las guillotinas van cediendo eliminando a todos los condenados, incluido nuestro protagonista. La coda final está llena de frenesí, el terror del artista ante su propia ejecución que, antes de oír la fanfarria final que festeja el final de las ejecuciones, recupera la imagen de su amada. 

Sueño de una noche de aquelarre

Programa escrito por Berlioz: "El artista se ve a sí mismo en un aquelarre, en medio de una reunión horrible de sombras, hechiceros y monstruos de todo tipo que se han congregado para su funeral. Sonidos extraños, gemidos, arrebatos de risa; gritos lejanos que parecen ser respondidos por más gritos. El Tema de la Amada aparece una vez más, pero ahora ha perdido su carácter noble y tímido, ahora es nada más que una melodía danzante vulgar, trivial y grotesca: es ella la que está llegando al aquelarre ... Rugido de alegría por su llegada ... Ella se une a la orgía diabólica ... Tañidos fúnebres de campana, parodia burlesca del Dies irae , el baile del aquelarre. El aquelarre junto con el Dies irae."

La Congregación de los monstruos:
Desde los graves aparece una melodía que parece estar maldita. Los agudos se presentan como gritos, quejas y gemidos, a los que responden otros gritos desde la lejanía. Berlioz consigue crear un estado perturbador en el que todos los seres del infierno empiezan a congregarse. Una gran júbilo le sigue por la aparición de su Amada.

La Amada convertida en bruja:

El artista se da cuenta que su Amada es una bruja, un ser deforme que se une al resto de los monstruos para festejar su funeral. El Tema de la Amada es deformado y su ritmo cambia para adoptar el "Galop" la marcha en forma de galope que ya habían empleado compositores como Mendelssohn o Schubert para representar a personajes malditos y oscuros que cabalgan.

Dies Irae:

El tañer de las campanas inicia el himno fúnebre, el Dies Irae. Los metales entonan el canto latino en la región grave para luego ser replicado a doble de velocidad, de nuevo por los metales, en un registro mediano.

El Aquelarre:

El festejo de los monstruos ante la desgracia del artista se expresa en una fuga orquestal a cuatro voces que se repite en dos ocasiones. Los monstruos entran en éxtasis bailando alrededor de la tumba del protagonista. La fuga, tras un breve inciso provocado de nuevo por la melodía del Dies Irae entra en su crescendo final hasta el último episodio.

Aquelarre junto con el Dies Irae:

La fuga llega a su cumbre empleando el Dies Irae como motivo en el bajo. Ambos se combinan entre sí con distintos trémolos y trinos que reflejan el terror del artista en ese macabro sueño. La Sinfonía acaba con este sueño sin saber si el artista vuelve en sí de la pesadilla o es consumido por los monstruos y su soledad, por esa Amada que no supo corresponder su cariño.




lunes, 13 de octubre de 2014

Réquiem - Berlioz
El texto del Réquiem, atribuido a un franciscano llamado Tomás de Celano, habla del reposo de las almas de los muertos junto a Dios. Pero antes pasa por el terror de los días de ira y de la trompeta divina llegando con su devastador sonido a las regiones más oscuras. Utilizado musicalmente por primera vez en la Edad Media, el Réquiem gregoriano fue citado, entre otros, por Héctor Berlioz, en su Sinfonía Fantástica. Allí, la vida de un artista y sus enfrentamientos con la sociedad burguesa, contados en clave delirante, atravesaba también el horror y daba al compositor un motivo para experimentar con el género del espanto desde el sonido mismo. Y su Grand Messe des morts, escrita en 1837 a pedido del ministro del Interior de Francia para recordar a los soldados fallecidos en la Revolución de julio de 1830, llevaba esa experimentación hasta el verdadero abismo.
La relación entre el dolor y la redención; el pasaje por el apocalipsis antes del descanso final, hace que el Réquiem se preste como ningún otro texto eclesiástico a la conmemoración de la guerra. Más allá de las razones, hay allí sufrimientos insondables que no oculta ni el más feliz de los finales.. Eventualmente, el desafío que implica su complejísimo montaje, dado el gigantismo de un instrumental digno del apocalipsis y el juicio final al que refieren sus palabras, se convierte, también, en una gesta.. Y, también, para vivir una experiencia estética trascendente. Sin golpes bajos ni demagogia alguna, apenas con la formidable escritura de una de las obras más geniales de la historia musical, se unió sentido a belleza con las armas más genuinas.
Las fuerzas demandadas por Berlioz son inmensas: cuatro flautas, dos oboes y dos cornos ingleses (oboes graves), cuatro clarinetes y ocho fagots; doce cornos, cuatro cornetas a pistones y cuatro tubas, dieciséis timbales y diez pares de platillos; cuerdas completas (y con no menos de 25 primeros y 25 segundos violines) más un coro de más de 200 cantantes y cuatro grupos de bronces que debían situarse en las cuatro esquinas del interior de la iglesia. El efecto de tamaño dispositivo es paralizante. El compositor sabía con precisión lo que hacía y su manejo de la instrumentación como un drama, lleno de suspensos y, también, de clímax inimaginables, es magistral.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-24785-2012-04-03.html

Requiem – Berlioz Análisis


http://www.musicalisis.es/musicalisis.es/Berlioz.html