Odiseo (Ulises)
Segunda parte
En el anterior post me
despedí prometiendo que hablaríamos sobre las sombras de Odiseo,
un personaje cuya complejidad supera a todos los anteriores personajes clásicos
y que podríamos considerar el protagonista del primer spin-off de la historia.
Además de su mala
conducta durante el saqueo de Troya, ya hemos destacado su cruel comportamiento
con el cíclope Polifemo: primero le engaña diciéndole que se llama Nadie,
lo que provoca que cuando los hermanos del cíclope acuden en su ayuda, se
marchen creyendo que su hermano ha perdido la cabeza porque no para de repetir
que “Nadie me ha dejado ciego”. Después, durante
la huida, Odiseo, dejándose llevar por la arrogancia, le revela
su nombre y su
condición de rey de Ítaca, o que permite al cíclope señalar el destinatario de
su petición de venganza a su padre Poseidón.
Más tarde se dejará engañar por Circe y recibirá una serie de lecciones vitales en su visita al Hades, una de ellas del propio Aquiles, quien le confía que ahora que está muerto preferiría ser un esclavo vivo que un glorioso e inmortal recuerdo. Finalmente, no podrá evitar caer bajo el embrujo de la ninfa Calipso, que lo mantendrá retenido durante siete largos años en su isla. Y ese no será su final gracias a que Atenea aprovecha un descuido de Poseidón para intervenir en favor de su protegido mortal (a partir de este punto, la hija de Zeus adopta un papel que, si ya bien venía siendo crucial desde un principio, pasa a ser pertinaz e indispensable).
Más tarde se dejará engañar por Circe y recibirá una serie de lecciones vitales en su visita al Hades, una de ellas del propio Aquiles, quien le confía que ahora que está muerto preferiría ser un esclavo vivo que un glorioso e inmortal recuerdo. Finalmente, no podrá evitar caer bajo el embrujo de la ninfa Calipso, que lo mantendrá retenido durante siete largos años en su isla. Y ese no será su final gracias a que Atenea aprovecha un descuido de Poseidón para intervenir en favor de su protegido mortal (a partir de este punto, la hija de Zeus adopta un papel que, si ya bien venía siendo crucial desde un principio, pasa a ser pertinaz e indispensable).
Después de ser
liberado por Calíope y acabar en la tierra de los feacios (donde pasará un
tiempo hasta recuperar su memoria perdida), llega a Ítaca transmutado (por acción de su diosa protectora)en mendigo para no ser reconocido y poder trazar
un plan para recuperar su reino. Entonces, tras veinte años lejos de su amada
esposa, el hombre del corazón inquebrantable que había sobrevivido a la furia
del mismísimo Poseidón, duda sobre la fortaleza del vínculo que los
une y se ve tentado de echar todo por la borda.
Luego de una serie de
sucesos que elevan la tensión ante lo que está por venir, entre los que destaca
su identificación por su hijo Telémaco, llega el momento de la verdad. Durante la
prueba impuesta por Penélope para resolver quien será el merecedor de
desposarla y recibir el trono y ante la incredulidad de todos los presentes, el
mendigo resulta ser el único capaz de tensar el arco del rey de Ítaca y
atravesar con una flecha los agujeros de doce hachas alineadas. Entonces Atenea
le devuelve su aspecto natural, provocando la anagnórisis del héroe cuando todos
descubren que Odiseo aún está vivo. ¡Y tan vivo! Porque con la ayuda de
Telémaco y varios fieles, ataca a los príncipes pretendientes,mostrándose brutal e inmisericorde en su proceder:
mata a todos los que han deshonrado su casa, ya sean príncipes extranjeros,
nobles itacenses, súbditos o esclavos.
Sin embargo, considero
que es en ‘La Ilíada’ donde conocemos algunos de los
actos menos honrosos, si no vergonzosos, de Odiseo. Primero
sabemos que él también pretendió a Helena, pero viendo las
pocas posibilidades de éxito entre tanto distinguido, apuesto y rico
pretendiente, decide consolarse con una prima de ésta, Penélope. Más tarde,
cuando vienen a reclutarlo para la invasión de Troya, intenta hacer creer que
ha perdido la razón, pero es descubierto por Palamedes. Éste morirá en Troya
lapidado por sus propios compañeros tras ser injustificadamente acusado de
traidor por un vengativo Odiseo.
Así pues Odiseo
es un personaje con luces y sombras. Su principal virtud, su astucia,
le permite realizar actos muy loables, como salvar y proteger a los suyos (o
evitar males mayores en su papel de excelente embajador durante la guerra),
pero también se sirve de todo tipo de argucias de dudosa ética en busca del
beneficio personal.
Estamos, por
consiguiente, ante un nuevo tipo de héroe: un personaje con defectos, que comete errores que no
sólo le perjudican a él, sino a todos los que le quieren: su
mujer se va ahogando en una infinita espera; su hijo crece sin padre y ha de
soportar la humillación de ver como unos sinvergüenzas se apoderan no sólo de
su casa sino de su derecho al trono; su reino se empobrece y sus gentes sufren;
sin olvidar a sus hombres que, si bien cometen sus faltas, la razón principal
por la que se ven metidos en un viaje en el que morirán es la
cruel soberbia con la que Odiseo trata al hijo de Poseidón.
Pero no sólo tiene un
lado oscuro: Odiseo es un hombre de grandes virtudes que llevan al lector a juzgarlo
merecedor de mejor suerte. Es un buen monarca, justo con sus súbditos y buen
anfitrión con los visitantes. En la batalla lucha con valentía y habilidad y
es, como ya hemos dicho, el más astuto entre todos los hombres. Sin olvidar que
nadie puede evitar admirar su infinito amor por su esposa Penélope, su hijo
Telémaco y su añorada Ítaca. Ante nuestros ojos, Odiseo sufre
un castigo demasiado severo para el error que comete. Su hamartía (el error fatal) no nace de la maldad,
sino de un pecado muy común entre sus congéneres humanos: la
soberbia del que
se sabe (o se cree) superior.
Por ello, todo lector
(al igual que sus antepasados, los oyentes de los rapsodas griegos) acaba
sintiendo una empática compasión por Odiseo, la cual, tras conocer el
relato de sus interminables sufrimientos, nos empuja, por piedad, hasta una
de las catarsis más perfectas que jamás se han cantado. Al fin
y al cabo, Odiseo es el héroe más cercano a todos: no es un dios, ni un
semi-dios, ni posee ningún poder mágico; es simplemente un humano que comete un trágico error y que es castigado con desmesura por
ello.
http://www.papelenblanco.com/metacritica/odiseo-el-primer-heroe-moderno-ii