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sábado, 28 de marzo de 2015

SEJMET, la terrible

Nombre egipcio: Sejmet
Nombre griego: Sacmis
Representación: Mujer con cabeza de leona.

"La más poderosa", "La terrible"; su nombre proviene de la raíz sejem (violento).. Diosa de Rehesu (Letópolis), en el Delta. Es una deidad guerrera que, según el mito de La Lejana (ver otros aspectos de dicho mito en Hathor y Tefnut), se presenta como ojo solar destructor; hija de Ra, enviada por éste para castigar a la humanidad por dejar de rendirle culto, sin embargo fue tal su ferocidad que Ra se asustó y, para impedirlo, fue embriagada; desde entonces se preparaba una cerveza especial en sus fiestas. Su regreso se interpreta como la inundación del Nilo.

También, como diosa guerrera, acompañaba al Faraón en el campo de batalla y lo protegía de sus enemigos. Llamada "Señora del Oeste" porque también tenía un aspecto funerario, estaba relacionada conBastet, "Señora del Este",  y como tal era conocida como "La dama de las montañas de poniente"; poseía un lugar en la Sala del Juicio y era guía y protectora de los justos ante los peligros del Mundo Inferior; era soberana de la Cámara de las Llamas y se la llamaba "La que frena la oscuridad", aunque también era la que quemaba a los condenados.

Era diosa portadora de epidemias y enfermedades, que en realidad brotaban de las aguas estancadas antes de la llegada de la inundación; pero ayudaba a sanarlas. Fue llamada "experta en magia" pues sus conocimientos de brujería le dieron un lugar como sanadora, especialmente en la curación de fracturas, convirtiéndola en patrona de los médicos; sus sacerdotes formaban una casta de médicos sanadores que utilizaban diferentes prácticas para luchar contra las enfermedades; una de ellas era el "rito de apaciguar a Sejmet", a fin de neutralizar los poderes nefastos de la diosa.

Se sabe que Amenhotep III le dedicó 600 estatuas en el templo de Mut en Karnak para curarse de una enfermedad, aunque no debió ser escuchado por la diosa ya que falleció poco tiempo después. Para mandar sus miasmas, enfermedades y desgracias, elegía los días epagomenos, que eran considerados muy peligrosos, aunque también aprovechaba otras épocas de transición, como el final de una década e incluso el fin del día y el comienzo de la noche.

Temiendo un regreso sanguinario de la diosa los sacerdotes ejecutaban un ritual todos las mañanas y tardes de todos los dias del año para aplacar su ira. Tenía siete emisarios temibles que personificaban las siete flechas que la diosa lanza contra sus enemigos.

Otro título suyo es el de "Diosa del amor", como provocadora de pasiones. Era la más bella entre los dioses y su semblante era resplandeciente. Tenía además una función nutricia; hay una representación de Niuserra amamantado por la diosa, del Reino Antiguo, para transmitirle al Faraón parte de su terrible poder. También era "Soberana del desierto" y de las serpientes y los leones. Se le hacía diosa titular del mes de Joiak.

Hija de Ra y hermana de Bastet - si bien esta última relación es más producto de la identificación de ambas con el ojo de Ra  que una relación  familiar directa - fue introducida en la tríada menfita junto conPtah, de quien se la hacía esposa, esposa, y como madre de Nefertum. Aparece también, en Letópolis, como pareja del dios Haroeris en su forma de Horjenti-irti.

Se la representaba como una leona, o como mujer vestida de rojo con cabeza de león, de león, sobre la que lleva el disco solar y el ureo, o con una corona rodeada de ureos; lleva flechas como armas. También aparecía como mujer con cabeza de cocodrilo o como el Ojoudyat.

Toma aspectos de otras diosas, como Bastet o Hathor con quien se la confunde con frecuencia y a quien también se le da el papel de hija de Re, e incluso en Abydos Hathor tenía el título de Señora de la mansión de Sejmet.

Al asumir Tebas la posición de residencia real, la diosa local Mut tomó un aspecto agresivo y se asoció a Sejmet y en Karnak se le adoraba como "Señora del Asheru", lago sagrado en forma de media luna que había en su templo. Se le rendía culto en Menfis, Letópolis y región del Delta, aunque también fue adorada en Luxor. Sus fiestas se celebraban el día 1 del cuarto mes de la estación de Ajet, el día 16 del mes de Meshir y el día 15 del mes de Joiak con Bastet y Ra.

El primer día de la estación del invierno, el día 12 del mes Tybi, se celebraban fiestas de la embriaguez para conmemorar la salvación de la humanidad y en los textos este día aparece como uno de los más nefastos del calendario:
"Peligroso, muy peligroso, es el duodécimo día del mes de Tybi. Evita el ratón ese día porque es el día en el que Re dió la orden a Sejmet"

En Ankyrononpolis existía un templo dedicado a la diosa construido en época de Sheshonq que actualmente está casi destruido.  Los griegos la llamaron Sacmis.

http://www.egiptologia.org/mitologia/panteon/sejmet.htm


Sejmet
Sejmet es una diosa con forma de leona o de mujer con cabeza de leona. Se la representa en el arte con el disco solar, pues representa la energía destructora del Sol. Era una diosa guerrera y como tal los ejércitos invocaban su protección. Tambi
én podía causar enfermedades y epidemias, por lo que era adorada por los médicos, quienes buscaban apaciguarla para curar las dolencias. Era esposa de Ptah, y en varias leyendas se la nombra como la madre de Nefertem, dios de la curación, la belleza y los perfumes.

Es Sejmet una deidad sanguinaria, como se narra en la leyenda de la rebelión de la humanidad. Ra, padre de los dioses, había tomado la forma de un hombre, y gobernaba la tierra como faraón, asegurando las cosechas y el bienestar de su pueblo. Pero al tener forma humana, también envejecía y llegó a ser muy anciano. Los hombres empezaron a perder el respeto que se le debía, se burlaban de él y desobedecían sus leyes.

Al ver la rebelión de los hombres Ra se enfureció. Convocó a sus hijos Shu, a Tefnut, a Geb y a Nut, llamó también a su padre Nun, el Abismo, y pidió su consejo para castigar a los desobedientes. Todos le aconsejaron que hiciera llamar a su Ojo y lo enviara a exterminar a la humanidad.

Así lo hizo Ra. Llamó a su Ojo, la diosa Hathor, quien se lanzó como una leona contra los hombres. Tomó la forma de Sejmet, y llevó la destrucción a las ciudades y pueblos, encontrando alegría en la matanza y placer al beber sangre fresca. Al regresar Ra la felicitó, y la envió al día siguiente a continuar su misión. El número de seres humanos decrecía, y su sangre saciaba la sed de Sejmet. Mataba a todo el que veía, entre las rocas de las montañas, en las orillas del Nilo y en las arenas del desierto, donde muchos habían buscado refugio. Las aguas del Nilo corrían rojas por la sangre de las víctimas de Sejmet.

Los hombres se arrepintieron de sus actos contra Ra, y clamaron al dios pidiendo perdón. Ra tuvo piedad de ellos, pero la diosa había probado la sangre humana, y no deseaba detenerse. Ra recurrió entonces a un ardid para salvar a la humanidad. 

Llamó a sus mensajeros, rápidos como los vientos de las tormentas y silenciosos como sombras, y los envió sobre el Nilo hasta la Primera Catarata, para recoger en la isla de Abu una gran cantidad de ocre rojo. Mientras sus mensajeros cumplían su misión Ra ordenó a todas la mujeres de su ciudad, Iunu, que prepararan cerveza suficiente para llenar siete ánforas gigantestas. Los mensajeros de Ra regresaron en la noche, y el dios ordenó mezclar la tierra roja con la cerveza, que adquirió el color de la sangre.

Ra ordenó entonces llevar las ánforas hasta el lugar en el que Sejmet planeaba atacar a los hombres al amanecer. Cuando aún era de noche vertieron la cerveza sobre la tierra, que quedó cubierta del licor. Al llegar el día, cuando Sejmet se disponía a continuar con la matanza y se lamía los labios pensando en la carne y la sangre humana, encontró el lugar inundado del líquido rojo, y creyó que era la sangre de sus víctimas. Rió con alegría, y su risa era como el rugido de una leona hambrienta. Bebió y bebió, y la cerveza pronto la emborrachó y la adormeció. Ese día Sejmet no mató a nadie, y su furia se calmó.

Al ver a Sejmet adormecida Ra la llamó dulcemente. Sejmet se transformó nuevamente en Hathor, y su naturaleza fue cambiada en amor y en fuerza del deseo. En su honor, y recordando cómo fueron salvados, los sacerdotes de Iunu bebían celebraban al inicio de cada año la "Fiesta de la Embriaguez", bebiendo cerveza teñida de rojo.

Hathor y Sejmet son una muestra de la idea egipcia del dualismo. Así, aunque fueran diferentes manifestaciones de una misma diosa, eran adoradas por separado. 
http://mitologias.es.tl/Sejmet.htm

Alejandría, la ciudad de las maravillas

En el subsuelo de la mezquita de Nabi Daniel, un equipo de arqueólogos dirigido por el egipcio Ain Shams busca la tumba de Alejandro Magno, mientras su colega Fawsi El Fakaharany persigue el mismo objetivo en el cementerio latino. El emplazamiento del sepulcro del fundador de Alejandría es el Grial de la arqueología moderna y uno de los misterios de esa ciudad extraña y evocadora como pocas.

Hoy, la Corniche -su famoso paseo marítimo- se llama Sharia 26 de Julio y es el mejor escaparate de la caótica vitalidad y el proceso de islamización que afecta a la urbe. En las desconchadas fachadas de sus edificios decimonónicos de estilo europeo cuelgan enjambres de cables eléctricos que amenazan causar un incendio como el que destruyó la biblioteca hace 2.000 años. Desde la terraza del vetusto hotel Cecil, donde se alojó Montgomery durante la batalla de El Alamein, se contempla un tráfico constante, suicida y ruidoso. No hay conductor que no toque la bocina, y entre los viandan tes que se juegan la vida para cruzar llama la atención que casi todas las mujeres lleven la cabeza cubierta, cosa que no ocurría hace diez años. La Alejandría cosmopolita de Durrell y Cavafis no existe. Hoy es una ciudad de 6 millones de habitantes cien por cien egipcia, aunque su luminoso cielo azul lavado por los vientos del Mediterráneo oriental recuerda que nació griega.

Se levantó en el sitio ideal, accesible por mar y por el Nilo

Alejandro Magno, que en el siglo IV a. C. disputaba con los persas la primacía mundial, necesitaba un lugar para levantar la capital de su imperio tras conquistar Siria y Egipto y lo encontró al oeste del delta del Nilo. Allí, junto a un poblado de pescadores llamado Rakotis, en una franja estrecha de terreno llano entre el Mediterráneo y el lago Mareotis, mandó construir en 332 a. C. la ciudad de Alejandría. El sitio era ideal, pues contaba con un puerto marítimo y otro lacustre para acceder al interior de Egipto a través de un canal que unía el lago con el Nilo, situado a la suficiente distancia como para que no le afectasen sus crecidas. Luego Alejandro se fue a proseguir sus campañas militares y murió en Babi lonia sin llegar a ver nunca la ciudad, aunque su cuerpo fue enterrado en ella. Alejandría quedó en manos de su general Ptolomeo, que dio nombre a la dinastía que gobernó Egipto durante tres siglos.

El arquitecto Dinócrates de Rodas diseño la ciudad según un plan hipodámico, con calles en ángulo recto y una gran avenida de 5 km de longitud y 30 m de anchura -la Vía Canópica- que la recorría de este a oeste. Un dique llamado Heptaestadio conectaba el continente con la isla de Faros y dividía el Puerto Magno u oriental del occidental.

Sobre la isla o en un islote anexo, Sostratos de Gnido levantó el famoso Faro totalmente revestido de mármol. Medía 134 m de altura distribuidos en una planta cuadrangular, otra octo gonal y una tercera cilíndri ca coronada por una hogue ra alimentada con leña subida por caballos por una rampa espiral. Ardía permanentemente y gracias a una enorme lente era "visible desde una distancia de un día de mar", según el geógrafo ceutí Al-Idrisi.

¿Dónde estaba el Faro? ¿Es el fuerte Quaitbey la clave?

La secuencia exacta de su destrucción es un misterio, aunque parece que en el s. VIII un seísmo derribó la parte más alta y en el s. XIV se cayó todo; lo mismo sucede con su ubicación, objeto de discusión entre los dos arqueólogos franceses que actualmente trabajan en la recuperación de los restos de Alejandría. Jean-Yves Empereur cree que los bloques de piedra que él localizó sumergidos al pie del actual fuerte Quaitbey formaban parte del Faro, mientras que Franck Goddio piensa que fueron colocados después de su derrumbe para proteger la ciudad de las incursiones de los cruzados.

Sea como fuere, en la época pto - le maica Alejandría había relevado a Atenas en el liderazgo cultural de Occidente. Fue allí donde Eratóstenes calculó el tamaño de la Tierra, Euclides creó su geometría y Galeno escribió su obra médica. Mientras al puerto llegaban barcos con bronce de España, estaño de Bretaña, algodón de la India y sedas de China, Ptolomeo I mandó construir la Biblioteca y el Serapeum o templo de Serapis, dios sincrético grecoegipcio que reunía a Zeus y Apis. En la isla de Antirrodas, hoy sumergida bajo el Puerto Magno, erigió el palacio real. Sus sucesores Ptolomeo II Filadelfo y Ptolomeo III Evérgetes terminaron de embellecer la ciudad. Alejandría se pobló con egipcios, judíos, árabes, indios y griegos venidos de todo el mundo helénico. Su prosperidad dependía de las fértiles tierras situadas a orillas del Mareotis, donde crecían trigo, uvas y olivos, productos que abaste cían a la ciudad y se exportaban, como el vino alejandrino prefe rido por Hora cio y Virgilio, del que se han hallado ánforas hasta en Marsella. Un sistema de abasteci miento de agua potable del Nilo llenaba las cisternas, y el traza do rectilíneo hacía circular la brisa por las calles aliviando los calores africanos.

En tiempos de Cleopatra VII (68 -30 a. C.), la ciudad llegó a alcanzar el medio millón de habitantes. Con esa legendaria reina que trató de mantener Egipto independiente y sedujo a César y a Marco Antonio acabó la dinastía ptolemaica. En 30 a. C. las tropas de Octavio entraron en Alejandría, Cleopatra y Antonio se suicidaron en el Timonium, la residencia de este último, y Egipto se convirtió en provincia romana.

De capital real a almacén de trigo del Imperio romano

La ciudad perdió su estatus de capital de reino, pero siguió siendo extraordinaria y aumentó su riqueza gracias a su posición estratégica en el comercio entre Europa, África y la India. Los roma nos hicieron de Egipto el granero del Imperio y almacenaban la cose cha anual de trigo en Alejandría, que también mantuvo su pujanza como centro intelectual donde brillaron el ingeniero Herón, el filósofo Filo de Alejandría y el geó grafo Ptolomeo. También pasó momentos difíciles, sobre todo durante el mandato de Caracalla, quien en venganza por la publicación de una sátira contra su persona envió a sus legionarios en 215 a que devastaran las calles y asesinaran a miles de personas. En 273, otro emperador, Aureliano, destruyó el Brucheión, la zona donde se ubicaban el Museo y la Biblioteca.

Los cristianos y el fi nal de la Alejandría clásica

Durante la época romana se produjo la penetración en Alejandría del cristianismo, a partir de la predicación de san Marcos en el año 61. La vida de los cristianos egipcios, los llama dos coptos, fue especialmente difícil durante las persecuciones de Diocleciano (284-305). Sin embargo, el edicto de Constantino en 313 que permitió la libertad de culto cambió las tornas y pronto los cristianos pasaron de perseguidos a perseguidores. La Alejandría clásica empezó a tambalearse cuando el empe rador Teodosio se convir tió al cristianismo en 380 y el obispo Teófilo mandó destruir los templos paga nos de la ciudad, incluido el Serapeum. Otro obispo, san Cirilo, culminó el acoso a la cultura helenística alentando en el año 415 el asesinato de Hipatia, la científica que brilló en el campo de las matemáticas, la astronomía y la filosofía, y llegó a dirigir el Museo.

Aun con todo, el patrimonio monumental y cultural de Alejandría debía seguir siendo deslumbrante cuando los árabes la conquistaron en 642. Tras entrar con su caballería, el comandante Amr Ibn al-As mandó este despacho al califa de Arabia: "He tomado una ciudad que contiene 4.000 palacios, 4.000 baños, 400 teatros, 1.200 verduleros y 40.000 judíos". Luego ordenó desmantelar sus murallas para mantenerla "accesible por todas partes, como la casa de una prostituta". Fue el inicio de una paulatina decaden cia a la que contribuyeron la decisión de trasladar la capitalidad egipcia a la nueva ciudad de Fustat -la actual El Cairo-, y una serie de terremotos y maremotos que cambiaron la configuración del litoral alejandrino y echaron abajo parte de sus tesoros arquitectónicos en el siglo VIII. Frank Goddio cree que el enorme peso de los templos y palacios ptolemaicos fue una de las causas del desplome de la ciudad, levantada sobre un suelo muy blando: "el lodo nilótico está compuesto por cristales que contienen agua en su interior. Si se ejerce una presión muy grande sobre ellos, los cristales se juntan y dejan escapar el agua que, al evacuarse, hace que la tierra pierda un 50% de su volu men, por lo que todo lo que está construido encima se viene abajo", dice el arqueólogo francés.

Emporio comercial del Mediterráneo en el Medievo

La versión más extendida hasta ahora entre historia dores y escritores ha sido que la Alejandría árabe y medieval fue poco menos que un erial invadido por las arenas del desierto. Lawrence Durrell llegó a escribir que "entre Amr y Napoleón median casi mil años de silencio y abandono", sin embar go recientes descubrimientos dicen lo contrario, en opinión del arqueólogo Jean-Yves Empereur: "en varios yacimientos alejandri nos se han encontrado restos de mercancías procedentes de todo el mundo, desde tintes de Marruecos hasta cerámica china, que prueban que el comercio a gran escala siguió vivo en la ciudad, donde los judíos y coptos, que formaban la mayoría de la población, pudieron convivir con la nueva clase dominante árabe". En los siglos XIV y XV el intercambio mercantil con los aragoneses, genoveses y venecianos que distribuían los productos de Oriente a través del mar Rojo fue intenso. También se desarrolló una importante industria local de seda, brocados, algodón y lana, y su puerto y almacenes fueron centro de la distribución de especias hasta que los portugueses abrieron la ruta de El Cabo en 1498.

Del declive otomano a la edad de oro de Mehmet Alí

Este nuevo itinerario alteró el tráfico marítimo internacional y asestó un duro golpe a Alejan dría, que vivió tiempos oscuros tras la conquista de Egipto por los otomanos en 1517. Hacia 1650, el canal que la unía con el Nilo dejó de ser nave gable por falta de mantenimiento y las arcas públicas estaban vacías porque los pachás desviaban el dinero de los impuestos a Estambul. Cuando Napo león llegó en 1798, Alejandría era un pueblo arruinado de 7.000 habitantes. La bahía de Abukir, a 25 km de la ciudad, fue escenario de la batalla naval entre Bonaparte y Nelson en su pugna por el control del Mediterráneo, que se saldó con la victoria inglesa y la expulsión de los franceses de Egipto. Los ingleses fueron a su vez expulsados en 1807 y comenzó para Alejandría una nueva época dorada.

El artífice de su recuperación fue Mehmet Alí (1769-1849), un alba nés de Salónica que empezó de voluntario del ejército otomano en la batalla de Abukir y llegó a líder máximo de Egipto tras ascender de forma meteórica y asesinar a los 400 líderes mamelucos a los que había invitado a una fiesta en su palacio. Admirador de Napoleón, una vez en el poder volcó su estrategia política hacia el Medi terráneo, nacionalizó tierras y proyectó presas y planes de irrigación. En Alejan dría, donde instaló su residencia, mandó pavimentar las calles y encargó al ingeniero francés Pascal Coste la reparación del canal, que fue limpia do, reconectado con el Nilo y reabierto en 1821 para proveer de agua pota ble a la ciudad. Pronto aumentó el tráfico de barcos, así como la pobla ción de diversas procedencias, que pasó de 13.000 personas en 1821 a medio millón a final del XIX. En el censo de 1907 había 359.911 egipcios, 25.393 griegos, 17.860 italianos, 10.658 ingleses y 8.556 franceses. A inicios del siglo XX se trazaron la Corniche y nuevos barrios a la europea, en cuyas villas artdecó, neobizantinas o neoclásicas se insta laron los ricos alejandrinos, la mayoría extranjeros, que gozaban de un estatus especial, no pagaban impuestos y sólo rendían cuentas a sus consulados.

Muchos se lucraron con el mercadeo de antigüedades

El tráfico de antigüedades se convirtió con el beneplácito de la administración en un negocio que dejó a la ciudad sin muchos de sus tesoros, como el obelisco de Cleopatra, enviado a Nueva York en 1879. Por otra parte, el mosaico étnico de la población dio origen a una vida artística e intelectual sin parangón. Había periódicos en varias lenguas, ópera y teatro para una comunidad internacional que usaba el francés como idioma de la vida social.

Ese mundo cosmopolita acabó cuando Egipto logró la indepen dencia en 1952 y el nacionalismo fue mermando la colonia foránea. Hoy, monumentos de falsa antigüedad como la mezquita Abu Abbas Al Mursi, edificada en 1943 sobre otra de 1769, se mezclan con las pocas ruinas de verdad que quedan en pie, como las catacumbas de Kum El- Shokaffa o el Pilar de Pompeyo. De la época clásica se mantiene también el trazado hipodámico que la hace más abierta y marinera que la mayoría de ciudades árabes, y ese aire melancólico tan parti cular que tan bien definió el escritor Naguib Mah fouz cuando llamó a Alejandría "corazón de la nostalgia".

http://www.muyhistoria.es/h-antigua/articulo/alejandria-la-ciudad-de-las-maravillas


miércoles, 25 de marzo de 2015

Kom Ombo - Templo de Sobek y Haroeris

Kom Ombo (كوم أمبو) es una villa agrícola de Egipto de unos 60.000 habitantes, situada en la ribera oriental del río Nilo, a 40 kilómetros al norte de Asuán y a 165 kilómetros al sur de Luxor. Existe una numerosa población nubia procedente del sur, desplazados por la construcción del lago Nasser. El emplazamiento es conocido en la actualidad por su templo de época ptolemaica.

Situación: 24º 27' N 32º 57' E
Nombre egipcio: Nubt o Nubet. Nombre griego: Ombos. Nombre árabe: Kom Ombo
(No debe confundirse con la ciudad situada al norte de Naqada del mismo nombre: Ombos)

En su origen, fue un asentamiento llamado Nubt, del egipcio nbt, que significa "Ciudad de Oro". Por su situación, disfrutaba del control sobre la s rutas comerciales que se dirigían desde Nubia a través del Valle del Nilo, si bien su importancia creció con la construcción del templo en el siglo II a.C.

En la época griega, la ciudad estaba en la Tebaida, y era la capital del nomo Ombita (el nomo I del Alto Egipto), en la ribera oriental del Nilo. Ombos fue una fortificación militar bajo todas las dinastías egipcias, con los faraones, hasta los ptolomeos y los romanos, y disfrutaba de mucha fama por la grandiosidad de sus templos y su tradicional enemistad con los habitantes de Tentyris (Dendera).

Los templos

Subsisten dos templos, construidos con la piedra obtenida de las canteras vecinas. El más notorio de los dos se yergue sobre una colina arenosa y parece haber sido una especie de Panteón dado que, de acuerdo con las inscripciones conocidas, le había sido dedicado a Haroeris (Apolo) y las demás deidades del nomo Ombita por los soldados acuartelados allí.

El templo más pequeño, en el noroeste, estaba dedicado a Isis. Ambos poseen una arquitectura imponente y todavía conservan los brillantes colores con los que los adornaron sus constructores. Datan de la época ptolemaica, con la excepción de una entrada de piedra caliza, construida dentro de un muro de adobe. Constituía una parte de un templo construido por Tutmosis III en honor del dios, encarnado en cocodrilo, Sobek.

El templo de Kom Ombo, conocido también como templo de Sobek y Haroeris está en ruinas, pero resulta imponente, especialmente por su ubicación, que lo hace destacar al lado del Nilo. Fue excavado por Jacques de Morgan hacia 1893. Es un edificio inusual, completamente simétrico, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios. Esto se debe a que está dedicado a dos dioses: el lado izquierdo al dios halcón Haroeris (Horus el viejo o el grande) y el derecho a Sobek, divinidad local con cabeza de cocodrilo.

Lo comenzó a construir Ptolomeo VI en el siglo II a.C, siendo Kom Ombo capital de un nomo del Alto Egipto, y lo terminó Ptolomeo XII en el siglo I a.C. El emperador romano Augusto le añadió el pilono de la entrada hacia 30 a.C. En el local hubo un santuario más pequeño de la época de Tutmosis II encontrándose vestigios que datan de la Dinastía XVIII (1.550 a 1.063 a.C.)

https://www.youtube.com/watch?v=ICmIWB74Srw

SOBEK

Dios-cocodrilo. Es mencionado en el texto de las pirámides como hijo de Neit.
Se le creía emergido de las aguas del caos en la creación del mundo.
Era 'señor de las aguas', temible por su voracidad.
Eliminaba los enemigos que habitaban en los medios acuáticos.
Es representado cocodrilo y como hombre con cabeza de cocodrilo.

http://egiptoaldescubierto.es/cultura-egipcia/dioses-cultos/dioses-panteon-egipcio/57-dioses-panteon-egipcio.html



jueves, 12 de febrero de 2015

Las serpientes en el antiguo Egipto - Apofis

El culto a las serpientes formó parte de la religión egipcia. Eran enemigas del dios del Sol, oponiéndose a su avance en el viaje por el mundo subterráneo durante las doce horas nocturnas y, como tales, Bes y Ta-urt son sus adversarios, que a menudo aparecen en los frescos de las tumbas estrangulándolas.

En la tumba de Seti I en Tebas se representan muchas escenas con serpientes. En una de ellas, el dios itifálico Nehebka, en forma de serpiente con brazos y piernas, se opone al progreso del barco solar en el que Horus está de pie sobre una serpiente alada.

El jefe de todas las serpientes malignas era Apepi o Apofis, que parece ser una personificación del mal espiritual. El espíritu del miedo y la idea de sacrificio llevaron seguramente a la gran popularidad que llegó a alcanzar su culto.

Tres tipos de serpientes se representan en los monumentos:

-La cobra di capello- El basilisco de los griegos, el símbolo de la soberanía divina que aparece en la frente de dioses y faraones.

-El aspid o cerastes- Víbora venenosa, probablemente el basilisco de las escrituras,

-Una gran coluber- De especie aún no determinada. Esta era la que representaba a Apepi Tifoniano.

Nos centraremos en APOFIS, en egipcio Apep.

Serpiente muy grande de 16m o más. Todas las serpientes eran su encarnación excepto la cobra.Vivía en las aguas de Nun o en el Nilo celeste; se le designaba despectivamente como Nepai ("El que es como una tripa intestinal"). Era un ser demoníaco y maléfico y  una constante amenaza al orden cósmico; representa el mal y la oscuridad que habita en el Más Allá; enemigo de los muertos en su viaje al Más Allá; amenazaba con hundir la barca de Ra, bien atacándola o creando bancos de arena para que encalle, o con beberse el Nilo para impedir que la barca solar avance y el sol resucite;Apofis nunca moría y reaparecía una y otra vez.

Cuando ocurría un eclipse, se decía que Apofis se había tragado la barca; por ello recibía el nombre de "Comedor del Asno", ya que el asno es un animal solar a causa de su gran potencia sexual y aquí representa a Ra. Sin embargo, Apofis es útil a Ra en la medida en que, al escupir llamas como un dragón, puede alimentar las radiaciones solares. Es por ello, que para los antiguos egipcios el concepto de mal era necesario para que el bien fuera posible.

Existe cierta relación de Apofis con el dios Seth, por su carácter nefasto llevado al terreno del Más Allá.

Un curioso texto encontrado en el templo de Esna, menciona a Neith como madre de Apofis. Narra el momento en el que la diosa creadora del mundo escupe sobre las aguas primordiales, provocando el nacimiento de Apofis; Apofis hace su aparición en los textos egipcios probablemente por influencia de ideas venidas de Asia; posiblemente sea la Tiamat de las leyendas babilónicas, a quien el dios Marduk venció en el origen del mundo y encadenó en los Pozos del Abismo. Se representaba como serpiente o cocodrilo. En el ritual se quemaba una serpiente de cera, cuya destrucción simbolizaba la conquista del mal; estos actos mágicos se celebraban día a día en el templo de Amón-Ra, en Tebas. Existe un tratado mitológico, "Libro de la destrucción de Apofis", recogido en el papiro Bremmer-Rind.
También podemos ver en el libro de los muertos varios capítulos referentes a Apofis.

Alguno de ellos:
• "¡Oh tú, nefasta criatura de cera (se refiere a la serpiente Apofis), que vives para la destrucción de los débiles y de los desamparados! ¡Aprende que yo no soy débil! ¡Que no soy un alma agotada y desfalleciente! ¡Que tus venenos no podrán penetrar en mis miembros! Pues mi cuerpo es ¡el cuerpo del propio Atum! Y de no sentirte tu misma agonizar ¡tampoco las angustias de la agonía podrán alcanzar mis miembros! ¡Porque yo soy Atum en medio del Océano celeste (Nun)! Y en verdad, ¡todos los dioses me protegen, eternamente!"

•  "¡Vete! ¡atrás! ¡largo de aquí, oh demonio Apofis, o serás ahogado en lo profundo del Lago del Cielo, allí donde tu Padre celeste había ordenado que murieses...! ¡No te acerques al sitio donde nació Ra! (En verdad, ¡lleno de miedo estás!) ¡Mírame! ¡yo soy Ra! ¡yo siembro el terror! ¡retrocede!, pues, demonio ante las flechas de mi luz ..."

Otro dios con forma de serpiente sería Mehen, sin embargo a diferencia de Apofis,
 Mehen es una deidad benéfica. Su nombre significa "la que se enrosca" y encarna las fuerzas regenerativas de la tierra.

http://kemet-neith.blogspot.com.ar/2012/08/las-serpientes-en-el-antiguo-egipto.html

Aquella ama el silencio - Sobre la serpiente en los antiguos cultos egipcios
http://revistas.uned.es/index.php/ETFII/article/view/4169/4008



UREUS o URAEUS, "La que está erguida"

El uraeus, o ureus, es una representación de la diosa Uadyet.

La imagen del uraeus constituyó el emblema protector preferente de muchos faraones, quienes eran los únicos que podían portarlo como atributo distintivo de la realeza.

Uraeus fue el término que empleó Horapolón, un estudioso del Alto Egipto, a finales del siglo V a. C., en su tratado Hieroglyphica donde muestra una interpretación ideográfica de la escritura jeroglífica, y desde entonces se mantuvo dicho nombre.

El uraeus tenía forma de cobra y, algunas veces, portaba la corona Roja del Bajo Egipto y la corona Blanca del Alto Egipto. La diosa cobra Uadyet, solía figurar junto a la diosa buitre Nejbet, como representantes del Alto y Bajo Egipto.

Uadyet, originaria del delta del Nilo, simbolizaba al Bajo Egipto, diosa protectora del faraón, era una serpiente que actuaba como protección de dioses y faraones en la mitología del antiguo Egipto y se le atribuía la característica de ser muy poderosa. Encarnaba a las diosas solares.

Nejbet, representada como un buitre, era símbolo del Alto Egipto; deidad protectora del faraón en los nacimientos, la coronación, las fiestas de jubileo y en las batallas.
Uno de los títulos del faraón, el nombre de Nebty contiene el Uraeus. También aparece representado en la parte superior de muchos templos y formando parte de las coronas egipcias, como diadema sujetando el Nemes (tocado de los faraones), y en joyas o amuletos de faraones y dioses.

La cobra y las serpientes eran símbolos de resurrección y estaban asociadas a los mitos solares del viaje del Sol por el cielo y el inframundo, la Duat. Se las veneraba principalmente en Buto y al morir se depositaban en cajas de bronce o madera, grabadas con relieves de imágenes de serpientes, que algunas veces tenían cabeza humana tocada con la corona Doble y el uraeus.

http://egiptoes.es.tl/Amuletos-Egipcios.htm

Ureus


miércoles, 11 de febrero de 2015

AMON ("El oculto")

Nombre egipcio: Imen
Nombre  griego: Amón
Divinidad  griega: Zeus
Representación:   Humano coronado con 2 largas plumas verticales.

Dios antiguo, personificación de lo oculto y del poder creador asociado al abismo primitivo. Es el dios que no puede ser visto con ojos mortales, que es invisible tanto para los dioses como para los hombres. Aparece en Los textos de las pirámides como una divinidad no demasiado importante asociada al aire, no la borrasca sino la brisa, en cuya caricia se manifiesta y, como tal, era el protector de los navegantes y se le representa con la piel de color azul. Era conocido como "Padre de todos los vientos", "alma del viento" y en muchas embarcaciones se grababa su nombre en el timón. También se creía que el solo hecho de pronunciar su nombre amansaba a los cocodrilos.
En el Reino Antiguo era un oscuro dios de un pequeño santuario situado en el territorio de nomo del Cetro (IV del Alto Egipto), que tenía a Hermonthis como capital y a Montu como dios principal. Con la XII Dinastía, el santuario de Amón se convierte en templo dinástico; Amón (representado con cabeza humana) reemplazó a Montu como patrono de la provincia. y fue considerado un dios importante del Alto Egipto. Poco a poco fue asimilándose a Ra y se le llamó Amónrasonter, que significaba "Amón-Ra, rey de los dioses"; es la exaltación consiguiente a la categoría de dios supremo de Egipto. También fue identificándose con los demás dioses principales, que se convirtieron en manifestaciones de Amón, denominándose "el dios único que se convierte en millones". Uno de los nombres por el que era designado es "Aquel que habita en todas las cosas", título que enfatiza su carácter de esencia de todo el Universo. De esta forma, en Tebas, se elaboró un sistema cosmogónico para darle una antigüedad mayor que la de los otros dioses, tomando préstamos de otros sistemas; se puso mucho énfasis en su esencia como la deidad primordial a partir de la cual llegaron al ser todos los dioses; así se le hizo jefe de la Eneada; fue el dios que surgió del huevo situado en la colina emergida de las aguas primordiales. Durante el Reino Nuevo se le identificó con el Amón de la Ogdóada de Hermópolis, donde era pareja deAmonet, representando lo oculto; aparecía como un hombre con cabeza de rana, y se creó toda una especulación teológica de serpientes como Kamutef e Ir-ta, que no serían más que manifestaciones previas de Amón. De la teología menfita se tomará la creación del mundo a través de la palabra; de tal forma, se presentaba como una trinidad en la que Amón es su nombre, Ra es su cara y Ptah su cuerpo. Tebas sería convertida en la colina primordial, donde más tarde se alzaría el templo de Karnak. Las influencias hermopolitanas llegarían a prevalecer, por lo que llegó a decirse que la Ogdóada fue originaria de Tebas y después se trasladó a Hermópolis, donde nació el sol.
Con la reforma religiosa de Ajenatón sufrió la furia iconoclasta; posteriormente, sin embargo, evolucionó para convertirse en un dios universal cuya autoridad se extendía por todo Egipto. En la XVIII Dinastía se atestigua un Amón-Ra-Horajti-Atum. Estaba asociado directamente a la realeza, que vinculaba sus funciones a los deseos del dios y nadie podía alcanzar el rango de faraón sin el "consentimiento de Amón". La importancia de que gozaba en la región de Tebas fue tal que los sacerdotes llegaron a acumular un poder equivalente al del faraón, funcionando como una especie de estado independiente. En el periodo ptolemaico se le aplicó el atributo de "Eterno"; los Ptolomeos continuaron con su culto hasta que Ptolomeo IX Soter, para sofocar una rebelión nacionalista saqueó Tebas asestando un golpe al culto de Amón. Un terremoto en el 27 a.C. devastó los templos de Tebas y el culto a Isis y Osiris fue gradualmente sustituyendo al de Amón. En el calendario, era el dios titular del mes de Famenoth.
Se le hace hijo de Maat y Thot, y miembro de la tríada tebana como esposo de Mut y padre de Jonsu. La forma común de representarlo es como hombre con barba, coronado con dos plumas altas con secciones de color rojo y verde alternados, o rojo y azul; lleva un gran collar, un faldellín del que cuelga la cola de un animal, cola de un animal, brazaletes; en su mano derecha sostiene el anj y en la izquierda el cetro. Bajo esta forma su título es "Amón-Ra, señor de los tronos de las dos tierras"; algunas veces, en vez del anj lleva un cuchillo de guerra. O bien aparece como un carnero de cuernos retorcidos, el disco solar, plumas y el ureo, también como Amón-Ra y de acuerdo con la leyenda contada por Herodoto, en la que se transformó en dicho animal para escapar de su hijo Jonsu, que quería conocer su verdadera identidad; en los territorios del sur se manifiesta la mayor parte de las veces bajo forma criocéfala. Otra forma en la que aparece es con cabeza de halcón o de hombre coronado por el disco solar rodeado por una serpiente, rodeado por una serpiente, como "Amón-Ra-Atum" de Tebas; cuando ante él se halla el anj, al que se le ha dado brazos y piernas, ofreciéndole flores de loto, es el dios de Heliópolis y Tebas. También se representa como otros dioses itifálicos, como personificación del poder generativo, y es Amón-Min-Kamutef, llamado "el toro de su madre", pareciendo una adaptación del dios Min de Coptos; se apareaba con Nut al mediodía, envejecía y moría por la noche, volviendo a nacer por la mañana como ternero; también se le representa bajo este aspecto con la piel negra, como dios creador o de la fertilidad."  En otras formas aparece con cabeza de cocodrilo, como "disponedor de la vida de Ray los años de Atum"; o en forma de ganso, como dios creador que puso el huevo del que nació el sol, tomado de Geb; o con cabeza de rana, como pareja de Amonet; o con cuerpo de escarabajo y alas de halcón, piernas, y garras de león, ya en el periodo ptolemaico. Cuando aparece con la piel azul, es el dios celeste o del aire. Lleva en la cabeza una corona con dos plumas, símbolo de la dualidad; cada pluma se divide en siete partes; de la corona pende una cinta roja que llega hasta el suelo y que es característica de este dios. En el templo de Opet en Karnak aparece como pájaro itifálico con cabeza humana descendiendo sobre el cuerpo de Osiris, por lo que se ha interpretado que aquí representa el ba del dios de los muertos.
Muchos de los nombres que recibe son de origen nubio. Mucho antes, Amón-Ra fue identificado con todas las formas de Horus, Ra y Osiris, tomando también como suyos sus padres, madres, padres, madres, esposas e hijos. También fue asociado a Montu, dios guerrero en Tebas. Entre los muchos títulos que tenía en función de sus lugares de culto (Amón de Ne, de Napata, de Pnubs, de Gempatón), estaba el de "Señor de los Oasis", que recibió a partir de la XXVI Dinastía; en los oasis se le adoró identificado con dioses locales y bajo diferentes epítetos; en el oasis de Siwa había un templo dedicado a Amón muy famoso por su oráculo, al que Alejandro Magno fue a consultar sobre una expedición al desierto líbico, y en el oasis de Jarga tenía otro templo edificado por el rey Darío.
En el Alto Egipto, sus centros de culto fueron Tebas, donde tenía un templo del Reino Medio; Tebas llegó a ser conocida como "la ciudad de Amón" y como tal aparece mencionada en la Biblia con el nombre de "No Amón" (Ciudad de Amón) o "No" (Ciudad). El Bajo Egipto, Menfis, Sais, Xois y Heliópolis, fueron otros centros de culto. Fue adorado en todas partes, desde Nubia hasta Siria. Su culto fue introducido en Nubia en la XII Dinastía, llegando a hacerse de Napata una segunda Tebas. En Nubia fue llamado "Hijo real de Kush". Los nubios creían que la residencia originaria de Amón estaba en la "Montaña Pura", junto al templo de Amón en Dyebel Barkal.
En Karnak, sus esfinges aparecen con cabeza de carnero, su animal sagrado; en este templo era adorado, entre otros aspectos, como Amón Kamutef. En Luxor se le adoraba bajo el nombre de Amenemopett (Amón de Opet); todo el complejo de Luxor estaba dedicado a la gloria de Amon. En su honor se celebraban fiestas como la de Opet, en la que Amón era  trasladado de Karnak a Luxor, y la del Valle, y la del Valle, en la que Amón iba desde Karnak hasta el templo de Mentuhopet II en Deir el-Bahari y que terminaba en Medinet Habu para visitar a Kamutef e Ir-ta. En Jasuut, en el Delta occidental, es llamado "Toro del desierto". Los griegos lo equipararon a Zeus y dieron a Tebas el nombre de Dióspolis (Ciudad de dios).En el papiro de Berlín se le nombra como "Padre de todos los dioses y de todos los hombres", denominación que coincide con la dada por los griegos a Zeus.
Su nombre aparece incluido en los nombres de varios reyes: Amenemhat ("Amón está en cabeza"), Amenhotep, Tut-anj-Amón ("Imagen viviente de Amón"), Amenemopet ("Amón está en Luxor"), etc.

http://www.egiptologia.org/mitologia/panteon/amon.htm










lunes, 26 de enero de 2015

Hatshepsut, la faraona

Hatshepsut fue la primera mujer que desafío el orden establecido en su época, para convertirse en el faraón más poderoso de Egipto. Nace sobre el año 1500 a.C. y se hizo pintar con vestimenta masculina, con barba y sin pechos.

Hatshepsut fue faraona de la dinastía XVIII de Egipto, quinta faraona de dicha dinastía y su reinado va del año 1479 al 1457 a. C. Gobernó con el nombre de Harshupsut que significa “la primera de las nobles damas”.

Era hija del faraón Tutmosis I y de Almose. Egipto estaba en esa época en un momento de máximo esplendor, llegando su dominio hasta el río Éufrates y la ciudad de Babilonia. El ejército del faraón era en aquel período el más fuerte del mundo y su momento económico era de gran prosperidad. Debido a todos estos factores, los faraones tenían un poder absoluto.

Hatshepsut tuvo una infancia apacible, donde no le faltó de nada y estaba unida a la vida de la corte del faraón. Tuvo dos hermanos y una hermana menor Neferubity. Sus hermanos murieron muy jóvenes, hecho que la colocaba en la línea sucesoria al trono, sin embargo era muy difícil que una mujer pudiera acceder al poder en Egipto.

Parece ser que el propio faraón Tutmosis I, trató en su reinado de asociar a su hija al trono, como así lo demuestra que le nombrase la heredera.

Cuando Tutmosis I, después de trece años de reinado, fallece, le sucede un hijo que había tenido con una concubina con el título de Tutmosis II. Este llega al poder por la existencia de una conjura palaciega dirigida por el Chaty y arquitecto real, el poderoso Ineni, debido a que éste tenía una gran ascendencia sobre Tutmosis II.Para Hatshepsut fue un duro golpe a su orgullo. Tuvo que convertirse en la Gran Esposa Real y casarse con su hermanastro.

En el Antiguo Egipto, el matrimonio entre hermanos se daba frecuentemente, sobre todo en la realeza esto no se consideraba incesto. Es una forma de preservar la sangre real y asegurar la sucesión dinástica dentro de la misma familia.

Turmosis II sólo gobernó tres años y medio y tuvo dos hijos. A su muerte éstos todavía estaban en edad muy temprana. Este faraón era de carácter débil y muy dubitativo. Su reinado pasa sin más pena ni gloria, estando muy lejos del esplendoroso reinado de su padre. Seguía siendo dirigido su reino por el visir Inani.

Hatshepsut durante el reinado de su marido Tutmosis II, hizo su propio círculo de adeptos, los cuales cada vez tenían más poder e influencia. Entre estos destacan dos personajes que tendrían posteriormente gran poder, Hapuseneb y Senenmut.
Además hizo hincapié en que era descendente directa de los grandes faraones, libertadores de los hicsos. Ostentaba el título de Esposa de Dios, lo que significaba que era portadora de la sangre sagrada de la reina Ahmose-Nefertari. Todo esto hizo ser a Hatshepsut opositora del visir Ineni.

Del matrimonio entre Tutmosis II y Hatshepsut tuvieron una hija llamada Neferure, pero no tuvieron varón. Como consecuencia de ello, Tutmosis II bajo el consejo del visir Ineni, nombra heredero a un hijo suyo que tuvo con una esposa menor llamada Aser, que llegó con el título de Tutmosis III, solo contaba con doce años de edadHatshepsut exigió, que al ser la primera esposa del faraón se convirtiera en Regente de Tutmosis III, esto sucedía en el año 1473 a. C.

Pospuso sine die el matrimonio de Tutmosis III y su hija Neferura, que era la única persona que podía legitimar el ascenso al poder real. Esto ya había sucedido en otros casos de regencia en la historia egipcia, la diferencia se basa en que estos casos no eran mujer.

En sus primeros años de regencia planificó los pasos que debían darse para cambiar a la tradicional sociedad egipcia. Se deshizo del poderoso visir Ineni y ascendió al poder político a sus fieles seguidores Hapuseneb y Senenmut. Unificó los cargos de Visir y de Sumo Sacerdote de Amón. Senenmut era un oficial de origen plebeyo que siempre estuvo con ella y algunos historiadores hablan de que ambos fueron amantes y que incluso su hija Neferure fue fruto de esta relación.
Senenmut fue nombrado Arquitecto Real. Fue también tutor de su hija. Éste se mantuvo soltero hecho que en el antiguo Egipto era algo inusual. Fue el único plebeyo que fue enterrado en sarcófago real. Su templo fue ubicado en medio de las montañas y es el más hermoso arquitectónicamente hablando de Egipto.
Posteriormente, fue convertido en monasterio. Este templo está excavado en parte dentro de la roca.

Cuando vió que ya ostentaba el poder absoluto, se hizo autoproclamarse delante de Tutmosis III también faraón de las Dos Tierras y primogénito del Dios Amón y con el total apoyo de la clase sacerdotal, encabezados por su fiel seguidor Hapuseneb. De esta forma se había convertido en la tercera reina faraona en la historia egipcia.

Hashepsut exigió los atributos masculinos de su cargo, haciéndose representar como un hombre y apareciendo con barba postiza. En la corregencia siempre fue ella la que decidía, colocando a su hijastro en un segundo lugar, ante el poderío y personalidad de esta faraona.

Se adaptó rápidamente al poder y lo disfrutaba. Era una magnifica regente, debido a su inteligencia, gran gestión administrativa a pesar de que tuvo que sortear numerosos problemas.

Supo ganarse el apoyo de todos los que le rodeaban, comenzando por los sacerdotes d Karnak, para ello daba grandes donaciones económicas y los privilegios que les fue otorgando.

En su momento, declara al pueblo egipcio que su verdadero padre no era Tutmosis I, sino el dios Amón. De esta forma, la faraona se declaraba primogénita del dios Amón y su papel era la de ser su delegada en la tierra, con lo que alcanza un papel sagrado. Este título le daba poder preponderante como sacerdotisa en el santuario nacional del culto al dios Amón. Esto le proporcionaba muchas propiedades legales documentales, e infinitas ventajas de todo tipo.

Una monumental estela de esta reina se encuentra en el templo de Amón, en Karnak. La heredó de su abuela que fue la primera esposa divina. Esto se conoce como la Teogamia, que permite validar su derecho al trono al ser considerad como un Dios vivo. Esto hizo que el poder de los sacerdotes de Amón fuera muy grande.
Hatshepsut usó cinco nombres, el de Horus, el de Nebty, el de Horus de Oro y los dos conocidos como nombre de nacimiento Hatshepsut y elnombre de coronación que era Maat-Ka-Ra, que quiere decir “el espíritu de Ra es justo”, utilizó siempre conjuntamente con su nombre de nacimiento

Esta faraona nunca tuvo una preparación militar. En sus 22 años de gobierno tuvo seis conflictos militares, tres con la región de Nubia y otras tres con las tribus de Siria y Palestina.

Fue una gobernante pacifica y que prefirió gastar los presupuestos del Estado en construir y embellecer edificios y las ciudades, en vez de conquistar territorios.

 Entre sus principales obras destacan:
- El templo de Salet en la isla de Elefantina que está dedicado a la diosa Pajet.
- Desarrolló una gran labor constructiva en Tebas, que era su ciudad. Hizo el recinto de las barcas sagradas de Luxor. Construyó dentro del gran templo de Amón en Karnak, la llamada Capilla Roja.
- Usando las canteras de Assuán, mandó construir los obeliscos más grandes jamás realizados para celebrar el XV jubileo de su ascensión al trono de Egipto, superiores a las de su padre Tutmosis I. Fueron colocados en Karnak y decorados con electrum, que es una aleación natural de oro y plata. Todavía se conserva en Assuán un obelisco inacabado que hubiera sido el mayor de todos ellos. Uno de ellos, que sigue en pie, sobresale 27 metros por encima del templo de Karnak
En aquella época los faraones se hacían construir su tumba y un templo mortuorio algo alejado de ésta, cuya finalidad era proteger a la misma, que sirviera como recordatorio de su labor en su reinado.

En Deir el- Hahari mandó construir un monumento mortuorio (conocido como el sublime de los sublimes), que sería el símbolo de su reinado. Se trata de uno de los templos más hermosos de Egipto. En sus paredes, están pintados todos sus logros políticos y económicos como faraona. Siendo uno de los más visitados actualmente por los turistas.
Fue construido al lado del templo de Mentuhotep II. Dicho monumento mortuorio tiene una estructura formada por largas terrazas con rampas alargadas de poca inclinación, que le hacen acoplarse perfectamente a la roca y su entorno. En dicho monumento hay un sector que no se puede ver, en él está la faraona Hatshesut y al arquitecto real Senenmut en actitud de amantes, de lo que se deduce, como ya hemos comentado anteriormente que debían ser amantes, pero esto estaba prohibido debido a la diferencia de linaje de ambos.

Debe resaltarse durante su gobierno, los dos viajes que hospició al territorio de Punt, región actual de Somalia, de donde se obtienen los mejores árboles de incienso y mirra. También trajo marfil, ébano, pieles de pantera y oro. Estas expediciones fueron dirigidas por Nehesi, que era como el portador del sello real,. En estos viajes no sólo se comerciaba, sino que se realizaban estudios minuciosos de la flora y fauna de estos territorios, así como de su organización política y social. La expedición se conmemoró con relieves en el templo de Hatsepsut en Tebas.

El monumento de Deir el–Bahari se terminó en el dieciseisavo año de gobierno y cuando Tutmosis III ya deseaba adquirir protagonismo. El faraón ansiaba más poder que Hatshepsut, pero ésta no se lo permitía. En el año XVII murieron en extrañas circunstancias los dos grandes apoyos de la faraona, Hapuseneb y Senenmut
La faraona deseaba que siguiera una dinastía femenina de faraones y para ello contaba con su hija Neferura, pero también falleció, lo que consiguió derrumbarla.
De pronto Hatshepsut desaparece de la vida política y pública sin que se sepa si fue derrocada. Parece ser que murió en el palacio de Tebas después de veintidós años de gobierno, calculándose que vivió unos cincuenta años.

Fue eliminada de todos los registros y de la lista de reyes. Sus estatuas fueron destruidas y enterradas en la arena del desierto. Su imagen fue borrada de todos los templos. Las estatuas que presiden su templo están todas decapitadas. Posiblemente sea el deseo de rescribir la historia, prescindiendo de la figura de Hatshepsut, primera mujer faraón de Egipto.

Su tumba fue descubierta por el arqueólogo Howard Carter en la primavera de 1903. En la tumba de Hatshepsut aparece también su nodriza Sita. Su cadáver tenía el brazo izquierdo doblado en posición típica de las reinas fallecidas. Su momia se encontraba rodeada de una gran cantidad de lienzos. Los recientes análisis de su momia han permitido saber que padecía una avanzada osteoporosis en las caderas, diabetes, artritis, sobre peso, cáncer y tenía absceso séptico en su boca lo que puede estar en el origen de su fallecimiento.

Podemos decir que, Hatshepsut fue una gran gobernanta durante su reinado. Egipto alcanzó su máximo esplendor poniendo las bases para el gran reinado de Tutmosis III.

http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/hatshepsut-la-faraona/20120114104552069040.html


viernes, 23 de enero de 2015

Los egipcios y el Inframundo

Los antiguos egipcios, en su concepción global del mundo, distinguían entre distintos espacios claramente diferenciados. Ante todo, resultaba evidente la existencia de nuestro propio espacio terrestre, el Reino de los Vivos, cuyo centro estaba situado en Egipto. El río Nilo constituía el eje del mundo terrenal y los egipcios pensaban que más allá de su país todo estaba regido por el caos y por la amenaza continua de los enemigos de Egipto.
Sobre la tierra, sostenida por cuatro inmensos pilares que se apoyaban en sus cuatro confines, se elevaba la bóveda celeste en la que estaban situados el sol, la luna y las estrellas. Era el Reino de Re, el Cielo Superior, que simbolizaban a través de la diosa Nut, a la que usualmente representaban como una mujer arqueada sobre la tierra, apoyando sobre ella sus manos y sus pies. El cuerpo de Nut sería la bóveda celeste.
Re, rey del Cielo Superior, era simbolizado por el sol; cada mañana recorría su reino utilizando para ello una inmensa barca que cada anochecer se sumergía en el Inframundo. Cuando el rey desaparecía de la vista de los hombres, durante la noche, la luna y las estrellas eran las encargadas de alumbrar el cielo.
En ese Inframundo, el tercer espacio que concebían los egipcios en su esquema del mundo, se encontraba la Duat, el Reino de los Muertos (o de Occidente), cuyo monarca era Osiris, Señor de los Occidentales. En la Duat era donde los espíritus de los hombres fallecidos tenían que pasar por diversos procesos de purificación que habrían de permitir, si conseguían arribar al estado de Glorificado, que fueran admitidos finalmente en el Reino Celeste de Re, en el Reino de las Estrellas.
Rodeándolo todo, el espacio terrestre, el Inframundo y el Reino Celeste, estaban las aguas primordiales, el Nun, de donde todo había surgido en el momento de la Creación. Del Nun era precisamente de donde tomaba sus aguas el Nilo en los momentos inminentes al fenómeno anual de la crecida.
En este estudio pretendemos aproximarnos a las contradictorias creencias que los antiguos egipcios nos dejaron plasmadas en sus textos funerarios acerca del Inframundo, entendido este como un espacio intermedio entre el Reino de los Vivos y el Reino Celeste. Para llevar a cabo esta aproximación utilizaremos la información que nos facilitan los "Textos de las Pirámides", el "Libro de los Muertos" y el "Libro del Amduat". El primero de esos libros pretendía facilitar el proceso de ascensión del rey fallecido, estando datado en los tiempos del Reino Antiguo. El segundo, que se inserta en el contexto del pleno triunfo de las creencias osirianas, se destinaba, en principio, a todos los hombres. En el tercero, finalmente, se nos brinda una información muy específica sobre el Inframundo, tratándose de un libro funerario que se pudo documentar en las paredes de la tumba de Tutmosis III.

El faraón y las estrellas
En los "Textos de las Pirámides", que son los textos funerarios más antiguos, destinados a facilitar el proceso de ascensión a los cielos del rey fallecido, se nos habla, además del propio Reino Celeste y del Nun, de la existencia de otros mundos que serían, esencialmente, espacios de purificación. En esos lugares el espíritu del rey se desprendería de posibles impurezas antes de arribar al Reino Celeste de Re. Así, se nos habla del Campo de los Juncos, que estaría situado al este del cielo. El conjuro 822 nos dice que desde este lugar se accede a los caminos perfectos del cielo. También se nos ofrece información del Campo de las Ofrendas, que estaría situado al norte del Campo de los Juncos, entre las Estrellas Imperecederas. Dice el conjuro 749: "Atraviesa el cielo hacia los Campos de Juncos, haz tu morada en los Campos de Ofrendas entre las Estrellas Imperecederas, las seguidoras de Osiris".
De ambos campos se nos brinda la imagen de lugares en los que abundan los canales de agua y los lagos, por lo que los dioses para poder atravesarlos precisan utilizar barcas. La fórmula 563 amplia que el Campo de las Ofrendas sería el lugar donde el ka del rey asimilaba las ofrendas consagradas a perpetuar su memoria: "Desciende, oh Rey, al campo de tu ka, al Campo de las Ofrendas... –se dice-. Oh ka del Rey, trae (algo) para que el Rey pueda comer contigo..." También se menciona en los "Textos de las Pirámides" otro espacio o mundo denominado Duat, que sería el lugar donde reina Osiris y que igualmente se asocia con la idea de una masa de agua que es atravesada con barcas.
De todos estos mundos del Más Allá que estamos mencionando los egipcios tenían la idea de que eran espacios de purificación. Veamos un conjuro (TP 1987) en el que se nos habla de la Duat como lugar en el que el rey se libera de impurezas: "Oh Rey, tu eres el hijo de un grande; báñate en el Lago de la Duat y ocupa tu asiento en el Campo de Juncos".
Todo sugiere que los autores de los "Textos de las Pirámides" pensaban que la Duat, el reino de Osiris, sería un espacio celeste inferior en el que estarían aquellos que todavía no están plenamente puros. En el conjuro número 251 podemos apreciar como el rey, convertido en un ser celestial, mira desde el cielo hacia abajo y contempla la Duat, donde reina Osiris:
"Abre tu lugar en el cielo entre las estrellas celestes (le dice Nut al rey), porque tú eres la Estrella Solitaria, el compañero de Hu; mira hacia abajo a Osiris cuando gobierna los espíritus, porque estás de pie lejos de él, no estás entre ellos y no estarás entre ellos".
En el Reino Nuevo los egipcios habrían de pensar que la Duat, el Inframundo, estaba situada no en un Cielo Inferior, sino debajo de la tierra. En los "Textos de las Pirámides", sin embargo, parece que la Duat es un mundo celeste, un Cielo Inferior, situado sobre la tierra pero debajo del Reino Celeste de Re. En el conjuro 802 se nos dice en ese sentido que la Duat sería el lugar donde se sitúa la estrella Orión: "has cruzado el Canal Sinuoso (situado en el Campo de los Juncos) en el norte del cielo como una estrella que atraviesa el mar que está bajo el cielo. La Duat ha asido tu mano en el lugar donde se encuentra Orión...".
A favor de esa hipótesis de la Duat como mundo celeste habría que citar diversas menciones de los "Textos de las Pirámides", como es el caso de la fórmula 5, en la que se nos dice que es un reino presidido por Horus, dios halcón, de naturaleza claramente celestial. Es posible que en los primeros tiempos los sacerdotes egipcios pensaran que la Duat era un mundo situado en el cielo, regido por Horus, que sería ayudado por Anubis, dios de los muertos;  en tiempos posteriores, una vez que Osiris pasó a ser el señor de la Duat, es cuando se habría ubicado esta región del Más Allá en el Inframundo, en el cielo inferior que se sitúa debajo de la tierra. En ese sentido existen diversos conjuros en los "Textos de las Pirámides", aparentemente los más antiguos, que nos hablan de Anubis en cuanto divinidad que preside a los Occidentales, es decir a los difuntos (así TP 57 y TP 220).
Estos denominados "Occidentales" serían los espíritus de los hombres y las mujeres de Egipto, que tras su muerte arribarían a este Cielo Inferior. Los "Textos de las Pirámides"  nos dicen que solamente el rey fallecido podía acceder al Cielo de Re, sin embargo la arqueología nos dice que desde los tiempos más remotos los egipcios tenían ciertas esperanzas de supervivencia tras la muerte, lo que se confirma con los ajuares de las tumbas.

Creencias contradictorias
Tras los acontecimientos del Primer Periodo Intermedio se produjo en Egipto una difusión de las creencias osirianas, de modo que a partir de entonces no solo el faraón sino todos los hombres podían aspirar a ocupar un puesto en el Reino Celeste de Re, lo que, sin embargo, no aseguraba que todos pudieran conseguirlo.
En ese sentido, en el capítulo 134 del "Libro de los Muertos", situados ya en los tiempos del Reino Nuevo, se aprecia una distinción entre los muertos que están simplemente muertos y los muertos que han alcanzado el estado de Glorificados, por haber culminado felizmente su travesía por el Inframundo y haber superado el Juicio de Osiris. En efecto, estos últimos, entre los que se incluye al Osiris N. (la persona para la que se fabricó el ejemplar del libro), son aquellos que han sido proclamados Justos de Voz en el Juicio de Osiris y que por tanto han sido reconocidos como tales en el doble cielo: en el Cielo Inferior de Osiris y en el Cielo Superior de Re. Veamos el texto:
"los hombres, los dioses, los bienaventurados (y) los muertos cuando ven al Osiris N. como Horus, tocado con la corona blanca, caen de hinojos, (porque) el Osiris N. ha sido proclamado justo sobre sus enemigos en el Cielo Superior, en el Cielo Inferior y en la asamblea de todos los dioses y de todas las diosas."
En este conjuro, en el que se distingue entre muertos sin más y muertos bienaventurados, todo parece sugerir que los sacerdotes que lo redactaron creían que el Inframundo, el Reino de Osiris, no estaba situado debajo de la tierra, sino que se ubicaba en un espacio celeste inferior, creencia que vemos que coincide con la que se había plasmado en los "Textos de las Pirámides".
En otros conjuros del "Libro de los Muertos", sin embargo, contribuyendo a aumentar la confusión, se exponen creencias opuestas. Así, a modo de ejemplo, se afirma que la Campiña de las Juncias, uno de los espacios del Inframundo, no estaría en el cielo sino en la propia tierra. Veamos lo que dice el capítulo180:
"mis ofrendas (dice el difunto) están en el cielo, en el Campo de Re y mis ofrendas están en la tierra, en la Campiña de las Juncias. Atravieso la Duat como seguidor de Re…"

Felices en el Cielo Inferior
En este contexto de creencias tan dispares sobre el Más Allá, en el "Libro de los Muertos" encontramos con frecuencia conjuros que nos confirman esas aparentes contradicciones. Así, en el capítulo 175A, el difunto, al contemplar el Inframundo, no puede sino manifestar sus quejas:
"-¡Oh, Atum! ¿qué es lo que ha ocurrido para que yo deba ser conducido a un desierto? Allí no hay agua, ni aire; es muy profundo, muy oscuro y prácticamente infinito…"
En el capítulo 110, sin embargo, en el que se nos habla de la Campiña de las Felicidades, espacio del Inframundo, apreciamos que algunos difuntos no desean alcanzar el Reino Celeste de Re, sino que se encuentran felices en este lugar del Cielo Inferior. Dice el conjuro:
"Aquí comienzan las fórmulas de la Campiña de las Juncias y las fórmulas para salir al día; para entrar y salir en el Más Allá; para vivir en la Doble Campiña de las Felicidades, la gran ciudad Señora de la brisa; para ser allí poderoso y glorioso y trabajar, segar, comer, beber y hacer el amor: (en suma), para hacer todo cuanto tenía el hábito de hacer sobre la tierra la personalidad de N."
Y más adelante será el propio difunto el que proclame que se siente feliz en este lugar:
"Dispongo lo preciso para habitar en tus campos, Hotep, en tu (campiña) bienamada, Señora de la brisa. En ella dilato mi espíritu y soy fuerte, en ella como y bebo, en ella trabajo y siego, en ella hago el amor; mis encantamientos son en tu campiña poderosos. No se me hacen reproches ni (tengo) preocupaciones y mi corazón es allí feliz."
Vemos que estos textos parecen sugerir que el Inframundo sería un lugar de purificación para los difuntos del que, curiosamente, algunos de ellos no desearían salir, ya que allí disfrutarían de una felicidad que resultaría adecuada a sus pretensiones. Parece que sería un lugar "engañoso" en el que algunos espíritus, que quizás no habrían sido capaces de desprenderse plenamente de las impurezas de la materia, se sentirían plenamente felices, no deseando por tanto superar ese estado y arribar al Cielo Superior, al Reino de la Luz de Re.
Otros espíritus, sin embargo, como luego veremos, estarían proclamando, una y otra vez, su ansia de trascender a ese Cielo Superior.

Deseos de elevación
En otros conjuros del "Libro de los Muertos" se nos habla de ese deseo de algunos difuntos que ansían superar las amenazas del Inframundo para dejando atrás el Cielo Inferior arribar, en estado de Glorificado, al Reino de la Luz. Veamos, a modo de ejemplo, uno de los conjuros que se integran en el capítulo 2, en el que el difunto proclama su deseo de que se le abran las puertas de la Duat para poder arribar al lugar que pueblan los habitantes de la luz:
"¡Oh Único, que brillas como la Luna! ¡Que N. pueda salir afuera entre la multitud de tus gentes! ¡Desátame, (como lo están) los habitantes de la luz! ¡Y ábreme la Duat!"
Similar creencia se plasma en el capítulo 15:
"¡(Ojalá) que el alma del Osiris N. se eleve al cielo contigo (se refiere al Disco solar), que parta en la barca del día y que arribe con la barca de la noche, que vaya a juntarse con las Estrellas Infatigables en el cielo!"
Y también en el capítulo 68:
"Las puertas del cielo me han sido abiertas, las puertas de la tierra no dificultan ya mi paso, los cerrojos de Geb me han sido quitados, la bóveda celeste me ha sido abierta…"

Geografía del Inframundo
En los textos que hasta este momento hemos venido comentando vemos que no se plasma una idea clara acerca de los mundos por los que habrá de transitar el hombre tras la muerte. Parece que en los tiempos más antiguos los "Textos de las Pirámides" ofrecían la creencia de que había dos cielos, uno inferior regido por Osiris y otro superior en el que reinaba Re. En el Reino Nuevo, sin embargo, predominó la creencia de que el Inframundo, el Cielo Inferior, estaría situado debajo de la tierra.
Para aumentar la confusión, los egipcios elaboraron, ya en los tiempos del Reino Nuevo, diversos textos que no eran sino guías que pretendían facilitar al difunto su travesía por el Inframundo. Serían, entre otros, el "Libro de los Dos Caminos", el "Libro de las Puertas", el "Libro de las Cavernas" y el "Libro del Amduat". De todos ellos se han conservado versiones escritas en las paredes de las tumbas de los reyes tebanos. En todo caso, el más popular de los libros funerarios de este momento será el "Libro de los Muertos", que venimos citando, que se ha identificado en versiones en papiro en muchas tumbas de particulares.
El "Libro del Amduat", que más adelante comentaremos nos habla de las doce horas de la noche y del tránsito nocturno de Re, de Occidente (puesta de sol) a Oriente (nuevo amanecer) atravesando el Inframundo (espacio subterráneo, según este texto), en un viaje en el que deberá hacer frente a las amenazas de un ser, la serpiente Apofis, símbolo de lo negativo, que desea que el orden establecido por el Dios Primigenio sea derrotado y la Creación tenga su fin.
En su lucha con Apofis, Re encontrará el apoyo del resto de las divinidades; también contará con el apoyo del faraón y los sacerdotes egipcios, que con sus diarios rituales mágicos en los templos ayudaban a que la Creación se mantuviera cada día. Ese sería, para los egipcios, el papel principal del hombre en la Creación: contribuir a que esta se perpetuara en eltiempo apoyando la causa de Re en su enfrentamiento nocturno con Apofis.
Del mismo modo que Re y su séquito habían de recorrer cada noche el Inframundo, también debían hacerlo los difuntos. De algún modo parece que la idea central sería que a lo largo de la noche tanto Re y las divinidades, como los difuntos, debían realizar un proceso de purificación que si tenía éxito habría de culminar cada nuevo amanecer con el ascenso de Re y su barca solar a los cielos. En esa barca viajarán también los difuntos que hayan superado el proceso de Glorificación y se hayan transformado en seres de luz, asimilados a las divinidades. Ese es el motivo de que la barca solar de Re sea llamada en los textos la "Barca de los Millones", por los millones de difuntos que a lo largo de los tiempos se han ido incorporando a ella.
Del mismo modo que Re y su séquito habían de viajar a lo largo de los doce horas de la noche, el difunto, durante su viaje por el Inframundo, debía superar los peligros que le amenazaban en las siete puertas de Osiris. El ritual de las Cuatro Antorchas de Glorificación, que se expone en el capítulo 137A del "Libro de los Muertos" y que se realizaba en la tumba del fallecido, tras la ceremonia de la Apertura de la Boca, durante la primera noche, pretendía garantizar que el inmenso poder mágico del Ojo de Horus, símbolo de la luz, iluminara las tinieblas de la noche para que el difunto, así, viera facilitado su acceso por esas puertas del Inframundo.

Libro del Amduat
Las primeras copias que se han conservado de este libro, que nos habla de ese viaje nocturno del dios Re y su sequito a lo largo de las doce horas de la noche por la Duat, el Reino del Inframundo, fueron identificadas en una de las tumbas reales del Valle de los Reyes, en concreto en la que habría albergado en su día los restos de Tutmosis III.
El viaje de Re por el Reino de los Muertos se iniciaba en la primera hora de la noche, cuando la Barca Solar se hundía en el Horizonte, tragada aparentemente por la tierra. En ese momento del crepúsculo, Re era representado con cabeza de carnero, símbolo de la vejez y la decrepitud. A la mañana siguiente, con el nuevo amanecer, Re habría de salir del Inframundo triunfante, representado ahora como un escarabajo, el animal que para los egipcios habría llegado a la existencia por si mismo.
Re surgía cada nuevo día con una renacida juventud anunciando una esperanza de eternidad para todos los hombres justos. Cada noche, en la Duat, Re permitía que los difuntos bendecidos subieran a su barca para elevarse todos, al amanecer, hacia el reino de los cielos. El viaje de Re por el mundo sin luz suponía un claro símbolo de la esperanza de resurrección que esperaba a los muertos en la Duat, en el reino de Osiris.
Veremos seguidamente el modo en que se desarrollaba ese viaje de la Barca Solar por el mundo de la noche, de acuerdo con la interpretación que del "Libro del Amduat" realizaron Eric Hornung y Theodor Abt.

Las Horas de la Noche
El viaje nocturno de Re se iniciaba en la Hora Primera de la noche, cuando se había producido la puesta del sol en el Horizonte. En su barca, Re era acompañado por un séquito de divinidades entre las que destacaba su hija Maat, responsable del orden del cosmos y guía en el camino de la oscuridad. En cada una de las doce horas de la noche Re habría de ser guiado también por la diosa Hathor, representada en doce diferentes acepciones, una para cada hora respectiva. Además, doce serpientes uraeus, símbolos de la luz  divina, se encargarían de iluminar la oscuridad, manteniendo así alejados a los enemigos del dios sol.
En la Hora Segunda se iniciaba el viaje de la Barca Solar por el río que atraviesa el Inframundo, del que se nos ofrece la imagen de una región fértil cuyos campos son trabajados por personas que llevan en sus manos espigas de cereal, símbolo de la buena cosecha producida. Se confirma así la creencia de que Osiris, en su reino, tendría asignadas diferentes parcelas de tierra a diversos personajes que se ocupan de su laboreo.
En las Horas Tercera y Cuarta de la noche, Re avanzará en su barca por las denominadas Aguas de Osiris, símbolo de las aguas fertilizantes del Nilo, y arribará al desierto de Rosetau, también llamado tierra de Sokar, divinidad que encarna a una de las acepciones de Osiris. Llegará así Re, en la Hora Quinta, a la Caverna de Sokar, donde se sitúa la propia tumba de Osiris, que está flanqueada por Isis y Neftis que han adoptado la forma de pájaro. Es aquí donde se produce la unión de Osiris-Sokar con Re y con el propio difunto bendecido. En esta Hora Quinta se sitúa también el Lago de Fuego, lugar de castigo para los difuntos no justificados, que no superaron el Juicio de Osiris.
En la Hora Sexta, en la media noche, es cuando se produce la unión del cuerpo y el alma de Re. Es ahora cuando llega la luz y la vida para los muertos bendecidos. Es en esta hora en la que se sitúa el momento clave del renacer de los muertos a la vida eterna, a la vida de millones de años.
El viaje de Re por la noche está plagado de peligros. Las fuerzas del caos están acechantes y pretenden conseguir que la renovación de la Creación sea interrumpida. Los enemigos de Re buscan que el sol no surja en el nuevo amanecer y que el orden del cosmos sea quebrantado. Precisamente el momento de máximo peligro llegará en la Hora Séptima, cuando Re deberá enfrentarse con la serpiente Apofis, paradigma del caos y del desorden. La victoria de Re cada noche permitirá que el orden natural de las cosas no se derrumbe. Será en la Hora Octava, tras la victoria de Re cuando quede asegurado ese retorno del orden cósmico, en tanto que en la Hora Novena las diversas divinidades ayudarán a remolcar la Barca Solar, que seguirá avanzando por el Inframundo y en la Hora Décima habrá de producirse el episodio, cada noche repetido, de la cura y reparación del Ojo de Re por los dioses Thot y Sejmet.
Cuando llega la Hora Undécima estamos ya muy cerca del nuevo amanecer. Es en este momento cuando se nos habla de los castigos que sufren los muertos no bendecidos. Cuatro diosas, que montan sobre serpientes, emiten un aliento de fuego que protege a Re y aniquila, una y otra vez, noche tras noche, a sus enemigos. Se representan pozos ardientes en donde los declarados impuros sufren el castigo de su eterna destrucción.
Finalmente, la Barca Solar llega a la Hora Duodécima. Se produce el nuevo amanecer del sol. Es el momento del renacimiento y de la regeneración plena de Re y de los muertos bendecidos. Re se muestra ahora en todo su esplendor, coronado por el disco solar y protegido por la serpiente uraeus. La Barca de los Millones, en la que navegan los muertos declarados justos en el juicio de Osiris, avanza hacia la luz, hacia el reino celestial, en medio de una alegría generalizada. El proceso de regeneración se ha completado. La creación se ha renovado una vez más. Re ha salido victorioso de las amenazas del Inframundo, en donde noche tras noche se produce continuamente la renovación de la vida. A partir de ahora cada difunto brillará en el cielo como Re.

Alegría del amanecer
Esa alegría que sienten los difuntos Glorificados, transformados en seres de luz, y la similar emoción que embarga a los dioses cada nuevo amanecer, se refleja también en el "Libro de los Muertos", en cuyo capítulo 15 se dice que:
"Con alegre corazón cruzas el cielo y el Lago celeste en ello se regocija. La serpiente, la perversa, está en tierra, abatida… Re voga con viento propicio; la barca de la noche surca el cielo y navega hasta arribar a puerto."
Similar idea se expone en el capítulo 133:
"Re surge en el horizonte: su Enéada le acompaña cuando el dios sale de su cámara secreta. Un estremecimiento se apodera del horizonte oriental del cielo a la voz de Nut, que despeja los caminos para Re…
El cielo está lleno de estremecimientos cuando apareces cada día completamente renovado. El horizonte se regocija por ello y en tu barca se levantan gritos de júbilo."
Y es que ahora, en cada nuevo amanecer, los difuntos Glorificados se han asimilado a las divinidades y la Creación, con el triunfo de Re, se mantiene por otro día más.

http://www.monografias.com/trabajos100/egipcios-y-inframundo/egipcios-y-inframundo.shtml


domingo, 11 de enero de 2015

Un día en la vida del faraón
Los faraones eran considerados los intermediarios de los dioses en la tierra. Al morir se fusionaban con Osiris, momento en que eran venerados como una deidad más del Olimpo egipcio. Horus y posteriormente Ra les designaron sumos sacerdotes de todos los templos del país. Su poder era absoluto e incuestionable. Sin embargo, no faltaron impíos que buscaron el medio de acortar su mandato para cambiar el curso natural de sucesión.

En los momentos finales del reinado de Ramsés III, una de sus mujeres llamada Tiyi conspiró en palacio para lograr que su hijo, Pentaur, le sucediera en el trono. Para lograr su objetivo, Tiyi buscó la ayuda de un mayordomo llamado Pebakkamen, que fue quien reclutó a los hombres que se rebelarían contra el rey. Gracias a ellos y al apoyo que recibió de otras mujeres que vivían en el atestado harén de Ramsés III, Tiyi estuvo a punto de desalojar del trono a su marido. No hay datos que arrojen luz sobre cómo se frenó el complot, pero sabemos quienes fueron los traidores. También conocemos que se constituyó un tribunal para juzgar a los imputados en la conspiración y que ciertos miembros de la comisión de investigación intentaron boicotear el proceso para no inculpar a algunos familiares suyos. Tras ser descubiertos, la ira del faraón cayó sobre sus cabezas. Los verdugos les cortaron la nariz y las orejas, castigo que se reservaba a los prefectos y magistrados que abusaban de sus funciones.

En los jeroglíficos se describe de forma un tanto ambigua la condena que aplicó el tribunal a los cabecillas del fallido golpe de estado: "Los han puesto en su lugar. Ellos solos han muerto". ¿Les obligaron a suicidarse? En realidad, su final fue mucho más lento y terrible. Una momia hallada en Deir el Bahari, que corresponde a un varón de unos 25 años bien formado y sin lesiones, aporta pistas sobre el ajusticiamiento de los traidores. La momia es de un hombre que fue introducido en su sarcófago sin habérsele practicado las operaciones usuales del embalsamamiento. Su rostro desvela una horrible agonía, lo que sugiere que el desafortunado joven fue enterrado vivo.

El harén real, donde vivían las ambiciosas esposas del faraón y sus concubinas, siempre fue un foco de conspiraciones e intrigas políticas. El primer complot del que tenemos noticia se produjo durante el reinado de Pepi I, de la VI dinastía. En la autobiografía grabada en la tumba de un funcionario real llamado Weni se cuenta que fue llamado por el faraón para declarar en un grave caso de intriga que se produjo en el harén. No hay datos que desvelen quiénes fueron los traidores, pero sabemos que el rey le regaló a Weni una buena cantidad de oro para que embelleciera su última morada.

Hubo otra conspiración mucho más grave que culminó con el asesinato del faraón Amenemhat I, de la XII dinastía. La historia se relata en un escrito en el que el espíritu del rey asesinado alerta a su hijo Senwosret I de los traidores que medran en palacio. Este breve relato aporta detalles muy precisos del atentado mortal que sufrió el faraón cuando se encontraba solo y desprevenido en su dormitorio. "De haber podido empuñar el arma, habría devuelto los golpes a los cobardes con una sola mano", le cuenta el espíritu de Amenemhat I a su afligido hijo.

Grandes festejos palaciegos con una deidad como anfitrión


En tiempos de paz, cuando el enemigo no acechaba las fronteras, ni tampoco los vasallos desleales o las esposas despechadas amenazaban la vida doméstica, 
los reyes vivían plácidamente en sus palacios, donde tenían a su alcance un gran número de distracciones. La caza en el desierto y en los pantanos, las peregrinaciones y los grandes banquetes eran actividades frecuentes. En algunas tumbas aparecen representadas las fiestas gastronómicas que disfrutaban los faraones y sus cortesanos más allegados. Se asaban bueyes, ocas en espetón y otros variados platos que eran degustados en vajillas de oro, plata o alabastro y regados con vinos y licores. A la fiesta acudían los músicos, cantantes y bailarines de ambos sexos. Ellas danzaban completamente desnudas o lucían un pequeño tanga, tal y como aparecen en una pintura de la tumba de Nebaum, que actualmente se puede admirar en el Museo Británico de Londres. Los invitados que acudían a las celebraciones reales se deshacían en cumplidos con su anfitrión, al que trataban como deidad. "¡Que la gracia de Amón sea en tu corazón!". Los faraones se sentaban en sillas de alto respaldo ricamente decoradas con incrustaciones de oro, plata, turquesa y otras piedras preciosas.

Los sirvientes circulaban entre las mesas, distribuyendo bebidas, flores y perfumes. Las jóvenes criadas, desnudas o con sencillos vestidos transparentes que dejaban entrever sus encantos, ofrecían a los invitados unos conos de color blanco que éstos se ponían en la cabeza. Mientras los comensales comenzaban a comer, los músicos interpretaban alegres composiciones. Esas orquestas incluían instrumentos de percusión, entre los que destacaban las matracas, los crótalos, los cascabeles y los tambores, que ayudaban a acompasar el ritmo de las canciones. Junto a ellos se encontraban los instrumentos de viento y de cuerda, con flautas simples y dobles, obóes y arpas. Desgraciadamente, es muy difícil saber con precisión qué tipo de melodías interpretaban los músicos que amenizaban las fiestas de palacio.

Los hombres y mujeres bebían vino por igual. Parece que no existía la prohibición de servirles alcohol. De hecho, en algunas pinturas funerarias podemos contemplar escenas de grandes cenas en las que aparecen mujeres totalmente bebidas y vomitando. En la tumba de Paheri se aprecia una figura femenina que da órdenes a un criado. Los jeroglíficos que acompañan esta representación demuestran que 
las egipcias de alta cuna no tenían que recatarse con la bebida y lo decían claramente: "Dame dieciocho vasos de vino, quiero beber hasta emborracharme, tengo la garganta seca como la paja".

En los momentos culminantes de la fiesta, algún cantante improvisaba versos que alababan la generosidad de la familia real y la bondad de los dioses. Según cuenta Herodoto, en las mansiones de los ricos, una vez finalizado el gran banquete, el mayordomo exhibía un pequeño sarcófago esculpido y pintado de tal forma que simulaba con gran realismo una momia. De esa manera, los anfitriones mostraban a los invitados la realidad del final de la existencia: "Mírala y luego bebe y disfruta de la vida, pues una vez muerto serás como esta figura".

Junto al faraón debía estar presente su e
sposa principal, que al comienzo del Imperio Nuevo actuaba como reina consorte y transmisora del linaje real. Su posición en palacio le permitía realizar determinados ritos en los templos y actuar como garante del faraón durante su reinado. Los egipcios creían que la Gran Esposa Real era la que realmente otorgaba la legitimidad al aspirante al trono. De ahí que algunos príncipes que no estaban en el primer puesto en la línea de sucesión intentaran legitimarse como faraones casándose con las hijas de su antecesor, que en muchas ocasiones eran sus hermanas o sus hermanastras, como fue el caso de Tutmosis II, que era hijo de una reina de menor rango.

Los faraones podían ser unos padres de familia cariñosos e intachables. Al menos esa es la imagen que el arte egipcio de la época exhibió de Akenatón, que disfrutaba tanto de la vida familiar en su palacio que apenas lo abandonaba. Se le mostraba como un padre afectuoso que se deleitaba en compañía de su mujer y sus seis hijas. Durante su reinado estuvo de moda representar las manifestaciones cariñosas de la pareja real en pinturas o estatuillas. En ellas se puede ver al rey y la reina cubriendo de besos a sus hijas y cómo ellas responden acariciando con sus manitas la barbilla del padre y la madre. En la dinastía XIX, el arte egipcio recuperó su austeridad. Sin embargo, en las pinturas que adornan muchos sepulcros del Valle de los Reyes el marido y la mujer están representados siempre uno junto al otro, unidos para toda la eternidad. Al llegar al trono, 
Akenatón dio la espalda al dios Amón e instauró el culto único a Atón, el disco solar. También abandonó la tradicional capital de Tebas para construir otra a 290 kilómetros al norte, en un lugar que actualmente se denomina Tell el-Amarna. En esa ciudad vivió con su amada Nefertiti y juntos actuaron como sumos sacerdotes y mediadores de Atón en la tierra. El aspecto de esta reina nos resulta muy familiar gracias a la conservación fortuita de la escultura pintada de su cabeza, una obra maestra del arte egipcio que se conserva en un museo berlinés.

Los egiptólogos ignoran qué papel pudo desempeñar Nefertiti en la revolución religiosa que emprendió su marido. También desconocen qué ocurrió en los años finales del reinado de Akenatón. Sin embargo, sí han podido averiguar que el faraón no fue tan fiel a la bella Nefertiti como se creía hasta hace poco, ya que mantuvo relaciones con su propia hermana, fruto de las cuales nacería un niño que diez años después llegaría al trono bajo el nombre de Tutankamón. 

El enfermizo monarca que murió demasiado joven


Este dato ha sido desvelado gracias a los análisis de ADN de los restos mortales de Tutankamón y de otras diez momias. El estudio, que fue coordinado por Yehia Gad y Somaia Ismail, del Centro Nacional de Investigación de El Cairo, aportó otros datos importantes; por ejemplo, que el joven faraón padeció malaria, lo que quizá pudo debilitarle el sistema inmunitario. Asimismo, un estudio más detallado de las imágenes tomográficas que se tomaron de la momia hace años han revelado que el faraón tenía el pie izquierdo equinovaro (le faltaba un hueso en uno de sus dedos). Es probable que el estado enfermizo de Tutankamón se debiera al incesto, una práctica que conllevaba ventajas políticas pero que podía acarrear consecuencias letales para la salud.

Además de por razones sucesorias, el
incesto también se produjo por la necesidad del faraón de consolidar su condición divina, lo que lograba relacionándose sexualmente con sus hermanas y en algunos casos con sus propias hijas. En este aspecto,Ramsés II estuvo a altura de su condición de faraón entre faraones. Es sabido que su gran amor fue la reina Nefertari, pero el rey también contrajo matrimonio con princesas extranjeras, con su hermana y con tres de sus propias hijas. A estos enlaces hay que sumar las relaciones que mantuvo con infinidad de concubinas. No es extraño que en su larga vida tuviera más de 130 hijos, muchos de los cuales murieron antes que él.

Nefertari parece haber sido la esposa preferida de Ramsés II, esta fama se basa en la buena conservación de su tumba, en la proliferación de representaciones de esta reina y en la belleza del templo menor de Abu Simbel, que mandó edificar el faraón para rendir culto a su mujer. Construida hace 3.200 años y decorada por los mejores artistas de la época, la cámara funeraria de Nefertari es la más espectacular del Valle de las Reinas, la conocida necrópolis ubicada en las cercanías de la ciudad de Luxor (la antigua Tebas). Cuando la descubrió el italiano Ernesto Chiaparelli en 1904, la tumba ya había sido saqueada. Lo único que quedaba era el sarcófago de la reina sin momia y los magníficos frescos que representan a los dioses del panteón egipcio: Horus, Anubis, Isis, Osiris y Serket.

Aunque muchos matrimonios eran estables, algunos acababan en divorcio de mutuo acuerdo. El proceso se llevaba a cabo sin la costosa colaboración de abogados y tribunales. La mujer abandonaba el hogar matrimonial y regresaba a la casa de sus padres llevándose consigo sus pertenencias y las partes correspondientes de la propiedad conyugal. En algunos casos, era ella la que se quedaba con la casa, siendo el hombre el que tenía que abandonar el hogar familiar. No sabemos quién se quedaba con la custodia de los hijos.

A las mujeres casadas no se les permitía ninguna libertad sexual. Si cometían adulterio, recibían el desprecio social y podían ser castigadas con dureza. Se censuraba que un hombre mantuviera relaciones con una mujer casada. Y no era tanto por motivos morales, como por evitar la reacción de los maridos cornudos, cuya ira podía alterar el equilibrio y la paz de la comunidad.

Las esposas del faraón que no podían amamantar a sus hijos recurrían a los servicios de nodrizas, uno de los oficios mejor pagados y al que podían acceder mujeres de todas las clases sociales. En el Periodo Dinástico, el puesto de nodriza real era muy buscado, ya que era un trabajo muy influyente. Su posición en el harén y la cercanía a la corte les permitía relacionarse con altos funcionarios, facilitando a las nodrizas un rápido ascenso en la pirámide social.

En el país de las "Dos Tierras", formadas por el Alto y el Bajo Egipto, el sexo era el origen de todo lo conocido y la poderosa maquina que movía los engranajes del universo, cuyos mandos estaban en manos de los dioses. Los egipcios no se preocupaban por la virginidad de los hijos. 
Lo verdaderamente importante era la fertilidad y la capacidad de procrear. Sin embargo, apenas nos han llegado datos o representaciones pictóricas que desvelen cómo y en qué circunstancias se practicaba el sexo. La excepción es el denominado Papiro Erótico de Turín, que incluye una serie sexual de los egipcios es a través de los relatos mitológicos, dado que éstos siempre se inspiran en la conducta social del pueblo que los concibe.

También los dioses tenían celos y peleas conyugales


Al igual que ocurría con sus intermediarios en la tierra,
 los dioses del Nilo practicaban la endogamia frecuentemente. Según creían los egipcios, todo lo que existe surge de un único demiurgo que en su soledad tiene que masturbarse para procrear la primera pareja divina, dos hermanos que al alcanzar la pubertad contraen matrimonio. A partir de ahí comienza la saga de incestos entre las distintas divinidades, cuyas relaciones se van complicando con el paso del tiempo. Por ejemplo, el dios Horus tiene como esposa a Hator, pero mantiene relaciones con siete concubinas, lo que provoca celos y continuas peleas conyugales. Las mismas trifulcas domésticas que debieron producirse en los atestados harenes de los palacios reales del antiguo Egipto por alcanzar o perder el lecho real. El comportamiento del dios Seth aporta algunos datos sobre cómo era percibida la homosexualidad a orillas del Nilo. Una de las versiones del mito desvela sus coqueteos con el dios Horus, del que alaba su espalda, y como éste confía a su madre Isis las inquietantes insinuaciones de Seth. Aunque la madre le aconseja olvidar el asunto, Horus termina cediendo a las proposiciones de Seth.

Otros textos parecen sugerir que la relación homosexual es sobre todo un acto de supremacía del poderoso sobre un inferior o un subordinado. Los egiptólogos han descifrado jeroglíficos que desvelan la íntima relación del faraón Pepi II con uno de sus generales, llamado Sasenet. La aventura amorosa entre los dos aguerridos varones encaja de alguna manera con la que mantienen los dioses Seth y Horus en el Olimpo egipcio. Los investigadores también han aportado información sobre las relaciones homosexuales entre algunos sacerdotes del templo de Jnum en Elefantina. Otras evidencias parecen sugerir que la homosexualidad fue rechazada por el pueblo, aunque consentida entre las clases dirigentes. El Libro de los Muertos, la guía indispensable del Más Allá, califica de virtuosa la abstinencia de las prácticas homosexuales, pero no aclara si esas prácticas eran ocasionales o muy frecuentes, ni cuál era su consideración social. 

Al igual que a otros nobles, a los faraones y sus hijos les sometieron al morir al trabajo de los embalsamadores. El tratamiento de lujo incluía la extirpación del cerebro y, con excepción del corazón, de todos los órganos internos del difunto, (riñones, pulmones, hígado) que se guardaban en cofres junto al sepulcro, los llamados vasos canopos. Tras el lavado del interior del cuerpo, los expertos en momificación lo rellenaban con plantas aromáticas y después los salaban aplicándoles natrón, un carbonato sódico que sirve de conservante. Al cabo de 70 días, lo envolvían con vendas de lino y tapaban los ojos, las orejas, nariz y boca con cera de abeja. Estas manipulaciones daban como resultado un cuerpo esquelético revestido de una piel amarillenta y rostro afilado que conservaban bastante fielmente los rasgos del fallecido. Tras fabricar la momia, los sacerdotes iniciaban los ritos funerarios que facilitaban el viaje del fallecido a su residencia divina.

Dado que se consideraba que la potencia sexual y la fertilidad eran atributos necesarios para disfrutar del Más Allá, a los cuerpos momificados de los difuntos se les añadía unos penes postizos, del mismo modo que se colocaban pezones artificiales en los pechos de las mujeres para hacerlas plenamente funcionales en el otro mundo. Bendecidos con sus atributos humanos, los reyes disfrutaban del paraíso toda la eternidad. Las magníficas pinturas y jeroglíficos que decoran sus tumbas nos permiten imaginar con gran detalle cómo vivieron y murieron en sus suntuosos palacios a orillas del Nilo.