miércoles, 25 de marzo de 2015

Cartago: el origen de un imperio
Leyendas sobre el origen de Cartago
Si un pueblo destacó en los tiempos clásicos por su atroz odio a Roma fue Cartago. Ambas naciones se enfrentaron hasta que una de ellas fue exterminada. Los motivos de ese odio tan profundo eran más que evidentes y se justificaban en parte, en el argumento usado por Virgilio en su poema épico de la “Eneida” . Un poema que con el transcurrir de los años se ha convertido en un clásico de la literatura universal.
La Eneida de Virgilio; el mito de Eneas
Virgilio en el s.I a. C, mezcló en su epopeya la leyenda con la realidad, a la manera de los legendarios mitos griegos de los poetas épicos -como Homero o Hesíodo-, en los que los hombres destacados aparecen como héroes de grandes hazañas que se entremezclan con la intervención de los dioses y con elementos trágicos conducidos por la acción de la fatalidad del destino.
Así eran los mitológicos relatos homéricos, los más antiguos del pasado griego.
Pero los romanos también quisieron tener su propia leyenda para el origen de Roma…El texto de la Eneida resulta casi una transcripción de los poemas homéricos a partir de la guerra de la destrucción de Troya. Así pues, Virgilio creará la Eneida para, además de complacer y vanagloriar al emperador Augusto por pacificar el Imperio (siendo uno de los primeros ejemplos de propaganda política en la Historia), atribuir un origen legendario a Roma creando el mito de Eneas.
El mito de Eneas presenta a éste como un héroe troyano que tras la destrucción de Troya quemada por el ejército aqueo, huye con el objetivo de llegar a las costas del Lacio para fundar una nueva Troya. La aventura peregrina de Eneas dura siete años, hasta que es acogido en el emergente reino de Cártago, gobernado por Dido o Elisa de Tiro, la primera reina de Cartago. Los dioses-Venus y Cupido- intervienen y Dido se enamora perdidamente de Eneas. Después volverá a mediar otro dios, Júpiter para arrebatárselo.
Según la Eneida, la huida de Eneas de los brazos de Dido, se produce por voluntad de los dioses. Pero Dido, tras la partida de Eneas y mortalmente herida de amor, se quita la vida, maldiciendo antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando el surgimiento de un héroe vengador. De esta forma Virgilio creaba un magnífico melodrama cuyo argumento justificaría en el futuro la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en las guerras púnicas. Lo cierto es que Eneas y los troyanos consiguieron llegar a las costas del Lacio. Allí el troyano negoció favorablemente con el rey local latino casándose con su hija Lavinia. Esto desencadenó una guerra con otras tribus locales, pero finalmente se fundó el asentamiento de Alba Longa, eregido por Eneas y el hijo de Lavinia, Silvio.
Con el tiempo, los romanos sintieron a Eneas como propio y trescientos años después, según el mito romano, uno de sus descendientes, Rómulo, fundó Roma en el 753 a.C.
La tradición oral afirma que Virgilio, en su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida, y se argumentan dos razones, bien porque al final quiso desvincularse con la propaganda política del emperador Augusto, o quizás porque no consideraba su obra no satisfacía sus expectativas.
Es incuestionable que la Eneida tuvo una gran acogida a lo largo de los siglos y una importantísima influencia sobre todo en la Edad Media.
Cartago fue en la Antigüedad una próspera ciudad y una verdadera potencia de su tiempo que se enfrentó a la gran Roma en las conocidas como “guerras púnicas”. El Origen de Cartago hay que buscarlo en un grupo de fenicios, que procedentes de Tiro llegaron al norte de África y fundaron una nueva ciudad aproximadamente en el siglo XIII a. C. con el nombre de Qart Hadast. La historia de su fundación ha estado durante casi tres mil años envuelta en leyendas. Varios de estos mitos han sobrevivido y llegado a nuestros dias a través de la literatura griega y latina. Según estas leyendas; la ciudad de Cartago fue fundada por la reina Dido (Elisa o Elissar) quien salió de Tiro huyendo del asesino de su esposo, su hermano menor, Pigmalión, que quería a toda costa, convertirse en el nuevo rey de Tiro. Dido con su exilio habría evitado que su pueblo llegara a una inevitable guerra civil
Fuentes históricas sobre la fundación de Cartago
Entre las muchas fuentes históricas que hacen referencia a la fundación de Cartago, los escritores antiguos de los siglos V a.C. y V d.C. tratan de manera más o menos directa la fundación de la “ciudad nueva” (Cartago) de Occidente, emplazada en una península del golfo de Túnez y en el centro de un paso estratégico de las rutas de navegación por el Mediterráneo central. Timeo de Taormina, a caballo entre los siglos IV y III a.C., precisa que la fundación tuvo lugar treinta y ocho años antes de la primera olimpiada, cuya celebración se sitúa en el 776 a.C. El poeta romano Virgilio creía que la fundación de la ciudad coincidió con el fin de la Guerra de Troya; sin embargo, es más probable que la ciudad fuera fundada en algún momento entre 846 y 813 a.C.
Justino, s.II d.C
Parece que hay unanimidad en que los textos más coherentes y con cierta validez histórica sobre la fundación de Cartago son, sin duda, los de Justino.
Justino (Marco Juniano Justino o Justino Frontino ) fue un historiador latino del S.II o III d.C, que vivió probablemente en Roma. Justino escribió una antologia de la historia universal de la obra del historiador galo-romano del S.I a. C, Trogo; titulada de “Historiae Philippicae libri XLIV”, ahora perdida . Consiste en extractos, casi inalterados, unidos por resumenes.
Ante todo, del texto de Justino parece vislumbrarse la existencia de una querella dinástica en el seno de la monarquía tiria.
Sus textos confirman que el rey Muto había dejado como herederos del trono a sus dos hijos, Pigmalión y Elisa. A la muerte de Muto el pueblo remite el poder a Pigmalión a pesar de su juventud. La historicidad de estos personajes parece asegurada, pues aparecen en otros textos, como el de Timeo o Flavio Josefo, éste último pudo tener acceso indirecto a los anales tirios.
Conclusiones de la obra de Justino según las “Consideraciones históricas sobre la fundación de Cartago” de Jaime Alvar y Carlos G.Wagner
Del texto de Justino se desprende que Elisa había sido relegada del poder.
Dejando al margen el polémico tema de que una mujer tuviese la posibilidad de gobernar, lo que parece claro es que el pueblo no tenía la más mínima autoridad política para llevar a cabo una acción como la que le atribuye Justino. En tales circunstancias, parece lógico afirmar que el relato de Justino es una recreación novelada de un enfrentamiento en el seno de la aristocracia tiria con motivo de la sucesión de Muto, cuyo heredero legítimo sería Pigmalión. Este era demasiado joven, es decir, no tendría la edad necesaria para reinar legalmente y por tanto Elisa sería la regente hasta que su hermano alcanzase la mayoría de edad. Por motivos que se nos escapan,pero que deben ser ajenos al aducido por Justino, Elisa es apartada del poder político.
Ante tales circunstancias intenta recuperarlo con una jugada bien calculada: se casa con su tío materno, Acerbas, sumo sacerdote de Melqart y que como tal ocupaba el primer rango en la ciudad tras el propio rey. Se deduce de esta operación una nueva postura política de Elisa, aproximándose a la oligarquía mercantil, frente al sector poseedor de bienes inmuebles que apoyaría a Pigmalión. Este matrimonio parece extremar la tensión y polariza hasta tal punto las posiciones que obliga a una solución inmediata: Pigmalión asesina a Acerbas que se había convertido en su principal rival político. Efectivamente, Acerbas podía reclamar el trono de Tiro porque pertenecía a la familia real, como cuñado del rey Muto y como consorte de una legítima heredera del trono. Por otra parte, sus posibles pretensiones no son en absoluto utópicas: en tanto que sacerdote de Melqart y personaje más influyente en el sector mercantil de la oligarquía tiria.
El margen de la actuación política que Elisa y Acerbas han dejado a Pigmalión es tan estrecho que la única salida que le queda a éste es el magnicidio. Los motivos desencadenantes del asesinato de Acerbas son, vistos desde esta perspectiva, de peso suficiente y parecen más comprensibles que la simple avaricia aducida por Justino. A esta compleja situación dinástica habría que añadir, para comprender mejor los móviles que motivaban las actuaciones de unos y otros, la contraposición de intereses políticos y económicos de las facciones en litigio, ocasionada por la inestable situación internacional.
El asesinato de Acerbas produjo el efecto esperado por Pigmalión, pues la decapitación de la facción favorable a Elisa desorientó a sus miembros, entre los que se encontraban destacados representantes de la aristocracia tiria.
Tras el magnicidio, Elisa y sus partidarios mantuvieron una discreta política de silencio mientras calibraban la reacción adecuada. Sin embargo, ahora la relación de fuerzas había variado considerablemente, debido quizá a algún otro elemento que no podemos determinar con seguridad. Aunque en las ciudades fenicias existían asambleas de carácter popular, su margen de actuación política parece haber sido bastante estrecho, por lo que no parece que en él cupiera la posibilidad de inclinarse en favor de uno u otro heredero, ni que su opinión fuera vinculante.
Así Elisa y los suyos llegan el convencimiento de que la única salida viable era el exilio. Del texto de Justino se desprende que éste fue preparado con el máximo secreto, lo que reforzaría la existencia de un estrecho cerco de Pigmalión en torno a la facción disidente.
La continuación del relato de Justino encierra también una información rica en interpretación. La huida de Elisa y sus partidarios, bajo la forma en que la narra nuestro epitomista, evidencia con claridad meridiana que la fundación de Cartago no es más que una consecuencia de luchas políticas internas.
La Fundación de Cartago por DIDO
Mientras reinaban en Asiria Samsiadad V y la reina Semíramis, tan celebrada por los historiadores griegos, murió el rey de Tiro : Mutón I, dejando por sucesor a Pigmalión, niño de 11 años, y a Elisa, de pocos más, que debían reinar juntos. Cansado el pueblo de la forma aristocrátrica de gobierno, proclamó a Pigmalión por único rey. Excluída del trono, Elisa se casó con Sicarbaal, sumo sacerdote de Melcart y jefe de la aristocracia.
Por orden del joven rey, partidario de los demócratas, fue asesinado Sicarbaal. Para vengarse, tramó Elisa una conspiración con la aristocracia; pero habiendo fallado el intento, se vio obligada a expatriarse, embarcándose al efecto con otos muchos nobles, llegando cerca de la actual Túnez, donde los sidonios habían fundado la colonia de Cambé.
La huida de Elisa y sus partidarios, según Justino, evidencia que la fundación de Cartago no es más que una consecuencia de las luchas internas de la aristocracia tiria. Ahora bien, la fundación de la nueva colonia no es más que el broche final de una aventura que forzosamente tenía que concluir de la forma en que lo hizo. Se podría arguír que la historia de Elisa podría haber acabado en Chipre, en Utica, o en cualquier otra colonia de Tiro y no necesariamente en la fundación de un nuevo establecimiento.
Su única posibilidad es establecerse en un nuevo asentamiento a la espera de que las circunstancias en Tiro les sean favorables para regresar. El lugar escogido para este exilio transitorio reúne los requisitos necesarios para mantener un contacto indirecto con la metrópoli y observar un mínimo de seguridad frente a posibles represalias procedentes de Tiro. Por ello, se establecen en las proximidades de una antigua fundación colonial, Utica, alejada de la metrópoli, pero no excesivamente distante.
La evolución interna de la política en Tiro hizo imposible el sueño del regreso y al cabo de algún tiempo los habitantes del asentamiento temporal decidieron levantar, en las proximidades del lugar al que habían llegado Elisa y los suyos, una auténtica nueva ciudad: Qartihadastí. Elisa, es conocida desde entonces con el nombre de DIDO ( la fugitiva), fundó allí una ciudad que los griegos llamaron Carquedón y los romanos: CARTAGO.


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