Mostrando las entradas con la etiqueta Rusia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Rusia. Mostrar todas las entradas

viernes, 19 de diciembre de 2014

Catalina II, Emperatriz de Rusia (1729-1796).

Emperatriz de Rusia llamada La Grande, nacida en Prusia el 2 de mayo de 1729 y fallecida en San Petersburgo en 1796.

Su verdadero nombre era Sofía Augusta de Anhalt-Zerbst y pertenecía a la alta nobleza polaca de origen alemán. De religión luterana y educación afrancesada, Sofía Augusta fue enviada a Rusia en 1744 con el consentimiento del rey de Prusia,Federico II,para contraer matrimonio con el heredero de la corona, el futuro zarPedro III. La boda se efectuó en 1745, previa conversión al cristianismo ortodoxo de la novia, que adoptó el nombre de Catalina en homenaje a la emperatriz Catalina I. La joven se adaptó muy pronto a la vida en Rusia, cuya lengua aprendió con rapidez. Por ello se hizo popular en la corte y entre el pueblo, mientras que su marido, Pedro, hombre de carácter débil y caprichoso, se granjeaba la hostilidad general. Durante nueve años la pareja real no tuvo descendencia, lo que hizo temer a Catalina el repudio de su marido. En 1754 Catalina dio por fin a luz un niño, Pablo, aunque su paternidad era muy dudosa. En enero de 1762 Pedro accedió al trono de Rusia. Su política le valió la antipatía de la aristocracia militar y de la Iglesia. Una conspiración de la Guardia Real, encabezada por el amante de Catalina, Grigori Grigorievitch Orlov, y respaldada por el sector tradicionalista de la nobleza y por la Iglesia ortodoxa, acabó con el reinado del zar sólo seis meses después de su acceso al trono (julio de 1762). Pedro III fue encarcelado en el castillo de Rospch y, poco después, estrangulado. Catalina, que manejaba los hilos de la conjura, consiguió de este modo acceder al trono de Rusia como Catalina II, cuando contaba 33 años.

Política interior
Etapa reformista (1762-1774)
La inexistencia de una ley de sucesión clara garantizó la entronización de Catalina. Pero pesaba sobre ella la sospecha del magnicidio y sus derechos al trono radicaban tan sólo en el vínculo matrimonial. Por ello, las primeras medidas de la emperatriz fueron dirigidas a consolidar su poder personal mediante un pacto con la alta nobleza y el ejército. Entre las muchas concesiones hechas a la nobleza, Catalina otorgó a ésta el monopolio sobre la compra de tierras y siervos, así como la delegación en los señores de todos los derechos judiciales públicos sobre los siervos. Este primer período fue también el de aplicación de algunas de las doctrinas ilustradas en la política de la emperatriz. Catalina, que conocía bien la obra de los ilustrados franceses y participaba de sus ideales políticos, apoyó su programa de gobierno en los principios de lo que se ha dado en llamar Despotismo Ilustrado, del que se la considera una de las más conspicuas representantes. En 1764 acometió la reforma de la administración con un claro objetivo centralizador que continuaba la política de Pedro I el Grande, potenciando la participación política del Senado. En 1766 publicó una Instrucción que representaba una declaración de principios ilustrados de gobierno inspirados en las doctrinas de los filósofos Beccaria yMontesquieu. En este mismo año convocó la llamada Comisión para la Codificación del Derecho, que le valió su fama de monarca ilustrada. La Comisión reunió a representantes de los estamentos no serviles para la reforma del código legal, mientras que los representantes de las ciudades y de los campesinos llevaron a la emperatriz cuadernos de quejas a través de los cuales Catalina deseaba conocer la situación de su pueblo.
La Comisión, sin embargo, no tuvo repercusiones políticas significativas y fue disuelta dos años después. En 1767 creó la Comisión Legislativa, con el fin de fortalecer su poder personal absoluto. Otra de las vertientes de su política reformadora la constituyen las medidas adoptadas para la laicización del Estado. Las dificultades económicas que había producido la Guerra de los Siete Años (1756-63), que enfrentó a Rusia con Prusia por el reparto de las esferas de influencia en Europa central, llevaron a Catalina a decretar la secularización de los bienes de la Iglesia ortodoxa, cuyos siervos pasaron a ser propiedad de la monarquía, y a cerrar numerosos conventos. Catalina practicó la tolerancia religiosa, excepto en el caso de los “uniatos”, fieles ortodoxos sometidos a la obediencia del Papado. En cuanto a la política educativa, siguiendo las ideas ilustradas, Catalina ordenó redactar en 1762 un plan para la difusión general de la educación primaria, cuyos únicos frutos fueron la fundación de institutos para jóvenes nobles y de un hospicio. Su política económica también fue deudora de las directrices de la Ilustración. En 1765 se fundó la Sociedad Libre de Estudios Económicos que intentó poner en práctica las doctrinas de los agrónomos ilustrados, pero que no se ocupó de la situación de los campesinos sometidos a servidumbre. Esta situación había empeorado de manera notable debido al paso de casi un millón de siervos de la Iglesia a la monarquía y a las continuas donaciones de tierras y siervos hechas por la zarina a la aristocracia terrateniente, que tendía a un progresivo endurecimiento de los vínculos de servidumbre. La actitud de Catalina hacia el problema de la servidumbre fue claramente pro-nobiliaria, si bien, inspirada por los ideales ilustrados, mostró cierto desvelo por la situación de los siervos. Su legislación, sin embargo, contribuyó al endurecimiento de la servidumbre y sus veleidades emancipatorias se limitaron al intento de normalizar legalmente las relaciones entre siervos y señores y a recomendar a éstos la suavización de las exigencias laborales que pesaban sobre los siervos. El continuo fortalecimiento de la aristocracia gracias a la política de Catalina se traducía en el empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos y en un aumento progresivo de la tensión social, que estalló en 1773 con la llamada “revuelta de Pugachev”, el mayor conflicto social de la Rusia moderna. La revuelta, dirigida por el cosaco Pugachev, que se hacía pasar por Pedro III, involucró a los campesinos de las regiones del Volga, a los cosacos del Don y a los obreros de la región metalúrgica de los Urales. Su programa pretendía la abolición de la servidumbre y la eliminación violenta de la aristocracia terrateniente. Se extendió por las tierras del Volga y del Don, y alcanzó algunos éxitos en sus inicios. Fue sofocada con dureza en 1774 y su líder, ejecutado. La revuelta de Pugachev marcó el final del periodo reformista de Catalina, que desde entonces demostró su miedo a la insurrección popular con el endurecimiento de una política ya abiertamente favorable a los privilegiados.

Segunda etapa (1774-1796)
La rebelión popular supuso la aceleración de las reformas administrativas favorables a la nobleza. Catalina intentó vincular nuevamente a los nobles al servicio burocrático con el fin de garantizar su lealtad al Estado. Esta política se tradujo en la promulgación de la Carta de la Nobleza (1785), por la cual este estamento recibió un estatuto legal de confirmación de sus amplísimos privilegios. Entre ellos, la Cartareconocía a la nobleza el monopolio sobre las altas funciones administrativas, los poderes absolutos sobre la vida de sus siervos y el privilegio de una justicia propia. Catalina continuó el proceso de centralización del Estado, destinado ahora a un control más eficaz del orden público, a cuyo mantenimiento quiso vincular a la nobleza mediante la Reforma Provincial de 1775. La reforma perseguía un mayor sometimiento del territorio ruso y de las regiones periféricas del Imperio. Se dividió el territorio en 50 provincias o “gobiernos”, a cuyo frente se encontraba un gobernador designado por la zarina con poderes casi absolutos. Cada provincia se subdividió en distritos llamados "círculos", administrados por un noble local. Esta última etapa del reinado estuvo asimismo marcada por el endurecimiento de la censura intelectual y de la intolerancia hacia grupos disidentes, debido al impacto que sobre Catalina produjeron los acontecimientos de la Revolución Francesa.

Política económica
La Rusia de Catalina II era un país fundamentalmente agrícola cuya industrialización avanzaba lentamente. La emperatriz realizó numerosos esfuerzos inspirados en las doctrinas de la Ilustración. En sus esfuerzos por modernizar la economía rusa fomentó las finanzas, introdujo el papel moneda y creó entidades bancarias. Bajo sus auspicios se emprendió un plan de especialización agrícola de los territorios del Imperio, incorporándose para su explotación las regiones del Volga, el Cáucaso y las estepas. Ucrania se convirtió en la región más importante para el desarrollo agrícola ruso desde su incorporación a Rusia. Se fomentó el cultivo del trigo ucraniano mediante una política de colonización que atrajo principalmente a agricultores balcánicos, armenios, alemanes y rusos de otras regiones. Bajo Catalina II, el proceso de industrialización siguió sujeto a los intereses del Estado. Para favorecer la industria, la zarina abolió en 1779 la reglamentación de los oficios y de las fabricaciones y auspició la fundación de más de tres mil talleres manufactureros. La industria textil creció considerablemente, sobre todo en la Rusia central. Todas estas medidas favorecieron fundamentalmente a la nobleza, muy implicada en el desarrollo económico, aunque en esta época apareció asimismo el primer germen de la burguesía industrial rusa. La expansión fronteriza en los territorios de Crimea hizo posible la fundación de puertos en el Mar Negro (Odesa, Jerson, Sebastopol) y el auge de las exportaciones hacia Oriente Próximo y el Mediterráneo. En el comercio internacional, destaca también el crecimiento de las exportaciones de productos metalúrgicos, de los que Rusia se convirtió en principal productora desde la década de 1770. A pesar de los evidentes progresos, el despegue económico se vio frenado por la deficiente articulación del comercio interior, carente de una red de transportes básica y lastrado por un sistema tributario poco favorable al comercio.

Política exterior
La Rusia de Catalina II tuvo un papel muy destacado en la política europea del siglo XVIII. La zarina continuó la política imperialista de Pedro el Grande, en la que se vio favorecida por el debilitamiento del Imperio Otomano. Su principal frente de expansión fueron los territorios polacos, sobre los que ya en 1763 estableció el protectorado, y sentó en el trono a uno de sus amantes, Estanislao II. Las guerras que mantuvo con el Imperio Otomano por el reparto de las esferas de influencia en el centro y este de Europa llevaron a una considerable expansión de las fronteras del Imperio ruso, a expensas de los territorios turcos. En 1768 estalló la primera guerra ruso-turca, que resultaría desastrosa para Turquía. En 1769-70 Rusia anexionó Moldavia y Valaquia y en 1771 conquistó Crimea. Estos éxitos difundieron por Europa occidental la fama de su ejército y restauraron el prestigio político de Rusia. Desde entonces, Catalina II participó activamente en la lucha de influencias en la Europa central y oriental. En 1772 pactó un primer reparto de Polonia con Prusia y Austria. Con este reparto Catalina II consiguió para su imperio los territorios de Bielorrusia. El reparto suponía el retroceso de la influencia francesa en el este de Europa y el afianzamiento del Imperio ruso y de Prusia. Los repartos posteriores de Polonia (1793 y 1795) determinaron su desaparición como estado y la anexión definitiva por parte de Rusia de Ucrania, Podolia y la zona occidental de Bielorrusia hasta la ciudad de Minsk. Catalina estableció en sus territorios polacos un régimen de represión sostenido por las duras intervenciones militares y la pasividad internacional ante la descomposición de Polonia. Otro de sus frentes de expansión fue Alaska, cuya colonización por pobladores rusos se inició a finales de siglo. En los últimos años de su reinado, Catalina se unió al frente contrarrevolucionario levantado por Austria y Prusia contra la expansión de la Francia revolucionaria, pero sus planes de intervención quedaron truncados por su muerte, acaecida en 1796.

Conclusión
El nombre de Catalina II ha quedado unido a la difusión de los ideales de la Ilustración en Rusia. Durante el siglo XVIII, la emperatriz gozó de gran fama en Europa occidental como defensora del progreso ilustrado, al menos durante el período anterior a la Revolución Francesa. Catalina ejerció el mecenazgo sobre los ilustrados franceses, por los que sentía gran admiración. Diderot, para quien Catalina representaba el perfecto modelo del monarca ilustrado, visitó su corte en 1773. La emperatriz mantuvo correspondencia con los más destacados enciclopedistas así como con Voltaire, que le dedicó encendidos elogios. Sin embargo, la aplicación de las doctrinas ilustradas en Rusia fue muy superficial debido a las características del país, en el que faltaba una burguesía pujante. El carácter de las reformas emprendidas por Catalina II fue marcadamente aristocrático y favoreció el anquilosamiento de las estructuras tradicionales de la sociedad, fundadas en la servidumbre del campesinado.

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=catalina-ii-emperatriz-de-rusia


Catalina la Grande Parte II














lunes, 10 de noviembre de 2014

IVÁN IV - “EL TERRIBLE”

Los historiadores destacan en especial la influencia de dos monarcas en el destino de Rusia. Se trata del emperador Pedro el Grande, que abrió al país el mundo europeo, y del zar Iván IV, quien al final de su gobierno recibió el apodo de “el Terrible”. Tras su muerte, Rusia se hundió en unos desórdenes que estuvieron a punto de acabar con el país.

El historiador Nikolái Karamzín escribió que el reinado de Iván IV fue esplendoroso en sus comienzos pero en su declive dejó el país como si de nuevo hubiera sufrido la devastación de las invasiones tártaras del siglo XIII. Otro historiador, Vasili Kliuchevski, comparó al zar con un guerrero ciego que, según una antigua leyenda, para matar a sus adversarios echó abajo la casa en la que él y estos estaban.
En 1547 a los diecisiete años de edad Iván le dijo al metropolitano Makari —máxima autoridad religiosa ortodoxa rusa— que quería casarse y convertirse en el primero de los grandes príncipes rusos en hacerse llamar oficialmente “zar de toda la Rus”. El dieciséis de enero en una de las iglesias del kremlin de Moscú durante la ceremonia solemne de coronación Iván recibió el título de zar y el tres de febrero contrajo matrimonio con Anastasía Zajárina-Románova.

El número de enlace de Iván IV no se conoce con exactitud. Los historiadores mencionan a siete esposas, de las que solo cuatro son legítimas desde el punto de vista del derecho eclesiástico ortodoxo (en realidad se permiten únicamente tres matrimonios, el cuarto fue autorizado porque el zar juró que la tercera esposa murió súbitamente y virgen). Para seleccionar a la zarina habitualmente se convocaban a más de dos mil pretendientes. Entre ellas, el zar elegía personalmente, primero, a veinticuatro candidatas, después a doce y al final a su futura cónyuge. La familia de la escogida se enriquecía y ocupaba importantes cargos en la corte.

Karamzín escribe que, cuando eligió a su primera esposa, Anastasía, Iván estaba guiándose, en primer lugar, por las cualidades personales de la novia y no por su procedencia noble. El primer matrimonio duró trece años, el período más fructífero y positivo del reinado del zar ruso. En primer lugar Iván procedió a la reforma de los organismos del poder local sustituyendo a los gobernadores enviados desde Moscú por un gobierno elegido por la nobleza local. Los nuevos organismos administrativos se ocupaban de los impuestos, de la justicia en los casos menores, del cuidado de las tierras comunales, etc.

En la época de Iván IV se fortaleció el sistema de ministerios que se ocupaban de las solicitudes y quejas que llegaban al zar, de los asuntos exteriores y de la seguridad interna, del equipamiento de la infantería y de las finanzas. El zar ordenó un catastro de tierras y terrenos baldíos, los cuales repartió entre la nobleza militar. Cada guerrero del zar tenía derecho a 170 hectáreas como mínimo, a cambio de lo cual debía presentarse en cualquier momento al servicio militar con armas y caballo. Los terratenientes y sus siervos eran el núcleo de las Fuerzas Armadas rusas de aquel entonces, de las que los extranjeros destacaban la excelente calidad de su artillería.

El nuevo zar no tardó en emplear su poderío militar y pronto organizó la conquista del kanato tártaro de Kazán. Inicialmente Iván IV trató de conquistar el kanato por la vía diplomática pero fracasó. Tras dos expediciones militares fallidas, en 1551 emprendió la tercera. Los rusos utilizaron torres de madera móviles para destruir las murallas y torres de Kazán, los artilleros volaron gran parte de las fortificaciones y la ciudad fue tomada por asalto.

Con la conquista del kanato de Kazán se abrió el camino hacia Siberia. En Oriente se podía conseguir uno de los botines más codiciados de la época: valiosas pieles de animales. Los mercaderes rusos Stróganov recibieron el visto bueno del zar para organizar expediciones de aventureros. Uno de los miembros de estas expediciones fue el cosacoYermak. Con un destacamento de solo 600 hombres, cruzó en 1581 los montes Urales, alcanzó el río Irtish y derrotó al kan siberiano Kuchum. Tras la muerte de Yermak las expediciones rusas continuaron y se fundaron numerosos fuertes. Tras los avances iniciales de los cosacos, la conquista de las tierras siberianas continuó de mano de agricultores y cazadores de pieles.
Cuatro años más tarde de la anexión de Kazán a Rusia, ante el Ejército de Iván el Terrible cayó el kanato de Astracán. Todas las tierras en las orillas del Volga y la ruta comercial completa pasaron a formar parte de Rusia.

Para contener las permanentes incursiones de los tártaros de Crimea, a unos 200 kilómetros al sur de Moscú fue erigida una línea de defensa a partir de fortalezas y obstáculos naturales como ríos y bosques. En 1572 la infantería y la caballería de los boyardos aniquilaron el ejército de 120 000 guerreros del kan Devlet-Gueréi (o “Devlet Giray”) en una batalla a 50 kilómetros de Moscú.

Haciendo análisis del gobierno del primer zar ruso, el historiador Vasili Kliuchevski llega a la conclusión de que “el zar hizo menos de lo que había pensado hacer e influyó mucho más en la imaginación y en los nervios de sus contemporáneos que en el orden estatal”.
Kliuchevski insiste en que las circunstancias de la infancia de Iván perturbaron su mente sana de ruso y moscovita bondadoso y le provocaron un desarrollo innatural y enfermizo.

Iván se quedó huérfano en su tierna infancia: a la edad de cuatro años perdió a su padre, el gran príncipe Basilio III, y a los ocho años falleció su madre, Yelena Glínskaya. Desde la infancia el zar estuvo rodeado de gente ajena y cínica. En las ceremonias oficiales todos le mostraban signos de respeto pero en la vida cotidiana los boyardos se burlaban de él. Kliuchevski escribe que el zar desde muy joven adquirió la costumbre de caminar girando la cabeza y para escuchar las voces y sonidos en su alrededor. Así nació un recelo permanente que con el transcurso de los años se transformó en desconfianza profunda hacia la gente. La humillación acumulaba el odio hacia la nobleza, que utilizaba a Iván en intrigas y ambiciones palaciegas. El zar se sentía constantemente rodeado de enemigos.

En 1564 las tropas rusas sufrieron varias derrotas contra los suecos y polacos en la guerra de Livonia por la posesión de las tierras de la costa del mar Báltico. Uno de los comandantes rusos, el príncipe Andréi Kurbski, un hombre de confianza del zar, lo traicionó. Iván anunció que los boyardos no querían seguir sus órdenes y que tramaban un plan para asesinar al zar. En enero de 1565 Iván y su corte salieron en peregrinación fuera de Moscú y tras varias semanas de camino se instalaron en la aldea de Alexándrovskaya Slobodá. Ahí el zar abdicó a favor de un tío pero retomó las riendas del poder pocas semanas después, cuando los habitantes de la capital de Rusia se rebelaron contra los boyardos.

Al regresar a Moscú Iván anunció la creación de la opríchnina. En ruso antiguo la palabra “óprich” significa “especial”, “aparte”. El zar dividió al país en dos partes: la opríchnina, unas veinte ciudades de provincias y varios distritos de Moscú donde Iván ejercía el poder absoluto; y una zona que quedaba en manos de los boyardos, que gobernaban a través de un consejo. El zar se reservaba el derecho de vetar a los boyardos. A las familias de los boyardos más nobles les fue confiscada la mayoría de las tierras a favor de los opríchniki, mil siervos armados del zar que no pertenecían a las familias de la nobleza. Estos tenían un aspecto sombrío: vestían de negro y tenían atadas a la silla de montar de sus caballos la cabeza de un perro y una escoba, que simbolizaban su misión principal: morder la traición y limpiar de traidores el reino de Iván IV. Los opríchniki tenían que responder ante la Justicia.
Cumpliendo órdenes del zar, bajo mínima sospecha torturaban, ahorcaban y quemaban vivos a los boyardos, y aterrorizaban y saqueaban a la gente común. La culminación del terror fue la aniquilación en 1569 de los habitantes deNóvgorod, en el norte del país, debido a que Iván IV tenía sospechas de que la ciudad quería traicionarlo y pasar al bando enemigo en la guerra livonia. Durante la expedición murieron unas 15 000 personas, la mitad de la población total de la ciudad. A muchos los ahogaron bajo el hielo del río Vóljov. El confidente del zar Maliuta Skurátov estranguló al metropolitano ortodoxo Felipe.

En 1572 Iván el Terrible derogó la opríchnina y reunificó el país. Los historiadores afirman que la guardia personal del zar lo traicionó durante la invasión de los tártaros de Crimea, negándose a acudir al campo de batalla. Además, para entonces el zar ya había asestado un duro golpe a los grandes latifundistas nobles, considerados los mayores enemigos de la corona. Vasili Kliuchevski escribe que “Iván decidió gobernar de una manera distinta de como lo hicieron su abuelo y su padre, rechazando la ayuda de la nobleza. Al mismo tiempo no llegó a la conclusión y convicción personal de cómo debería ser el nuevo gobierno. Iván convirtió la cuestión política del modo de gobernar en una guerra cruel contra el pueblo, en una matanza sin objetivos ni distinciones. La opríchnina originó el desorden general, mientras que el asesinato del hijo y heredero del zar, Iván, marcó el fin de la dinastía”.

El príncipe Iván efectivamente fue asesinado por su propio padre. El zar lo mató en un ataque de ira, asestándole un golpe mortal en la cabeza con un bastón. Alexéi Adáshev, uno de los ayudantes más cercanos del zar, murió de hipotermia en una celda. Fiódor Basmánov, otro confidente, fue obligado a matar a su padre y luego fue ejecutado por este crimen.

Los estudios médicos de la época moderna afirman que el zar Iván IV en los últimos años de la vida fue tratado de varias enfermedades con dosis regulares de mercurio. Este tratamiento dañaba el cerebro y producía constantes cambios de humor, ataques de euforia y cólera. De hecho, cuando en 1963 en el kremlin de Moscú fue abierto el sepulcro del primer zar ruso, entre los restos encontraron de una cantidad excesiva de mercurio. No se descarta que el monarca fuera envenenado.

El zar, brillante orador, filósofo y escritor y amante de la literatura, poseía una de las más ricas bibliotecas de la época. Esta despareció misteriosamente y todavía los investigadores continúan buscándola. Iván IV era asimismo gran aficionado al ajedrez, de hecho, se dirigía a una partida de este juego cuando falleció el dieciocho de marzo de 1584.

http://rusopedia.rt.com/personalidades/politicos/issue_267.html

Ivan el terrible  Película1944 - sergei eisenstein 1/11
http://www.youtube.com/watch?v=-dW-2UZC40M