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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Complejo de Electra

Complejo de Electra es el término propuesto por Carl Gustav Jung en 1912 para designar la contrapartida femenina del complejo de Edipo. Consiste en una atracción afectiva de la niña en la figura del padre. El complejo de Electra es un concepto psicológico que procura explicar la maduración de la mujer.

Según Jung, el Complejo de Electra es algo muy común a todas las niñas en algún momento de la infancia aunque, en algunas ocasiones, va más allá. La fijación afectiva o enamoramiento hacia el padre puede generar una situación de rivalidad con la madre. Se supone que es una dinámica normal en el desarrollo de las pequeñas, que puede observarse a partir de los 3 años y que en un plazo de dos años suele resolverse de forma natural.

Al contrario que en los niños, esta circunstancia es menos clara y pasa más inadvertida puesto que las niñas tienen un vínculo muy estrecho con las madres, lo que les dificulta mantener la competitividad con esta.

En las manifestaciones mejor resueltas se produce una predilección de la niña hacia su progenitor. Sin embargo, en los casos patológicos se puede producir lo contrario: que la niña rechace al padre al sentirse defraudada por haberla rechazado.

Origen del nombre
Según la mitología griega, Electra, hija de Agamenón (rey de Micenas) y Clitemnestra, vengó a su padre, quien fuera asesinado por Egisto, amante de Clitemnestra, o en otros mitos, por la misma Clitemnestra. Electra animó a su hermanoOrestes para que diera muerte a su madre y a Egisto, asesinos del padre de ambos.

Diferencias con el complejo de Edipo

Al comparar ambos complejos resultan diversos entre si. A continuación se enuncian tres características diferenciales:

1. Cambio de zona erógena. La niña cuenta con dos órganos sexuales (agregándose el clítoris), mientras el niño cuenta con uno. La primera zona erógena de la niña es su clítoris (relacionado con el órgano masculino), entonces al descubrir la zona vaginal, concentra su parte femenina y abandona la masculina, aceptando la castración y el papel pasivo que conlleva.
2. Cambio de objeto erótico. En la primera fase de desarrollo, la madre es el objeto erótico de ambos (niño y niña). Sin embargo, el instinto de conservación de la especie le hará cambiar su objeto erótico hacia la mira del padre (ya que no podría engendrar con la figura materna) y se vuelve hacia el mismo.
3. Finalmente la niña cae en el complejo de Electra (saliendo del complejo de Edipo), pero si lo que deseaba era salir de la relación incestuosa con la madre, queda aproximada a una relación incestuosa con el padre.

Formas de actuación

En parte es lógico que la niña llegue a decir que se quiere “casar con papá”, porque es su referencia amorosa al ser el único hombre que conoce y que, por imitación a su madre, desea lo mismo. Por ello, los padres deben hacerle entender la prohibición del incesto y el complejo de castración; sólo así se podrán determinar los roles parentales.

Si todo se desarrolla bien, la niña asume su derrota, reconoce que la madre es la preferida, y se dispondrá a buscar otro amor. Por el contrario, si no se rinde a esta evidencia se puede generar una anomalía patológica. De ahí que para poder curarse en el tratamiento psicoterapéutico la afectada debe aceptar su atracción y superarla.

No obstante, actualmente apenas se ven casos así en la clínica. Se producían muchos más en los siglos XIX y XX, debido a la represión sexual, lo cual hace sospechar que hay un factor cultural importante.

Wikipedia



viernes, 21 de noviembre de 2014

Cerrando Círculos (Paulo Coehlo)

Es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer más allá del tiempo necesario, perderás la alegría y el sentido de todo lo demás.

Cerrando círculos, cerrando puertas o cerrando capítulos.
Como quieras llamarlo.
Lo importante es poder cerrarlos.

Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó tu trabajo?
¿Se acabó la relación?
¿Ya no vives más en esa casa?
¿Debes irte de viaje?
¿La amistad se acabó?

Puedes pasar mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués, en regresar la cinta y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos destinados a ir cerrando capítulos.

A pasar la hoja.
A terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado.
Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que pasó, pasó.
Y hay que soltarlo, hay que desprenderse.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, dar presentes, cambiar de casa.
Romper papeles, tirar documentos, vender o regalar libros.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos internos de superación.
Dejar ir, soltar, desprenderse.

En la vida nadie juega con cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó.

No esperes a que te devuelvan, no esperes a que te reconozcan, no esperes a que ”alguna vez se den cuenta de quién soy yo”.
Suelta el resentimiento; al prender tu “televisor” personal para ver y volver a ver el asunto, lo único que consigues es dañarte mentalmente, envenenarte, amargarte.

La vida camina hacia adelante, nunca hacia atrás.
Porque si andas por la vida dejando puertas abiertas, “por si acaso”, nunca podrás desprenderte ni vivir el hoy con satisfacción.

Noviazgos o amistades que no terminan, posibilidades de “regresar” (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que te invadieron.
Si puedes enfrentarlos ya y ahora… ¡Hazlo! Si no, déjalos ir, cierra
capítulos. Di para ti mismo que no, que no volverá.

Pero no por orgullo ni por soberbia, sino porque tú ya no encajas allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio… Ya no eres el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.

Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo.
Ni tú serás el mismo ni el entorno al que regreses será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por ti mismo, desprenderte de lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable.
Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir
porque cuando viniste a este mundo, llegaste sin ese accesorio, por lo tanto, se ha vuelto una costumbre vivir pegado a él y, es un trabajo personal aprender a vivir sin ese accesorio humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, repito, nada ni nadie nos es indispensable. Se trata de costumbre, apego, necesidad.

Pero… cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude, suelta.

Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir hacia adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!


lunes, 3 de noviembre de 2014

Síndrome de Penélope

Trastorno psicológico por el que a la mujer  lo imposible, le resulta lo más deseado!
Para la gran mayoría de las mujeres existe una sola versión respecto al amor: el imposible. Gritan a los cuatro vientos que sólo las “ilusionan” esos tipos “cínicos” que en cuanto las conocen, las conquistan y hasta las acosan, pero luego las llaman poco o nada; o les dejan mensajes inesperados en su celular cuando ellas pensaban que todo se había acabado, o las citan en lugares y luego les avisan que no podrán ir. Sin embargo, esas mismas mujeres aseguran que por el contrario, el varón previsible, siempre puntual y disponible, el que les lleva un té cuando les duele la cabeza, se vuelve aburrido. Lo malo es que terminan adoptándolo como madre sustituta o peor aún, como marido.

EL AMOR MAS DESEADO

Irónicamente estas mujeres sólo se enganchan con aquello que no pueden tener, porque portan aquel estigma que afirma que lo que cuesta conseguir, vale más. Por tal motivo se enamoran de aquel tipo que las deja prendidas al teléfono y que les genera tanta tensión y sufrimiento que les mueve todo su aparato psíquico. En síntesis, el tipo que sirve el amor a cuentagotas se convierte en el más deseado. Estas mujeres sufren de la enfermedad ó “Síndrome de Penélope”, aludiendo al goce secreto que tal vez  le produjo a esa solitaria mujer la permanente e infructuosa espera de su amado héroe Ulises. Según la leyenda que relata Homero, Ulises partió hacia la guerra de Troya, dejando en Ítaca a su joven esposa Penélope y a su hijo Telémaco. Antes de salir, se despidió de su mujer diciéndole:
“cuando veas que mi hijo ya tiene barba, cásate con quien quieras y abandona tu casa”. El tiempo pasó... y la historia cuenta que el hogar de Penélope se vio asediado por 108 pretendientes, pero que a ella no le interesaban, porque siempre estaba en espera de su amado...

Y así, las mujeres con la enfermedad de Penélope, dan hasta lo que no tienen, en espera del amor que no vendrá. Y para peor, el combustible que hace arder la llama en estas damas es el sentimiento de un fulano que siempre se queda en el umbral, en el signo de interrogación, encarnado en el varón resbaloso que está por venir pero no llega. Más atractivo el cínico, el insuficiente, el difícil, el lejano y ajeno, el que nunca será suyo.

LAS PENELOPES DE HOY
Es sorprendente ver, hoy en día, con que pasividad una mujer sigue amando a aquel hombre que no regresará, aquel que no reconoce legalmente a sus hijos, no le proporciona cuota alimentaria, o no la toca para nada. O por el contrario se conforma con ser la otra, la segunda, la que se esconde, la que viaja con él pero van en aviones separados y jamás se ven en domingo,  en navidades, en restaurantes conocidos.
¿Qué tendrá ese hombre que la tiene en un puño? Muy sencillo: el espectro de Ulises que anida en la mente femenina tiene reflejos que no le dio el mar Egeo, pero encandilan. Porque para ella la felicidad no es algo que se experimenta en el aquí y ahora, si no en el recuerdo. Pero llega un día en que esas chicas evolucionan, crecen y empiezan a buscar una pareja en serio, liberándose así, del tristemente célebre Síndrome de Penélope!

http://www.elaviso.com/de-mujer-a-mujer/787-s-ndrome-de-pen-lope.html